¿El enojo te está enfermando?

El enojo, ese estado de ánimo en ocasiones dominante, a veces pareciera estar quemándote las entrañas. Y no es exageración. Seguramente tu también has escuchado a alguien decir que el enojo “está acabando contigo”. Pero el enojo no solo ocasiona un constante ceño fruncido sino que tiene repercusiones aún más alarmantes, sobre todo en el corazón. ¿Sabías que el enojo contante puede aumentar el riesgo a contraer enfermedades del corazón? El problema está como siempre, en las cantidades. Un nivel moderado de enojo no causa ningún problema en lo absoluto, ya que incluso es saludable para nuestro cuerpo expresar ese enojo y no guardárnoslo (cosa que también podría ocasionarnos problemas de salud).

¿cómo es que el enojo contribuye a los padecimientos del corazón? Los científicos no encuentran una causa específica pero el enojo está ligado estrechamente con efectos psicológicos que afectan el corazón y las arterias. Las emociones como el enojo y la hostilidad activan rápidamente las respuestas instintivas de nuestro cuerpo para estar alerta. Es decir, cuando estamos enojados, se activan las hormonas responsables del estrés, entre ellas la adrenalina y el cortisol, las cuales aceleran el ritmo cardiaco y la respiración y  disparan los niveles de energía. Por ello, la presión arterial también incrementa y se contraen los vasos sanguíneos.

Si bien el estrés es una respuesta natural del cuerpo que nos moviliza en una emergencia, activarlo repetidamente puede causar daños en el cuerpo ya que estamos generando altos niveles de cortisol y adrenalina. Cuando estamos estresados los músculos se ponen tensos, aumenta la frecuencia cardíaca, se incrementa la presión arterial, el corazón late más rápido y aumentan las demandas de oxígeno del corazón, lo que hace que el corazón trabaje más. Esta necesidad de oxígeno puede ocasionar una angina de pecho en enfermos del corazón.

Por si fuera poco, el estrés constante ocasiona que los niveles químicos en nuestro cuerpo se disparen y que ocurran cambios metabólicos en respuesta a ese enojo constante que no sabemos disipar. Algunas de las consecuencias en el cuerpo tienden a aparecer tanto a corto como largo plazo, y se destacan:

–          Dolores de cabeza

–          Problemas digestivos

–          Insomnio

–          Incremento de la ansiedad

–          Depresión

–          Presión alta

–          Ataques cardiacos

–          Calambres

 

Entre los efectos emocionales de la ira destacan:

–          – Aumenta la secreción de adrenalina, presión alta e incrementa el ritmo cardiaco, aumentando el riesgo de derrames y ataques al corazón.

–          – La ira aumenta la producción de  adrenalina, que altera el funcionamiento normal de nuestro cuerpo. Esta alteración afecta nuestro sistema inmunológico, puede provocar contracturas y dolores musculares o de cabeza y nos hace más vulnerables a algunas enfermedades, como gastritis, colitis, dermatitis, etc.

–          Las descargas frecuentes de estas substancias producidas por la ira  deterioran el sistema inmunológico pueden ocasionar constantes dolores de cabeza que pueden convertirse a la larga en migraña.

–          – También crea una intensa culpa, sentimiento s de fracaso, depresión, agitación constante, furia violenta y posiblemente suicidio

 

Si bien es cierto que no debes guardarte todo ese enojo, también es cierto que existen ciertas maneras  poco útiles de deshacerte del enojo. Explotar no va a ayudarte en nada y guardarte el enojo, mucho menos.

Entre los métodos aceptables para lidiar – y deshacerse – del  enojo se encuentran:

Practicar técnicas de relajación. Practicar Habilidades Para Aprender a Relajarte y Eliminar el Estrés también puede ayudar a controlar su temperamento cuando pueden estallar. Practica ejercicios de respiración profunda, visualizar una escena relajante, o repetir una palabra o frase que calma a sí mismo, como “tómalo con calma”. Otros métodos de eficacia comprobada para Controlar la Ira son escuchar música, escribir en un diario y hacier yoga.

Hacer algo de ejercicio. La actividad física puede Controlar La Ira al dar salida a tus emociones, especialmente si estas a punto de estallar. Ir a caminar o a correr, nadar, levantar pesas o tirar a la canasta.

Si sientes que te enojas con mucha frecuencia  o te desesperas a menudo o si tienes problemas de ansiedad o nerviosismo, puedes empezar a practicar alguna actividad que te ayude a canalizar esta energía emocional para evitar que dañe tu cuerpo. Por ejemplo,  el Yoga y Tai-chi son actividades especialmente efectivas. Si por el contrario prefieres algo más dinámico, cualquier ejercicio  para descargar la energía del enojo.

Identifícate con el verdadero optimismo

De acuerdo a las investigaciones, hoy en día sabemos que los pensamientos positivos pueden deshacer los efectos negativos y estresantes de las experiencias negativas.  A menudo pareciera que somos una especie que sobrevive gracias a nuestra capacidad para sortear peligros. Pero esos sentimientos de alerta constante pueden ser también un peligro por sí mismos: el pensamiento negativo suele llevarse a pique nuestro buen humor, arruinar nuestras acciones e incluso nuestra salud.

Los expertos dicen que es posible aprender cómo pensar de manera más positiva. Si tomamos en cuenta lo que las investigaciones han encontrado con respecto a los beneficios de mantener una mentalidad positiva podemos destacar:

          Que las personas que son más pesimistas (en comparación con los que son más optimistas) tienen  un riesgo  mayor a  20% de morir poco después de los 30 años.

          Aquellas personas que se centraron más en trabajar una actitud positiva se quejaron menos de malestares físicos.

          Quieres repiten constantemente comportamientos y pensamientos negativos tienden a perjudicar su salud al igual que la actividad de su cerebro.

¿Pero cómo puedes mantener un verdadero optimismo?

Adoptar el optimismo no se trata de simplemente ignorar los lados negativos de la vida. Significa que debes enfocarte más en el lado positivo tanto como sea posible, a fin de facilitar esta práctica.

Si quieres aumentar tu optimismo, puedes comenzar por:

Escribir cómo será un futuro más optimista. Esta idea pretende reforzar tus metas y sueños, a fin de hacerlas realidad. Este ejercicio debe incluir:

-Qué cosas maravillas habrá en tu vida en el futuro. Así, estarás ayudando a tu cerebro a asimilar la idea a través de la escritura en lugar de solo imaginarla.

-La asignación de  un tiempo determinado a este ejercicio. Lo ideal son 20 minutos cuatro veces por semana.

Aprender a diferenciar tus pensamientos. Distinguir los pensamientos negativos de los positivos puede sonar trillado,  sin embargo, al hacer esto podrás sacar provecho tanto de uno como del otro. Pregúntate:

¿cómo me ayudó esta situación negativa a crecer?

¿Fortaleció de alguna forma mis relaciones?

¿Desarrollé nuevas habilidades gracias a esa situación?

¿Me enorgullece la manera en que manejé esta situación?

Practica la gratitud. Date cuenta y aprecia los aspectos positivos que encuentres en tu vida. Te aseguro que esto será un gran ejercicio que te ayudará a revitalizar tu estado de ánimo. Para practicar la gratitud puede:

          Escribir una carta de agradecimiento. Esto no solo te facilitará expresarte sino que deja en quien la recibe una buena impresión además de un efecto positivo con respecto a tu relación.

          Comparte las “buenas nuevas”. Las personas que suelen compartir con los demás sus progresos y logros tienden a disfrutar más de los mismos.

Evita los pensamientos negativos. Para evitar que un barco se hunda más rápido, lo lógico es deshacerse del peso extra. De la misma manera, si quieres adoptar un pensamiento más optimista, debes echar por la borda los pensamientos negativos. Para ello necesitarás:

Evitar que tu mente  elija pensamientos negativos en momentos de soledad. La mente al estar libre siempre va a escoger lo más fácil y serán pensamientos negativos. Para que esto no te ocurra busca un pasatiempo que te edifique como leer buenos libros, artículos o escuchar música positiva o relajante.

Cambiar cada pensamiento negativo que llegue a tu mente  por lo opuesto, o sea positivo. Es decir, en cuanto sientas esas voces destructivas en tu cabeza, analiza la negatividad de las mismas y actúa de forma opuesta.  

No te infravalores, es decir, no pienses que no eres lo suficientemente valioso o capaz de realizar alguna tarea, meta o sueño.

Cuando los pensamientos negativos ronden tu mente, busca algo con qué distraerte.  No sirve ir al parque o ver la televisión y estar en realidad pensando en lo de siempre. Hacemos esto para mejorar, así que hay que trabajar, es por nosotros. Si no puedes, como es muy posible, concentrarte en ninguna tarea desde el principio, entonces vamos a fortalecer esa capacidad perdida. Se puede, claro que se puede.

Vivir continuamente con pensamientos negativos y pesimistas es confinarse en una prisión edificada por uno mismo. Nuestros pensamientos y nuestros actos son los carceleros que nos condenan a una vida de mediocridad, o los redentores que nos liberan a una vida de dichas y abundancia.

¿En qué me beneficia el pensamiento positivo?

El pensamiento positivo suele presentársenos como algo simple en esencia, pero a menudo no lo es. Nuestra vida está compuesta por hábitos y costumbres. Tal y como budha dijo en una ocasión “somos lo que pensamos”. De modo que éste es el motivo por que constantemente deberíamos escoger el pensamiento positivo por encima del negativo, adoptando una actitud mucho más positiva. Los hábitos, son como una segunda naturaleza. Al adoptar una actitud mucho más positivas comenzarás  a ver ciertos beneficios:

Las mentes positivas atraen sucesos positivos. Primero que nada, debes saber que si te has decidido a adoptar un pensamiento mucho más positivo, deberás practicar la ley de la atracción.  Es decir, que si te esfuerzas por realizar las cosas y tener una actitud mucho más positiva, comenzarás a atraer hacia ti esa misma clase de cosas. Trata de mantener un pensamiento positivo en todo momento, para obtener resultados positivos en la vida.

Relaciones mejores y más armoniosas. Cuando nos inclinamos hacia una actitud más positiva, comenzamos a notar más las cualidades positivas de los demás y a ignorar o tomar menos en cuenta sus defectos. Es por ello que comenzarás a tener mejores relaciones interpersonales.

Una mejor primera impresión.  Si haces del pensamiento positivo tu prioridad, sin duda podrás dar una mejor primera impresión. La gente, por lo general se siente atraída hacia las personas que se muestran amigables y cuyo trato es amable. Las primeras impresiones son las que suelen tener un gran impacto en el desarrollo de relaciones interpersonales futuras.

Mejor salud. Las personas que piensan de manera positiva tienden a tener una mejor salud. Incluso los estudios científicos demuestran que las personas más positivas tienden a ser menos propensas a sufrir depresión y a enfermar menos que aquellas que piensan con mayor frecuencia de manera negativa. En muchos casos, los pensamientos negativos son los responsables de hacer caer a las personas enfermas. Basta con cambiar un poco tus pensamientos para cuidar también tu cuerpo.

Proximidad al éxito. El pensamiento positivo es sin duda la llave del éxito. Al introducir el pensamiento positivo en tu vida, te darás cuenta de que éxito se vuelve menos esporádico y esto no es mera casualidad puesto que una actitud positiva te dará la motivación para perseguir esas metas y objetivos sin detenerte a pesar de las dudas.

Menos estrés. La causa principal del estrés es la preocupación proveniente de los sentimientos negativos. Si pensamos un poco más al respecto, entenderás porque el estrés y la preocupación no resuelven los problemas, por el contrario, nos hacen sentir sin esperanza alguna de resolverlos. La gente que piensa de manera más positiva tiene mayor facilidad para sobrellevar el estrés. Cuando comienzas a cambiar eventualmente tu actitud y tus pensamientos, por ende el estrés comenzará a disminuir, hasta el punto en que sea casi inexistente.

Transformación de los problemas en oportunidades. El negativismo suele  cegar la mente de las personas. Si te permites la oportunidad de cambiar ese negativismo, estarás abriéndote a las posibilidades que se te presentan. Como dicen por ahí, comenzarás a “ver el vaso medio lleno”, en lugar de “verlo medio vacío”. Comenzarás a darte cuenta de que los problemas o dificultades tienen solución y si no es así, estás adquiriendo la oportunidad de comenzar algo nuevo o bien, de poner en práctica nuevamente tus habilidades a fin de mejoraras y llegar a la meta propuesta.

Motivación. El pensamiento positivo tiende a generar una mayor motivación, ayudándote así a lograr tus metas de manera más rápida y sencilla.

Para lograr esto simplemente deberás:

Analizar el origen de los pensamientos negativos. Los sentimientos negativos que generalmente  se muestran como  enojo,  estrés, miedo y  ansiedad. Analizar el origen de estos sentimientos nos llevarán a la raíz de los sentimientos negativos. Este análisis nos llevará a un mejor conocimiento de nosotros mismos. Y al profundizar en este conocimiento nos encontraremos con un pleno conocimiento de nuestra persona.

Sustituir esos pensamientos negativos por pensamientos positivos y optimistas. Cuando vivimos un estado emocional siempre va a haber una brecha entre la forma en que se ven las cosas y la forma en que realmente son. Estos pensamientos  son los que nos llevan a estados emocionales negativos. Porque lo que practicamos mentalmente, lo que pensamos mentalmente todo el día, y lo que actuamos o demostramos físicamente todos los días representa quiénes somos.

Este cambio sencillo en tus hábitos de pensar te guiará a un camino en el que todo te irá mejor, tendrás una actitud más positiva hacia la vida, serás más crítico con lo que hagas, sabrás de dónde vienen tus actitudes negativas, cómo combatirlas, desarrollarás hábitos que te llevarán a resultados positivos.

 

¿Los sentimientos reprimidos nos enferman?

Solemos prestarle muy poca atención a las emociones y los sentimientos sin percatarnos del papel que estas desempeñan en nuestro cuerpo. Desde la infancia, se nos enseña que algunos sentimientos son negativos, por lo que solemos darle una connotación positiva o negativa a los mismos. Se nos enseña que el enojo, llorar o estar triste son conductas negativas.

Sin embargo en un día cualquiera, solemos experimentar una amplia gama de sentimientos por lo que debemos desarrollar la capacidad de observación, para no reprimirlos aunque expresándolos de una manera segura.

Se le presta muy poca atención a las emociones y sentimientos, así como al papel que éstas desempeñan en el equilibrio o desequilibrio de nuestro cuerpo. Por lo general solemos ver lo que nos ocurre como un hecho aislado, sin embargo lo que ocurre en nuestro cuerpo no es un suceso aleatorio. Si bien todos estamos provistos de un cuerpo y una mente, solemos verlos como algo separado. Es decir, llegamos a ver el cuerpo como si se tratase de una “maquina” que opera al azar y no hubiese un motivo externo que pudiera irrumpir con su equilibrio. Sin embargo, existen varios factores que afectan tanto a la mente como al cuerpo, que generan enfermedades sin que lo notemos.

Muchos de los sentimientos negativos que experimentamos propician actitudes que no percibimos – o no las consideramos peligrosas – y dan como resultado una respuesta emocional que nos lleva por el camino del mal vivir tanto en todos los ámbitos.

Lo más alarmante es que quienes sufren de enfermedades a causas de estos sentimientos, son los últimos en enterarse. Por sentimientos negativos podemos mencionar los fuertes sentimientos de odio, estados de ira inexplicable motivados por razones irreales incluso, sentimientos de vergüenza, ansiedad, pena y o baja autoestima.

Sin embargo, estos sentimientos negativos puedes conllevar a enfermedades graves tales como:

Depresión. En un cuadro depresivo, por ejemplo, las células que matan a los tumores de manera natural  disminuyen y se puede desarrollar el cáncer.

 

Rencor. Si se está lleno de este sentimiento se mantiene activado el hipotálamo y el sistema nervioso autónomo, el cual produce sustancias que activan la fibra muscular cardíaca. Esto puede llevar a taquicardias, trombosis e infarto, asegura el especialista.

 

Rabia. En este caso,  se produce un movimiento de cascada que hace que depósitos de grasa se desprendan y vayan al flujo sanguíneo para proveer de energía, pero si ésta no se usa en el momento adecuado puede conviertirse en colesterol.

Todos tenemos sentimientos negativos, pero no toda aptitud negativa produce enfermedad. Para crear enfermedad, las emociones negativas tienen que ser dominantes, por ejemplo, una persona puede saber que debe de perdonar a alguien, pero decide que continuar enfadada le da más poder. Las aptitudes que generan sensación de impotencia no solo conducen a una falta de estima propia, sino que también agotan la energía del cuerpo físico y debilitan la salud en general.

 No se trata simplemente de reemplazar estos sentimientos negativos por otros positivos, sino de permitir que fluyan. Reconocerlos, analizarlos, mantener un dialogo interno y luego exteriorizarlos de manera segura: en el lugar adecuado, en compañía de la persona adecuada, en el momento adecuado.

 

Controla tu enojo antes de que te controle

¿Alguna vez has deseado enviar a alguien a un grupo de maneja de la ira? ¿Te has sentido cansado o fastidiado por tener que tratar con geste malhumorada que pareciera terminar contagiándote su enojo? La ira tiene fama de ser una emoción negativa, pero lo que pocos comprenden es que no es del todo mala ya que en ocasiones, actúa como una fuerza motivadora hacia nuestros objetivos. Por ello, antes de que la ira termine tomando el control, vamos a llegar a la médula del mismo y así, incluso podremos permanecer tranquilos cuando la ira de los demás parezca el ojo de un huracán en el que nos vemos inmersos.

¿Cómo sueles lidiar con la gente que parece molesta o irritada? ¿Te sientes tenso o temeroso? ¿Te quedas callado esperando a que la persona molesta se aleje? ¿Sueles defenderte, pedir disculpas o dar explicaciones? Si te has cuestionado cualquiera de estas cosas antes, entonces sabrás que la ira ajena – e incluso la propia – suele ser algo estresante. Aunque no del todo. A continuación te presento un par de maneras en las que puedes simplificar tu ira y así, reducir el nivel de estrés al tratar con la gente enojada:

          Lo primero que se debe hacer es escuchar a la otra persona. Sobre todo si creemos que nosotros tenemos la razón y la otra persona es la equivocada. Escucharla atentamente es una buena estrategia.

          Cuando te enfrentes a una persona iracunda, hazte de paciencia e intenta comprender su enojo. La bondad y la comprensión resultan mejores que la ira. La bondad y la comprensión son emociones permanentes, puesto que pueden vencer la ira

          Date por vencido por el momento si la persona que esa enojada contigo sigue enojada, incluso si crees que no tienes la culpa. Si es un extraño sólo dile que lo sientes e ignóralo. Es más útil y fácil educar a las personas que conoces que a un extraño que probablemente no lo vuelvas a ver. En situaciones más rápidas esta puede ser la única opción disponible.

 

Lo que debemos hacer es sacarnos al enojo de nuestro sistema de reacciones instintivas, y por más difícil que esto parezca, déjenme decirles que esto es posible. Al aprender a manejar tu enojo o ira de manera efectiva, podrás:

          Tener la capacidad de proteger y construir relaciones afectivas sin que sean dañadas por los efectos de la ira.

 

 

          Evitar que la ira repercuta en tu cuerpo. Muchos estudios afirman que los efectos de la ira se traducen en enfermedades cardiovasculares, además de propiciar otras enfermedades.

          Podrás conseguir un cambio en las creencias, presunciones y actitudes que activan la ira crónica.

          Podrás identificar el estrés y las situaciones que propician  tu ira.

          Tendrás la capacidad de abordar el estrés de manera efectiva, en lugar de explotar cuando el estrés exceda el umbral de tolerancia, empleando herramientas de relajación como la respiración.