La confianza se logra superando los miedos

Todas las personas tienen ciertas fortalezas y debilidades determinadas. Invariablemente, las fortalezas se derivan de la confianza en uno mismo y así como de la voluntad de ir más allá de nuestra zona de confort, mientras que las debilidades vienen de sucumbir a los miedos y permitir que estos temores gobiernen nuestras vidas.

La confianza se logra superando los miedos Ganar confianza en uno mismo no es una labor fácil, pero en realidad es bastante sencillo una vez que comprendes como funciona. Cuando piensas en las personas que conoces que parecen seguras de sí mismas debes darte cuenta de que son personas bastante activas. No sólo piensan y hablan, hacen las cosas. Primero elaboran un plan y lo ponen en marcha. Éste probablemente es el secreto para equilibrar su vida y también lograr auto-confianza.

La mejor manera de ganar confianza en ti mismo es poniendo en marcha tus actividades. Primero, debes aprender a poner en marcha tus planes. La confianza en uno mismo se trata de confiar. Puedes construir confianza planeando algo y luego poniendo ese plan en acción. Sin embargo, vas a disminuir la confianza en ti mismo si solo haces un montón de planes que no funcionarán o que no pones en marcha porque eres perezoso o algo por el estilo.

La capacidad de superar nuestros miedos crea confianza en nosotros mismos y nos permite optimizar nuestro potencial.

«La confianza no viene de tener siempre la razón, sino de no temer a equivocarse».

Incluso la persona más brillante y talentosa, o el individuo más experimentado y experto, no acierta todo el tiempo. Cometer errores de juicio, errores de cálculo, malas interpretaciones, etc. son parte de la naturaleza humana. Sin embargo, lo que diferencia a alguien con confianza del resto de la manada es haber superado sus miedos y vences el temor a equivocarse. El temor al fracaso, como la mayoría de los temores, es totalmente ilusorio e irreal, es la anticipación o visualización de un resultado negativo, que aún no ha ocurrido, pero que se siente como si estuviese ocurriendo ahora… y paraliza.

La mayoría de los principales errores que se han cometido no fueron causados por alguien que actuó, sino más bien porque no lo deseaba lo suficiente, no pudo o tuvo miedo de hacerlo. El mayor desafío que hay que tener confianza es cuando insistimos en aplazar las cosas. Los que lo hacen tan a menudo, ni siquiera se dan cuenta de que lo están haciendo y están consiguiendo un motivo para no poner en marcha sus planes.

Es importante entender que hay una diferencia importante entre un retraso prudente y la dilación.  Un retraso prudente es no llevar a cabo tu plan por un corto periodo de tiempo para obtener más datos o la información que requieras. Por otro lado, la dilación es cuanto nuestra atención se centra en el retraso y la manera de extender la demora a fin de evitar la adopción de medidas, ya sea de forma consciente o inconsciente.

A menudo las personas temen las consecuencias de sus acciones. En respuesta a ello, se utilizan métodos de dilación con el fin de que ese retraso provoque logre que no puedan ser responsables de lo que ocurre. Muchas personas temen ser culpadas o señaladas de hacer lo incorrecto o de tomar una decisión equivocada, por lo que simplemente evitan tener que hacerlo. La grandeza proviene de una acción audaz y las personas desean adquirir conocimientos de manera óptima están confiadas y  con suficiente experiencia para brindarles las herramientas y la confianza para ser quienes tomen  excelentes decisiones.

Analiza las causas de tu inseguridad y también, en qué ámbitos de tu vida la notas más. Por ejemplo, existen personas que tienen grandes habilidades sociales para hacer amigos y tienen una agenda social activa, sin embargo, arrastran un gran complejo de inferioridad en el plano laboral. También sucede a la inversa. Personas de éxito en su profesión han tirado la toalla a la hora de encontrar el amor.

 

Cuando logramos  vencer nuestros miedos inherentes, nos hacemos más fuertes, es decir seres  humanos mucho más seguros. En primer lugar debemos estar dispuestos a enfrentar esos miedos directamente y a pesar de hacer todo lo posible para  que todo salga bien, deja de tener miedo de que algo salga mal.

4 sencillos tips para hallar la felicidad

La felicidad se define como un estado de bienestar que se caracteriza por emociones que van desde la dicha hasta una alegría intensa.  El diccionario Cambridge  define la felicidad como: sentir, mostrar o causar placer o satisfacción. Muchas veces esperamos a que algo o alguien  nos hagan felices. Estamos convencidos de que seremos felices cuando conseguimos el ascenso, conocer a esa persona especial, comprar una casa y tal vez ganar la lotería. ¿Cómo podemos encontrar la felicidad? ¿Dónde debemos buscarla? Y ¿Por qué hay tanta gente que tiene todo lo que necesita para ser feliz y aun así no lo son? Los siguientes consejos ofrecen atajos para llegar a ésta.

4 sencillos tips para hallar la felicidadLa felicidad es una actitud

La vida está llena de dualidad.  Todos los días nos tropezamos con diferentes circunstancias contradictorias. Sin embargo, hay muchas otras situaciones que podrían ser un reto también. El camino a la felicidad ciertamente no es un camino fácil repleto de flores a los costados, pero admirar el aroma de las flores las personas tienen que saber tratar con sus espinas. Por otra parte, la búsqueda de metas más altas hará que nos sintamos mejor con nosotros mismos, pero es necesario que  siempre busquemos metas que estén a nuestro alcance, ¡y no las imposibles!

La felicidad no está en los años, meses, en las semanas, ni siquiera en los días. Solo se la puede encontrar en los momentos. «Hoy es el mañana de ayer»… además la vida siempre tiene derecho a sorprendernos, así que aprende a vivir el presente sin ninguno de los traumas del pasado ni las expectativas del futuro.  Recuerda que la Felicidad no es una meta, sino un trayecto. Disfruta de cada momento como si en él se combinaran tu pasado,

tu presente y tu futuro.

 

Armonía Interna

Para poder ser felices hay que emanarla cuando la sintamos. Nadie puede sentirse feliz si él o ella carecen de belleza interior. Nos sentimos felices cuando vivimos en armonía con nosotros mismos, lo que requiere la construcción de una relación armoniosa entre la mente y las emociones. Cuanto más vivimos en armonía con nosotros mismos, más felices seremos. Cuando nuestra mente y emociones están relacionadas de manera armónica, esto aumentará nuestra sabiduría. Amarnos a nosotros mismos es un componente importante de la felicidad, por lo que seremos  capaces de amar a los demás. Para vivir en armonía, la vida nos exige acciones sabias y a veces dejar ir y perdonar podría ser crucial para encontrar la felicidad o la paz dentro de nosotros mismos. Mientras tengas resentimientos y odios, será  imposible ser feliz.   Lo maravilloso del perdón no es que libera al otro de su eventual culpa, sino que te  libera a ti de un sufrimiento.

Nutre tu crecimiento interno

Cada día ofrece nuevas oportunidades de crecimiento. Vale la pena aprender nuevas habilidades, nueva información o ideas. La vida avanza a mayor velocidad, si nos mantenemos de pie dónde estamos y no nos movemos hacia adelante, vamos a quedar atrás. Por lo tanto, para encontrar la felicidad es necesario no dormirnos en nuestros laureles, sino más bien trabajar constantemente en la consolidación de nuestro crecimiento interno para mejorar nuestro conocimiento y conciencia.

Para mejorar nuestro conocimiento debemos aprender menos y contemplar más.

René Descartes

Gratitud

La Felicidad es una elección que puedo hacer en cualquier momento y en cualquier lugar. Los pensamientos son los que me hacen sentir feliz o desgraciado, no mis circunstancias. Así se aprende a como ser feliz con una actitud positiva. La felicidad y la gratitud a menudo van de la mano. Nadie puede sentirse feliz sin apreciar lo que se tiene. Sin embargo, la mayoría de las personas tienden a dar las cosas por sentado. Puede que tengan lo que necesiten pero no se sienten felices ni agradecidos por lo que Dios les ha dado. Cuando los tiempos se ponen difíciles, debemos dar gracias a Dios por lo que ya tenemos o lo que ya nos ha dado y eso nos hará sentirnos mejor con nosotros mismo y lograr ser mucho más felices como resultado.

La esperanza es una clave importante de cómo ser feliz;  no todos los días son iguales, muchas veces  hay cosas que nos pueden doler mucho,  problemas por resolver y que nos afectan lo único que nos queda es tener esperanza y las cosas poco a poco cambiaran.

¿Cómo dejar de postergar las cosas y hacerlas cuando se debe?

Todos en algún momento nos hemos llegado a sentir culpables por dejar las cosas para otro momento. Hay momentos en los que sentimos que podemos hacer las cosas más tarde y ese “más tarde” se convierte en “mañana” y ese “mañana” se convierte en ¡nunca!

Si comienzas a recordar, es posible que una gran cantidad de cosas importante hayan quedado en el olvido debido al veneno de la dilación. La mayoría de las personas que se sienten víctimas de la dilación pareciera que no pueden dar prioridad a una lista de cosas por hacer.
Cómo dejar de postergar las cosas y hacerlas cuando se debeCiertamente, dejar las cosas para después pareciera una acción inofensiva al principio, pero a largo plazo, afectará tu rendimiento, tu vida profesional, familiar, social e incluso otros aspectos de tu vida. Muchas personas caen en la trampa de la dilación, pensando que pueden cumplir con sus pendientes más tarde, sólo para descubrir que puede llegar a ser una práctica adictiva que a la larga se convierte en un hábito difícil de vencer.

El hábito del aplazamiento se manifiesta en nuestras vidas con mayor frecuencia de la que notamos. En lugar de utilizar nuestro tiempo para terminar las tareas importantes, tendemos a posponerlas al utilizar nuestro tiempo en cosas triviales. Cuando ya es tarde, nos damos prisa, entramos en pánico para terminar dichas tareas y obtenemos resultados ineficientes e incluso podemos llegar a fracasar en algunas ocasiones. El tiempo es algo muy preciado. Por lo tanto, es necesario conocer y poner en práctica métodos sencillos que te ayudará a dejar a un lado el hábito del aplazamiento y llegar a hacer un buen uso de tu tiempo. Algunos de estos son:

 

Organiza tus tareas en etapas

Una de las razones por las que solemos posponer las cosas es porque nos sentimos abrumados con la dimensión de la tarea en cuestión. Cuando sentimos que es demasiado grande para nosotros, tendemos a perder el interés en ella y llegamos a hacer caso omiso de ésta. Si somos capaces de dividir las tareas en fracciones más pequeñas, se simplificará el trabajo. Por ejemplo, si tienes que organizar una habitación repleta de cosas que ya no usas, puedes comenzar empaquetando  y organizando las cosas pequeñas en cajas separadas, así podrás disponer de las que deben permanecer ahí y las que se irán a la basura. A continuación pondrás en cajas  – debidamente etiquetadas –  las cosas que uses a menudo separándolas de las que no usas tan seguido y finalmente podrás acomodar las cajas de manera que te sea más fácil hallar lo que necesites cuando lo busques.

Altera  tu lugar de trabajo

El sitio en que trabajas puede tener un efecto directo en tu productividad. Por ello es que puede que tengas que observar tu sitio de trabaja con atención y determinar si éste te inspira a trabajar o hace que te sientas perezoso. Debes identificar si el sitio en que trabajas te inspira a poner manos a la obra o por el contrario, te desanima. Si es así, piensa en maneras de cambiar este entorno y hacerlo más propicio para trabajar. Deshazte del desorden de tu escritorio, reemplaza las bombillas de luz tenue por una brillante, rociar un poco de spray aromatizante puede tener un efecto terapéutico; estas pequeñas modificaciones pueden hacer una gran diferencia.

Establece una línea de tiempo y fija una fecha límite

Por lo general, cuando existe una fecha límite tendemos a posponer las cosas. Esto se debe a que solemos pensar que todavía nos queda mucho tiempo para cumplir con las tareas designadas. Para evitar esto, reparte tu tarea en partes más pequeñas y establece una fecha límite para cada una de ellas. De esta manera, comenzarás a utilizar tu tiempo más sabiamente puesto que se crea una sensación de urgencia en ti que te motivará a actuar.

 

Elimina todo lo que te hace aplazar las cosas

La dilación no existe sin motivo alguno y es un hecho que existen motivos de su existencia. Muchas veces algo tan sencillo como la radio o la televisión encendida pueden provocar que terminemos por desviar nuestra atención del estudio o del trabajo. Además de limitar el uso de éstos durante las horas de trabajo y estudio, se recomienda que si estamos usando el ordenador evitemos usar facebook, Messenger, skype, twitter y demás redes sociales hasta que hayamos terminado.

 

Rodéate de gente que te inspire

Si quieres sentirte más optimista en la vida, uno de los mejores consejos que puedes seguir es el de permanecer en compañía de gente optimista. Estar con personas que te inspiren a actuar propiciará la eliminación de la dilación. Al tener cerca a alguien que te inspire a hacer las cosas serás más responsable de tus planes y metas.

¿Quién es responsable de tu bienestar emocional?

La dependencia emocional es un concepto relativamente conocido pero que en ocasiones no entendemos del todo o lo confundimos con un concepto semejante. La dependencia puede definirse como una situación de subordinación a un poder mayor que uno mismo. La dependencia puede producir depresión, ansiedad y sentimientos de falta de libertad, cuando se experimenta una incapacidad para escapar de la situación.
Existen numerosas formas de dependencia emocional:

– La dependencia de procesos tales como el gasto, el juego, o la televisión, también para llenar el vacío y quitar el dolor.
– La dependencia de sustancias, tales como alimentos, drogas o alcohol, para llenar el vacío y quitar el dolor.
– La dependencia al dinero para definir su valor y adecuación.
– La dependencia de conseguir el amor de alguien, aprobación o atención para sentirse digno y adecuado, amable y seguro.
– La dependencia de sexo para llenar el vacío y experimentar sensaciones.

Cuando no tomamos la responsabilidad de definir nuestro propio valor y suficiencia o de crear tu propio sentido interno de seguridad, intentarás sentirte digno y seguro. Lo que no eres capaz de otorgarte tu mismo querrás obtenerlo de los demás o de sustancias y procesos. La dependencia emocional es lo contrario a asumir la responsabilidad del bienestar emocional propio. Sin embargo, muchas personas no tienen idea de que es su responsabilidad, ni tienen ni idea de cómo tomar esta responsabilidad.

¿Qué significa tomar la responsabilidad emocional en lugar de ser emocionalmente dependiente?

En primer lugar, significa reconocer que nuestros sentimientos vienen de nuestros propios pensamientos, creencias y comportamientos, y no de los demás o de las circunstancias que nos rodean. Una vez que entiendas y aceptes que eres tu quien crea sus propios sentimientos y que éstos no vienen del exterior, podrás comenzar a asumir la responsabilidad emocional.

Por ejemplo, digamos que alguien que te importa se enoja contigo.
Si eres emocionalmente dependiente, podrías sentirte rechaza y creer que ese sentimiento de rechazo proviene del enojo de la otra persona. También podrías sentirte herido, asustado, ansioso, avergonzado, enojado, culpado o de alguna otra forma diferente en respuesta al enojo de esta persona. Dicho esto, al ser emocionalmente dependiente intentarás de muchas maneras que esta persona no se enoje contigo con el fin de sentirte mejor.

Por el contrario, cuando una persona es emocionalmente responsable, se siente y responde de manera diferente. La primera diferencia radica en que eres capaz de decirte a ti mismo que la ira de otra persona no tiene nada que ver contigo. Quizás esa persona tuvo un mal día y lo está manifestando contigo. Cualquiera que sea la razón para el enojo de esa persona se trata de una ira ajena y no contra ti. Una persona emocionalmente responsable no adopta esta postura personal a sabiendas de que nadie tiene control sobre los sentimientos y actitudes de los demás y que si se comportan como lo hacen, los únicos responsables de su comportamiento son ellos mismos.

Una persona emocionalmente responsable es capaz de sentir compasión por la persona que está enojada e incluso está abierta a escuchar sobre lo que le ocurre. Por ejemplo, uno podría pensar “ no me gusta que esté enojado pero estoy dispuesto a entender por que lo está” podrías preguntar porque está molesto y si quiere hablar de ello. Si la persona enojada se niega, o de antemano se sabe que la persona enojada no se abrirá emocionalmente, como toda persona emocionalmente responsable puede manifestar una acción cariñosa, como extenderle una invitación al dialogo cuando lo desee. Una persona emocionalmente responsable no intentará cambiar a la otra persona.

En lugar de ser una víctima de la conducta del otro y sentirse sentirte enojado, herido, culpable, con miedo o ansiedad, eres capaz de volver a sentirse seguro y tranquilo.

Cuando te das cuenta de que tus sentimientos son tu responsabilidad, eres capaz de salir de la dependencia emocional. Esto hará una gran diferencia en tu interior y en todas tus relaciones. Recuerda, las relaciones prosperan cuando cada persona se mueve más allá de la dependencia emocional y se instala en la responsabilidad emocional.

La importancia de escuchar a los demás

Escuchar es de suma importancia para una comunicación óptima. La gente a menudo se centra en su capacidad para hablar creyendo que hablar bien es sinónimo de una buena comunicación. La capacidad de hablar correctamente es un componente necesario para una comunicación exitosa. La capacidad de escuchar es mucho más importante.

La importancia de escuchar en la comunicación es a menudo bien ilustrada cuando analizamos nuestras habilidades para escuchar a los que nos rodean, en particular a nuestro cónyuge, pareja, hijos o amigos. Presta atención a las conversaciones cotidianas que tienes con estas personas con las que creemos que nos comunicamos bien.

Escuchar significa dirigir la atención hacia las palabras del otro, tratando de lograr una percepción exacta de la palabra hablada y extraer lo esencial del mensaje oído y no hacer juicios anticipados, sin haber comprendido cabalmente la información brindada por el interlocutor.

Con el fin de comunicarse de manera efectiva, tenemos que ser capaces de escuchar lo que la otra persona está diciendo. No sólo oír porque la acústica es buena o porque la otra persona está hablando en un tono lo suficientemente alto.

Es importante que escuchemos lo que la persona está diciendo, porque hemos tomado el tiempo de escuchar activamente.

Algunos de los beneficios que obtenemos al escuchar son:
– Un clima positivo para la comunicación, logrando que ésta sea más efectiva.
– Logramos captar el sentido exacto del mensaje del emisor, reduciendo los malentendidos.
– Obtenemos información relevante sobre nuestro interlocutor.
Al escuchar activamente a nuestro emisor, le demostramos que tenemos consideración por su punto de vista, acrecentando su autoestima. Esto provoca que nos continúe facilitando información importante.

Escuchar requiere tiempo y esfuerzo y cuando se trata de mejorar nuestra comunicación no se puede pasar esto por alto. Cuando estamos escuchando música o viendo la televisión, sin duda evitamos que nuestra mente divague. Si queremos que nuestras habilidades de comunicación mejoren, es indispensable que nos centremos en lo que la otra persona nos está diciendo.

Sin duda, esto puede resultar difícil, puesto que no todas las conversaciones son precisamente de nuestro interés. Sin embargo, las habilidades de comunicación implican que centremos nuestra atención en nuestro interlocutor, no importan si se trata de niños o adolescentes.

Permitir que la persona con la que estamos charlando termine de expresar sus pensamientos antes de comenzar a formular una respuesta también es fundamental para un buen entendimiento. Recuerda esperar siempre un momento antes de comenzar a formular una respuesta u opinión de lo que te acaban de decir, esto le dará a la otra persona la oportunidad de agregar cualquier cosa que pudo haber pasado por alto.Al esperar un momento también lograr que la otra persona sepa que ha sido escuchada por completo.

Si practicas esto por un tiempo, la gente se relajará al conversar contigo pues sabrán que eres una persona que sabe escuchar. Sin duda, apreciarán el hecho de que pueden comunicarse y ser escuchados. Hay que tener en cuenta que no se puede aceptar aquello con lo que no se está de acuerdo; pero se puede validar lo que se oye y mostrar la discrepancia como una opinión propia. Hay veces en las que la opinión de uno no puede ser de ninguna forma aceptada, aunque sí oída.

Cuando tengas una conversación con personas cercanas a ti, trata de ir un paso más allá y repetir algún elemento de la conversación. Por ejemplo, si la otra persona está hablando sobre las cosas que le incomodan en su trabajo tú podrías decir “entonces no te sientes cómodo llevándote trabajo a casa”… de esta manera le das a la otra persona la oportunidad de corregir cualquier malentendido que pueda haber ocurrido durante la conversación o para aclarar cualquier punto que no te haya quedado claro. Esto elevará el nivel de comunicación y la persona con la que estás conversando se sentirá respetada e importante dada la atención que le estás otorgando durante la conversación.

La importancia de escuchar durante la comunicación es algo que vale la pena tener en cuenta. Los buenos oyentes suelen ser algunos de los mejores ponentes por que se toman el tiempo de averiguar en qué está realmente interesada la gente. Si eres capaz de entender lo que es importante para la gente sabrás como llegar a ellos.

Escuchar no sólo consiste en oír lo que se dice, implica poner atención a la forma en que se dice, a lo que no se dice e incluso el momento en que se expresa algo. Recordemos que la escucha activa trae consigo una serie de beneficios, entre otros: genera confianza, reduce la resistencia de nuestro interlocutor, genera autoestima y carácter. Escuchar activamente requiere el desarrollo de una serie de habilidades, pero sobretodo, requiere de una actitud de apertura y de respeto hacia la persona con la que estamos conversando.