Hay una película por la que siento una debilidad especial ya que me parece un canto a la alegría, a la amistad, a la ilusión, a las segundas oportunidades, al amor profundo y sencillo, a la lealtad sin concesiones, al optimismo.
Una película agridulce con escenas memorables que arrancan una carcajada sin caer en el humor absurdo, chusco y previsible que tanto abunda en los cines de unos años a esta parte y otras tan tiernas que se arrasan los ojos en lágrimas y uno no puede evitar desear que su mejor amigo dijera eso de él en su funeral.
Estoy hablando de Despertando a Ned (Waking Ned Devine), una comedia británico-irlandesa dirigida y escrita por Kirk Jones y rodada en la Isla de Man.
Puede que sea el humor británico combinado con el irlandés lo que la convierta en deliciosa; tanto que obtuvo numerosas nominaciones a premios tan prestigiosos como los BAFTA, Marco Island Film Festival, Gijón International Film Festival, New York Comedy Festival, Paris Film Festival o Satellite Awards, alzándose con algunos de los premios en diversas categorías.
Argumentos de Despertando a Ned
No soy de destripar tramas así que sólo os diré que la acción se desarrolla en Tulaigh Mhór un ficticio pueblo irlandés perdido en una diminuta isla en el que viven una existencia pacífica y tranquila sus escasos 52 habitantes, en su mayoría ancianos, hasta que descubren que a uno de sus vecinos le ha tocado la lotería. Y no un botecito cualquiera, no, sino la friolera de 7 millones de libras irlandesas, ahí es nada.
Jackie O’Shea y Michael Sullivan (Ian Bannen y David Kelly), ancianos ya y amigos inseparables desde la infancia indagan hasta descubrir que el ganador fue el pobre Ned Devine, y digo pobre porque lo encuentran aferrado al billete con una sonrisa congelada por la emoción y la muerte que le sobrevino al saberse el único ganador del país.
¿Y ahora qué? No tiene familiares ¿Se lo confiesan a la Administración de Loterías? Esa noche, la respuesta llega en forma de sueño: Ned Devine se le aparece a Jackie O’Shea y le dice que reparta el premio entre todos los habitantes del pueblo. Parece sencillo pero primero tendrán que engañar al inspector de la Administración, ¿no es cierto?
Y hasta ahí puedo leer, como siempre.
Sólo deciros que a partir de ese momento se suceden escenas en las que aparecen porquerizos enamorados a los que ni el jabón ayuda, una legión de viudas ancianas con ganas de conquistar al único soltero del pueblo, una bruja despreciable que quiere hacerse con el premio, ancianos en pelota picada con pellejos al aire cabalgando hasta el ocaso en motos diminutas por carreteras secundarias.
Despertando a Ned es una película maravillosa, un milagro cinematográfico, un canto al ser humano.