A menudo escuchamos a nuestros amigos quejarse de lo poco que nos ven últimamente o a nuestros padres expresando su preocupación por lo mucho que trabajamos y por el bien de tu salud, no deberías dejar pasar por alto estas sutiles señales de alerta.
Sin que lo notes, las exigencias de tu trabajo o demás responsabilidades te hacen trabajar como un auto que sigue avanzando con el “neumático de repuesto” y por ende, no te das cuenta de lo que el estrés está haciendo contigo.
Desarrollo de grasa abdominal o visceral. Recientes estudios han encontrado la relación entre el exceso de grasa abdominal (incluso en una persona con un peso normal) y el exceso de cortisol – la hormona que producimos cuando estamos estresados-. El cortisol se encarga de estimular la producción de nuevas células grasas, así como del crecimiento de las células existentes en y alrededor del vientre. En algunos casos, el cortisol también es responsable de estimular el apetito por lo que podrías estar comiendo sin que exista un motivo aparente.. El exceso de grasa en el abdomen, también conocido como “grasa visceral” que se envuelve alrededor de los órganos (La grasa visceral es el tejido graso interno que envuelve el corazón, el hígado, los riñones y el páncreas, así como los espacios intramusculares), aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, apoplejía, diabetes tipo 2 y demencia, además de estar asociada con el cáncer de mama. Además de aumentar la producción de cortisol, la grasa visceral reduce los niveles de endorfinas en el cuerpo, que son las hormonas que nos hacen sentir bien.
Se sabe que la grasa visceral causa inflamación en el colon y las paredes de las arterias. Además, se ha determinado la correlación entre grandes cantidades de grasa visceral y cáncer, presión arterial alta, colesterol alto, diabetes y enfermedades metabólicas en general.
Aparición de acné. Ahora se sabe que el estrés conduce la liberación de neuropéptidos en el cuerpo, así como otros productos químicos en la piel, lo que puede crear inflamación, haciendo que los vasos sanguíneos se contraigan, lo que hace que la piel se vea tensa o restirada. El estrés no solo puede propiciar los temidos brotes de acné, sino que hace que las erupciones cutáneas sean más grandes y rojizas. Debido a que el acné ocasionado por el estrés no responder tan bien a los remedios tópicos, los especialistas recomiendan técnicas de manejo del estrés para tratar este problema de raíz.
Ingesta constante de bebidas energizantes o energéticas. Las bebidas energizantes son bebidas que contienen cafeína, taurina, vitaminas, suplementos herbales y azúcar o edulcorantes y son mercadeados para aumentar la energía, perder peso, resistencia, rendimiento atlético y concentración. Cuando se abusa del consumo de bebidas energéticas, como de cualquier otro producto con cafeína, el sistema nervioso puede verse afectado.
La ingesta excesiva de cafeína ocasiona efectos secundarios tales como: mareos, nerviosismo, ansiedad, hiperactividad, insomnio, palpitaciones o arritmia, e hiperactividad, temblores, insomnio, ansiedad, y palpitaciones o arritmia.
A largo plazo, el exceso de cafeína remueve el calcio de los huesos y puede provocar gastritis, dolores de cabeza frecuentes y fatiga. Es por ello que estos productos pueden empeorar los cuadros de ansiedad debido a la acción que tiene la cafeína sobre el sueño.
Sangrado de encías. El estrés influye de manera perjudicial en la salud bucal y predispone a la gingivitis ya que nuestras defensas no trabajan al cien por ciento en situaciones de estrés, facilitando a las bacterias la colonización de nuestra boca.
Ardor en el estómago después de cada comida. La gastritis genera dolor abdominal, náuseas, agruras e intolerancia a los alimentos. La automedicación, tan usual entre las personas que padecen gastritis, es contraproducente, y si por alguna razón la infección avanza, puede degenerar en cáncer de estómago. El estrés se asocia como uno de los factores causantes de la gastritis, de la misma forma que empeora los síntomas cuando ya se padece la enfermedad.
Dolores musculares. El dolor muscular suele estar muy relacionado con tensión, sobrecarga o lesión muscular por un ejercicio o trabajo físicamente exigente. Un estado de estrés prolongado tensa los músculos y produce tensiones y dolores musculares especialmente en las zonas cervicales y lumbares, dando lugar a dolores de espalda, contracturas musculares, calambres y sensación de entumecimiento.