¿En qué me beneficia el pensamiento positivo?

El pensamiento positivo suele presentársenos como algo simple en esencia, pero a menudo no lo es. Nuestra vida está compuesta por hábitos y costumbres. Tal y como budha dijo en una ocasión “somos lo que pensamos”. De modo que éste es el motivo por que constantemente deberíamos escoger el pensamiento positivo por encima del negativo, adoptando una actitud mucho más positiva. Los hábitos, son como una segunda naturaleza. Al adoptar una actitud mucho más positivas comenzarás  a ver ciertos beneficios:

Las mentes positivas atraen sucesos positivos. Primero que nada, debes saber que si te has decidido a adoptar un pensamiento mucho más positivo, deberás practicar la ley de la atracción.  Es decir, que si te esfuerzas por realizar las cosas y tener una actitud mucho más positiva, comenzarás a atraer hacia ti esa misma clase de cosas. Trata de mantener un pensamiento positivo en todo momento, para obtener resultados positivos en la vida.

Relaciones mejores y más armoniosas. Cuando nos inclinamos hacia una actitud más positiva, comenzamos a notar más las cualidades positivas de los demás y a ignorar o tomar menos en cuenta sus defectos. Es por ello que comenzarás a tener mejores relaciones interpersonales.

Una mejor primera impresión.  Si haces del pensamiento positivo tu prioridad, sin duda podrás dar una mejor primera impresión. La gente, por lo general se siente atraída hacia las personas que se muestran amigables y cuyo trato es amable. Las primeras impresiones son las que suelen tener un gran impacto en el desarrollo de relaciones interpersonales futuras.

Mejor salud. Las personas que piensan de manera positiva tienden a tener una mejor salud. Incluso los estudios científicos demuestran que las personas más positivas tienden a ser menos propensas a sufrir depresión y a enfermar menos que aquellas que piensan con mayor frecuencia de manera negativa. En muchos casos, los pensamientos negativos son los responsables de hacer caer a las personas enfermas. Basta con cambiar un poco tus pensamientos para cuidar también tu cuerpo.

Proximidad al éxito. El pensamiento positivo es sin duda la llave del éxito. Al introducir el pensamiento positivo en tu vida, te darás cuenta de que éxito se vuelve menos esporádico y esto no es mera casualidad puesto que una actitud positiva te dará la motivación para perseguir esas metas y objetivos sin detenerte a pesar de las dudas.

Menos estrés. La causa principal del estrés es la preocupación proveniente de los sentimientos negativos. Si pensamos un poco más al respecto, entenderás porque el estrés y la preocupación no resuelven los problemas, por el contrario, nos hacen sentir sin esperanza alguna de resolverlos. La gente que piensa de manera más positiva tiene mayor facilidad para sobrellevar el estrés. Cuando comienzas a cambiar eventualmente tu actitud y tus pensamientos, por ende el estrés comenzará a disminuir, hasta el punto en que sea casi inexistente.

Transformación de los problemas en oportunidades. El negativismo suele  cegar la mente de las personas. Si te permites la oportunidad de cambiar ese negativismo, estarás abriéndote a las posibilidades que se te presentan. Como dicen por ahí, comenzarás a “ver el vaso medio lleno”, en lugar de “verlo medio vacío”. Comenzarás a darte cuenta de que los problemas o dificultades tienen solución y si no es así, estás adquiriendo la oportunidad de comenzar algo nuevo o bien, de poner en práctica nuevamente tus habilidades a fin de mejoraras y llegar a la meta propuesta.

Motivación. El pensamiento positivo tiende a generar una mayor motivación, ayudándote así a lograr tus metas de manera más rápida y sencilla.

Para lograr esto simplemente deberás:

Analizar el origen de los pensamientos negativos. Los sentimientos negativos que generalmente  se muestran como  enojo,  estrés, miedo y  ansiedad. Analizar el origen de estos sentimientos nos llevarán a la raíz de los sentimientos negativos. Este análisis nos llevará a un mejor conocimiento de nosotros mismos. Y al profundizar en este conocimiento nos encontraremos con un pleno conocimiento de nuestra persona.

Sustituir esos pensamientos negativos por pensamientos positivos y optimistas. Cuando vivimos un estado emocional siempre va a haber una brecha entre la forma en que se ven las cosas y la forma en que realmente son. Estos pensamientos  son los que nos llevan a estados emocionales negativos. Porque lo que practicamos mentalmente, lo que pensamos mentalmente todo el día, y lo que actuamos o demostramos físicamente todos los días representa quiénes somos.

Este cambio sencillo en tus hábitos de pensar te guiará a un camino en el que todo te irá mejor, tendrás una actitud más positiva hacia la vida, serás más crítico con lo que hagas, sabrás de dónde vienen tus actitudes negativas, cómo combatirlas, desarrollarás hábitos que te llevarán a resultados positivos.

 

¿Los sentimientos reprimidos nos enferman?

Solemos prestarle muy poca atención a las emociones y los sentimientos sin percatarnos del papel que estas desempeñan en nuestro cuerpo. Desde la infancia, se nos enseña que algunos sentimientos son negativos, por lo que solemos darle una connotación positiva o negativa a los mismos. Se nos enseña que el enojo, llorar o estar triste son conductas negativas.

Sin embargo en un día cualquiera, solemos experimentar una amplia gama de sentimientos por lo que debemos desarrollar la capacidad de observación, para no reprimirlos aunque expresándolos de una manera segura.

Se le presta muy poca atención a las emociones y sentimientos, así como al papel que éstas desempeñan en el equilibrio o desequilibrio de nuestro cuerpo. Por lo general solemos ver lo que nos ocurre como un hecho aislado, sin embargo lo que ocurre en nuestro cuerpo no es un suceso aleatorio. Si bien todos estamos provistos de un cuerpo y una mente, solemos verlos como algo separado. Es decir, llegamos a ver el cuerpo como si se tratase de una “maquina” que opera al azar y no hubiese un motivo externo que pudiera irrumpir con su equilibrio. Sin embargo, existen varios factores que afectan tanto a la mente como al cuerpo, que generan enfermedades sin que lo notemos.

Muchos de los sentimientos negativos que experimentamos propician actitudes que no percibimos – o no las consideramos peligrosas – y dan como resultado una respuesta emocional que nos lleva por el camino del mal vivir tanto en todos los ámbitos.

Lo más alarmante es que quienes sufren de enfermedades a causas de estos sentimientos, son los últimos en enterarse. Por sentimientos negativos podemos mencionar los fuertes sentimientos de odio, estados de ira inexplicable motivados por razones irreales incluso, sentimientos de vergüenza, ansiedad, pena y o baja autoestima.

Sin embargo, estos sentimientos negativos puedes conllevar a enfermedades graves tales como:

Depresión. En un cuadro depresivo, por ejemplo, las células que matan a los tumores de manera natural  disminuyen y se puede desarrollar el cáncer.

 

Rencor. Si se está lleno de este sentimiento se mantiene activado el hipotálamo y el sistema nervioso autónomo, el cual produce sustancias que activan la fibra muscular cardíaca. Esto puede llevar a taquicardias, trombosis e infarto, asegura el especialista.

 

Rabia. En este caso,  se produce un movimiento de cascada que hace que depósitos de grasa se desprendan y vayan al flujo sanguíneo para proveer de energía, pero si ésta no se usa en el momento adecuado puede conviertirse en colesterol.

Todos tenemos sentimientos negativos, pero no toda aptitud negativa produce enfermedad. Para crear enfermedad, las emociones negativas tienen que ser dominantes, por ejemplo, una persona puede saber que debe de perdonar a alguien, pero decide que continuar enfadada le da más poder. Las aptitudes que generan sensación de impotencia no solo conducen a una falta de estima propia, sino que también agotan la energía del cuerpo físico y debilitan la salud en general.

 No se trata simplemente de reemplazar estos sentimientos negativos por otros positivos, sino de permitir que fluyan. Reconocerlos, analizarlos, mantener un dialogo interno y luego exteriorizarlos de manera segura: en el lugar adecuado, en compañía de la persona adecuada, en el momento adecuado.

 

Controla tu enojo antes de que te controle

¿Alguna vez has deseado enviar a alguien a un grupo de maneja de la ira? ¿Te has sentido cansado o fastidiado por tener que tratar con geste malhumorada que pareciera terminar contagiándote su enojo? La ira tiene fama de ser una emoción negativa, pero lo que pocos comprenden es que no es del todo mala ya que en ocasiones, actúa como una fuerza motivadora hacia nuestros objetivos. Por ello, antes de que la ira termine tomando el control, vamos a llegar a la médula del mismo y así, incluso podremos permanecer tranquilos cuando la ira de los demás parezca el ojo de un huracán en el que nos vemos inmersos.

¿Cómo sueles lidiar con la gente que parece molesta o irritada? ¿Te sientes tenso o temeroso? ¿Te quedas callado esperando a que la persona molesta se aleje? ¿Sueles defenderte, pedir disculpas o dar explicaciones? Si te has cuestionado cualquiera de estas cosas antes, entonces sabrás que la ira ajena – e incluso la propia – suele ser algo estresante. Aunque no del todo. A continuación te presento un par de maneras en las que puedes simplificar tu ira y así, reducir el nivel de estrés al tratar con la gente enojada:

          Lo primero que se debe hacer es escuchar a la otra persona. Sobre todo si creemos que nosotros tenemos la razón y la otra persona es la equivocada. Escucharla atentamente es una buena estrategia.

          Cuando te enfrentes a una persona iracunda, hazte de paciencia e intenta comprender su enojo. La bondad y la comprensión resultan mejores que la ira. La bondad y la comprensión son emociones permanentes, puesto que pueden vencer la ira

          Date por vencido por el momento si la persona que esa enojada contigo sigue enojada, incluso si crees que no tienes la culpa. Si es un extraño sólo dile que lo sientes e ignóralo. Es más útil y fácil educar a las personas que conoces que a un extraño que probablemente no lo vuelvas a ver. En situaciones más rápidas esta puede ser la única opción disponible.

 

Lo que debemos hacer es sacarnos al enojo de nuestro sistema de reacciones instintivas, y por más difícil que esto parezca, déjenme decirles que esto es posible. Al aprender a manejar tu enojo o ira de manera efectiva, podrás:

          Tener la capacidad de proteger y construir relaciones afectivas sin que sean dañadas por los efectos de la ira.

 

 

          Evitar que la ira repercuta en tu cuerpo. Muchos estudios afirman que los efectos de la ira se traducen en enfermedades cardiovasculares, además de propiciar otras enfermedades.

          Podrás conseguir un cambio en las creencias, presunciones y actitudes que activan la ira crónica.

          Podrás identificar el estrés y las situaciones que propician  tu ira.

          Tendrás la capacidad de abordar el estrés de manera efectiva, en lugar de explotar cuando el estrés exceda el umbral de tolerancia, empleando herramientas de relajación como la respiración.

 

 

Como superar la frustración

Podemos calificar a la frustración como un sentimiento negativo provocado por el deseo de realizar algo o conseguir algo y la imposibilidad de conseguirlo. Visto de este modo, podríamos incluso decir que la frustración es una reacción natural, perfectamente comprensible más no por ello sana.

La frustración suele aparecen en nuestras vidas cuando no conseguimos alcanzar nuestras metas y proyecto, no concretamos nuestros sueño o no podemos volver realidad nuestros deseos. La frustración puede aparecen en algo muy simple que simplemente no pudimos realizar. Algunas veces la frustración es causada a veces por factores existentes dentro de nosotros mismos, que impiden la satisfacción de ciertos motivos.

Esto debido a que muchas veces la frustración se debe a que algunas veces las metas que nos imponemos tienden a ser pocos realistas los cual hace muy difícil alcanzar, y en otros casos se da que la persona es demasiado critica de sí misma, motivo por el cual al alcanzar una meta, considera que no la alcanzó en la medida deseada por lo cual sufre de cierto nivel de frustración.

El problema no es la emoción en sí, sino lo que esta nos impulsa a hacer y la manera en que la manejamos. A medida que vemos que la meta se ve cada vez más difícil de alcanzarla aumenta la sensación de fracaso resultando en estado de frustración aunque en algunos casos para las personas la sensación de frustración puede pasar desapercibida en otras puede que no.

Si no aprendemos a lidiar con la frustración, esta poco a poco se apoderará de nuestras vidas y se convertirá en un verdadero calvario repleto de amargura, resentimiento y todas las emociones negativas habidas y por haber.

Algo que hace particularmente dañina a la frustración, es que ésta suele sembrar dudas. Primero, comenzamos a cuestionarnos los motivos por los que no tuvimos éxito, para después hacernos titubear en cuanto nos propongamos comenzar de nueva cuenta. Finalmente, la frustración nos conduce a la postergación de sueños y metas, haciendo que nos sumamos en el conformismo y nos fijemos la idea de que no lograremos nada.

La frustración genera una elevada carencia de motivación, fomenta una imagen propia negativa y reduce nuestra valía. La frustración hace aún más probable nuestro fracaso, ya que esta engendra una actitud derrotista.

Cuando no sabemos encarar la frustración,  un método alternativo y casi inconsciente que solemos usar es la evasión.  Al evadirlos a través del consumo de bebidas o de fármacos o sustancias estupefacientes que dan una falsa sensación de tranquilidad, ponemos en pelinegro tanto nuestro cuerpo como nuestra mente ya que llega un momento en que seguimos ingiriendo estas sustancias para seguir percibiendo que la situación no es tan mala.

Pero entonces ¿Cómo podemos romper con este ciclo vicioso y aprender a lidiar con la frustración?

Lo primero que debemos aprender es la aceptación. Una persona que vive frustrada suele ser una persona que tiene muchas cuentas pendientes o capítulos de su vida sin cerrar, por lo que es necesario darle un cierre adecuado y dejar ir las cosas que no están en nuestras manos o ya no podemos cambiar. La aceptación no es solo a nivel mental, sino emocional. Podemos aceptar un fracaso desde el punto de vista lógico, pero también es importante que a nivel emocional lo aceptemos como tal.

Así mismo, es importante que aprendamos a aceptar nuestras limitaciones.  Aceptar nuestras limitaciones no supone renunciar a todas nuestras posibilidades, por el contrario, es necesario conocer nuestras aptitudes para desarrollarlas y sacarles el mayor provecho. de este modo se logra una mayor confianza y seguridad en uno mismo, especialmente si se logra una mayor fuerza de voluntad y de autocontrol.

Las personas que saben como lidiar con la frustración, son personas cuya vida es más agradable, menos problemática y  con menos estrés. Estas personas son capaces de convertir problemas en nuevas oportunidad, además de tener mayores probabilidades de resolverlos al no sucumbir ante la frustración, al no permitir que estos problemas o fracasos los perturben excesivamente.

Al adoptar una actitud correcta frente a la frustración, estarás permitiéndote pensar con claridad, facilitándote así la manera de encontrar las soluciones apropiadas en lugar de lamentarte y desarrollar sentimientos negativos que no te ayudarán en nada.

 

 

 

 

 

Técnicas para administrar mejor tu tiempo

Anteriormente hablamos de la importancia y los beneficios de una correcta administración de tu tiempo para lograr metas y objetivos concretos. La administración de tu tiempo te ayudará a sacarle el mayor provecho a tu tiempo. Ésta podría considerarse una herramienta esencial para aquellas personas que necesitan aprender a valorar el tiempo y destinar solo el necesario para una actividad concreta que lo requiera.

Para que tengas una  mayor percepción del tiempo y de la importancia que éste merece, no pienses que un día es un día más, al contrario, un día que pasa es un día menos que tiene para hacer realidad sus propósitos y sueños.

Es  necesario que implementes en tu rutina  un par de técnicas que te ayudarán a lograrlo:

Establece tus prioridades. Identifica cuáles son aquellas actividades que necesitan realizarse a la brevedad posible. Escribe una lista de actividades o tareas “por hacer”, asignándoles una cantidad de tiempo que consideres suficiente. Recuerda, las tareas que tengan prioridad para ese día deben encabezar la lista. Y asegúrate de apegarte a tu lista de actividades.

Asegúrate de terminar algo antes de empezar con otra cosa. Cuando hayas concluido satisfactoriamente una de las tareas en tu lista, márcala o señálala con una palomita (√). También debes premiarte cuando hayas concluido esa actividad dentro del límite establecido o si has terminado antes de la fecha límite, puedes premiarte usando ese tiempo de sobra en algo que disfrutes.

Mantente concentrado. No salgas de casa o no te apartes de tu lugar de trabajo si todavía tienes algo urgente que terminar. Las interrupciones suelen acabar con tu concentración, ya que estas pausan la continuidad con la que estábamos trabajando. Además, las personas que encuentran difícil concentrarse en su lugar de trabajo difícilmente sobreviven a las presiones y el estrés de su empleo.

Dedica el menor tiempo posible a las distracciones. Si bien las personas no somos máquinas que puedan trabajar ocho horas seguidas sin tener que atender necesidades fisiológicas o al menos, estirar las piernas, este no es motivo para desperdiciar el tiempo realizando llamadas telefónicas personales, revisando tus cuentas en las redes sociales  o beber café  como pretexto para cotillear con tus compañeros de trabajo. Cada dos o tres horas, destina media o un cuarto de hora a estas actividades. Esta es una buena manera de ahorrar tiempo y de disciplinarte a ti mismo.

Proponte metas realistas. No intentes engañarte a ti mismo. Procura destinar el tiempo necesario a las actividades que creas que te tomaran más que otras. Asignarle solo una hora a una tarea que sabes que requerirá mucho más que eso no tiene sentido ya que al hacer eso, entorpeces el resto del tiempo que habías fijado para otras tareas ese mismo día.

No te exijas más de lo que puedes lograr. Si sientes que no podrás con más trabajo del que ya tienes, dilo con firmeza. Es preferible eso a no poder completar con el resto de tus tareas pendientes dentro de la fecha límite. Acepta solo la cantidad de trabajo de la que te sientes capaz, seguramente tu superior preferirá asignársela a alguien que pueda resolverlo tal y como desea.

Se disciplinado y puntual. Evita dejar tu lugar de trabajo más veces de las necesarias a menos que sea indispensable. Mantener un ritmo de trabajo te ayudará a terminar tus tareas con mayor facilidad o al menos dentro del margen de tiempo que previamente habías establecido.

Mantén las cosas en su lugar. Las cosas deben estar siempre en su lugar. Los papeles y registros en carpetas etiquetadas, los materiales y herramientas de trabajo en el cajón o estante correspondiente. Aprende a ser un poco más organizado. Verás que todo ese tiempo que perdías buscando algo te será mucho más útil si lo empleas en la realización de una tarea.

Utiliza un organizador o agenda. Aunque no estés acostumbrado a ello, verás que planificar las cosas por escrito es mucho más sencillo y evitarás tener olvidos que te generarán imprevistos. Así por ejemplo,  podrás mantener los números telefónicos y emails de tus compañeros de trabajo en una sola carpeta o sección, mientras que los de tus clientes y proveedores deberán estar en otra sección por separado. Si prefieres algo más sencillo de llevar contigo a todos lados, puedes utilizar alguna de las aplicaciones disponibles en tu teléfono móvil a fin de mantener todo en orden y evitar malgastar valiosos minutos buscando algún dato.