Los pensamientos positivos pueden tener un impacto mucho más profundo en tu cerebro de lo que imaginas. El verdadero pensamiento positivo tiene mucho más que ver con “comportarse positivamente” que con limitarse a “pensar bien”. Uno no puede elegir sus emociones a la carta ni escoger la actitud adecuada porque esos estados son consecuencia de lo que hagas, de lo que te pase y de tu estilo aprendido de vivir y afrontar.
Cuando piensas en negativo y generas resentimiento, enojo, ansiedad, depresión, envidia o celos produces cortisol en exceso, el cual es liberado como respuesta al estrés y actúa para restablecer el equilibrio; sin embargo, la secreción prolongada de cortisol motivada por el estrés crónico, da lugar a importantes cambios fisiológicos, entre ellos, afecta el sistema inmunológico y se registra un mayor desgaste del sistema óseo.
Miembros de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y la Harvard University Medical School, señalan que los pensamientos negativos, la preocupación o el estrés pueden lesionar las neuronas de la memoria y del aprendizaje, afectando a la capacidad intelectual.
Para luchar contra ello, recomiendan centrar la atención en la respiración abdominal, lo que favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina mejorando la sintonía de ritmos cerebrales entres los dos hemisferios y evitando la ansiedad o el agobio. Los expertos estiman que el 25% de todas las patologías conocidas tienen una base u origen somático.
Como consecuencia de la ira, del orgullo y del temperamento podemos generar cefaleas, bloqueos renales, tensión descompensada, falta de riego, locura senil, etc.
Pero no solo son estas las acciones sobre el cuerpo, sino que como consecuencia del sistema nervioso vegetativo y de las acciones sobre el nervio vago, se da una mala absorción digestiva, con riesgo de hiperacidez, ulcera de estómago, afecciones de vesícula, incluso de intestino.
Además, diferentes investigaciones han constatado que el pensamiento positivo es capaz de fortalecer el sistema inmunitario de una persona.
Las personas con un alto grado de confianza en si mismas, entusiasmo, capacidad de superación, que dedican tiempo a la meditación, etc. suelen enfermar menos y en caso de enfermedad, responden de forma más efectiva y rápida a los tratamientos. Sin embargo, las personas catalogadas como “pesimistas”, con bajo grado de confianza en si mismas, pensamientos negativos, alto grado de estrés etc. suelen enfermar con más facilidad y los tratamientos tardan más en hacer efecto. La armonía, el amor, la solidaridad y la calma, sedan el sistema nervioso central y llevan al cuerpo a un funcionamiento correcto, con la consiguiente acción sobre la mente. Tal y como eres, así somatiza tu cuerpo.
Si de verdad no se quieres enfermar busca soluciones. Las personas negativas no buscan soluciones, solo se quejan, prefieren la lamentación y el pesimismo.
El pensamiento negativo, genera energía negativa, que se transforma en enfermedad Si bien el estar siempre quejándose es malo, también lo es aparentar que todo está perfecto y que no pasa nada.
La somatización es el desencadenamiento de síntomas físicos, recurrentes e inexplicables (dolor de cabeza y abdomen, vómito u otros), que interfieren en la vida social y laboral de la persona. Se debe a ansiedad ocasionada por estrés o problemas emocionales.
a mente influye sobre todas las células de nuestro cuerpo; las células escuchan constantemente a nuestros pensamientos y se ven cambiados por ellos: un ataque de depresión puede causar desastres en el sistema inmunológico; en cambio enamorarse lo puede fortalecer. La desesperación y la falta de esperanzas aumenta el riesgo de sufrir ataques cardíacos o contraer un cáncer, acortando así la vida. El gozo y la satisfacción nos mantienen saludables y prolongan la vida. El recuerdo de una tensión, que es solo un pensamiento, libera el mismo torrente de hormonas destructivas que la tensión en sí.
La salud es del cuerpo y de la mente, son una misma cosa. Para cuidar del cuerpo necesitamos volver a él. En nuestra vida cotidiana, ocupamos la mente con nuestros proyectos y preocupaciones y no bajamos apenas a nuestro cuerpo. La meditación supone, en primer lugar, volver al cuerpo. Cada uno de tus pensamientos afecta la química en una fracción de segundo. La conexión entre mente y cuerpo es tan estrecha que, con mucha frecuencia, cuando queremos evitar algo, nuestro subconsciente hará lo necesario para que se realice.
Procura que tus pensamientos sean saludables y placenteros. Piensa que eres una persona sana. Recuerda, la buena salud es un derecho que te corresponde por nacimiento y mereces estar sano. Sobre todo, sé benévolo contigo mismo.
Reconocer que estas situaciones nos suceden es ya parte de la solución. Nuestro sistema de creencias y expectativas puede mantenernos enfermos.