Cualquiera que sea lo que te produce miedo, anímate a implementar los siguientes diez métodos contra el miedo y la ansiedad.
Tómate tu tiempo. Cuando nos sentimos asfixiados por el miedo o la ansiedad nos resulta imposible pensar con claridad. Se nos acelera el corazón, las manos nos sudan, sentimos pánico y confusión debido a la adrenalina que produce nuestro cuerpo. Por lo tanto, lo primer que debes hacer es tomarte tu tiempo, respirar profundamente e intentar apaciguar tu ánimo.
Intenta distraerte y dejar de pensar en lo que te preocupa durante un par de minutos; prueba caminando un par de cuadras, haciéndote un té o tomando un baño. Cuando te sientas más tranquilo serás capaz de decidir la mejor manera de hacerle frente a esa preocupación.
Plantéate ¿qué es lo peor que podría pasar?. Cuando estás ansioso por algo, ya sea por el trabajo, una relación o un examen te puede ayudar bastante el pensar que es lo peor que podría pasar en esa situación. Incluso si se trata de una presentación en público o una entrevista de trabajo, lo más probable es que luego de ella sobrevivas. A veces lo peor que puede ocurrir es un ataque de pánico y otras veces no es algo más grave que olvidar un par de líneas antes de continuar.
Aun si empiezas a sentir que el corazón te late tan rápido que podría saltar de tu pecho o las manos te sudan tanto que las notas se te resbalan de los dedos, lo mejor que tienes que hacer es intentar mantener la calma, pararte con firmeza y pensar que será solo cuestión de minutos para salir de esa situación. Intenta colocar la palma de tu mano sobre tu estómago, respirar lenta y profundamente – un promedio de 12 respiraciones por minutos – te ayudará a calmar tu cuerpo. Quizás pueda tomarte más que un par de minutos, pero eventualmente el pánico desaparecerá. El objetivo es ayudar a tu mente a acostumbrarse a hacer frente al pánico y enfrentarlo cada vez de mejor manera.
Exponte a tus temores. Evitar las cosas que te dan miedo solo genera que éstas te resulten más atemorizantes. Si por ejemplo entras en pánico estando en un ascensor, intenta subirte nuevamente al día siguiente. Entra al ascenso las veces que sean necesarias hasta que el miedo comience a disiparse con cada ocasión en la que no ocurrió nada. Sea cual sea tu miedo, si te enfrentas a él comenzará a desaparecer de a poco.
Hazte una idea de lo improbable que es lo peor. Cada vez que los temores se interponen en nuestro camino te será más fácil hacerles frente si al final dejas de pensar en todas las posibles desastrosas consecuencias que te ocasionará el mismo. Trata de imaginar que es lo peor que podría pasar. Si retomamos el ejemplo de una presentación en público, lo peor que podría suceder es que te diera un ataque al corazón luego de un desmedido ataque de pánico. Piensa en qué tan posible es esto, cuáles son tus posibilidades en base a tu salud y tu estilo de vida. Verás que lo más probable es que esto no sea posible. Y conforme comiences a descartar las peores posibilidades, comenzarás a sentir menos ansiedad cada vez que te enfrentes a determinadas situaciones.
Se realista. Los temores tienden a ser mucho peores en nuestra cabeza que en la realidad. A menudo, las personas que han sido atacadas no dejan de pensar que volverás a ser atacadas de nuevo en la primera oportunidad en la que atraviesen un callejón oscuro. Pero la probabilidad de que vuelva a ocurrir exactamente de la misma manera dos veces es muy baja.
Del mismo modo, las personas tienden a pensar que si comenzaron a balbucear o se olvidaron de lo que tenían que decir estando en público, les volverá a suceder. Recuerda, estas cosas pasan en situaciones de estrés y mientras menos pienses en ellas es menos probable que ocurran.
No te aferres a la perfección. Los perfeccionista suelen ver todo como “blanco o negro”. Si no eres el mejor padre del mundo, eres el peor. Si no soy el mejor de la clase, soy el peor. Este tipo de pensamientos no son realistas y tampoco te ayudarán a sobrellevar la ansiedad.
La vida está llena de tensiones, sin embargo muchos sentimos que tiene que ser perfecta para que valga la pena. Los días malos y accidentados suelen suceder, pero tienes que recordar que no todo está perdido y si fallas, habrá otras oportunidades en las que podrás evitar estos errores.
Finalmente, recuerda recompensarte. Cuando hallas hecho esa presentación o halas entregado tu proyecto, refuerza esa sensación de éxito dándote un pequeño capricho u obsequio. Ya sea comer tu platillo favorito, ir al cine a ver esa película que tanto has esperado o cualquier otro detalle que te haga feliz. Recompensa los esfuerzos que pusiste en práctica para vencer tus miedos.