Hay quien dice y no le quito la razón que sonreír hace que salgan arrugas, pero siendo totalmente sincera, me da igual. Prefiero mil veces llenarme de arrugas que no ser todo lo feliz que puedo siempre.
Ser feliz es bueno para nosotros y para los que se encuentran a nuestro alrededor, si llevamos con nosotros un ambiente de felicidad y un buen semblante probablemente lo contagiemos a todo el mundo con el que estemos. La felicidad no viene sola y desde luego siempre se disfruta mucho más con amigos y familia que solo.
Así que ya sabes, empieza tu día con una sonrisa y probablemente la contagiarás por ahí y tus quehaceres diarios se harán mucho más amenos. Compruébalo tú mismo y juzga como es empezar un día de mala leche y las pocas satisfacciones que podemos sacar de ello o hacer lo contrario. ¡No te vas a arrepentir!
Trucos para empezar el día con una sonrisa
Que en tu despertador suene una canción agradable. Las canciones que vienen predefinidas en los móviles son la cosa menos agradable (en la mayoría de las ocasiones) del mundo, por lo que no las recomiendo bajo ningún concepto para levantarse. Cambia a una melodía tranquila y sobre todo aunque suene cursi que te inspire buen rollo (ten en cuenta que con quien duermas también tiene que sufrirla).
Estírate como si no hubiera mañana. Piensa que te apetecería separarte de alguna de tus extremidades y estíralas al máximo. Notarás los efectos enseguida ya que uno se queda más descansado.
Prepararse para empezar el día no es una contrarreloj. Aunque muchas veces apuramos para dormir cinco minutos más en la mayoría de las ocasiones es algo contraproducente ya que nos obliga a correr durante esos cinco minutos como locos de un lado a otro de la casa para prepararnos. Recomendamos tomarlo con la mayor calma posible.
Prepara todo la noche anterior: comida, ropa… Tanto si duermes acompañado como si no deja todo listo la noche anterior para que no te pille el toro. En mi casa tenemos la saca costumbre de tener cargada la cafetera con el café para solamente tener que ponerlo al fuego.
Desayuna fuerte porque como decía mi abuela hay que “Desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo”. No hace falta que sea literal porque se pueden hacer más comidas, pero si que es bueno desayunar fuerte.