Una de las acciones claves que debemos llevar a cabo cuando decidimos como controlar el enojo, es la identificación de las causantes del mismo. Muchas personas parecieran tener problemas de ira crónica y ni siquiera parecer estar seguros de qué se los provoca.
La rabia es una emoción biológica que surge como consecuencia de haber experimentado la frustración de alguna de nuestras necesidades o deseos. Es una vivencia de perdida, no tenemos lo que necesitamos y queremos. A diferencia de la tristeza que es más paralizante, la rabia suele en la mayoría de las ocasiones ser un motor para pasar a la acción, para reparar el daño sufrido, cuando sentimos esta emoción empezamos a pensar en cómo reparar nuestra pérdida o qué hacer. No es hasta que identificamos los motivos por los que estamos enojados que podemos comenzar un proceso para tratar este malestar.
– Necesidad de los demás. Uno de los motivos por los que la gente se muestra enojada a menudo es porque necesitan atraer la atención de los demás hacia sí mismos. A menudo, estas personas sienten que sin importar que sea una atención negativa, es mejor que nada. Si sientes que necesitas sentirte querido o escuchado, quizás esta sea uno de los motivos que está provocando tu ira.
– No tener el control de las cosas. Debemos aceptar el hecho de que la mayoría de las cosas en el mundo están fuera de nuestro control. Si continuamente intentas controlar a tu familia, amigos o circunstancias que te rodean, el resultado será siempre frustrante y propiciará tu enojo.
– Falta de perdón. Esta también puede ser la raíz de tu enojo. Si tu nunca has perdona con facilidad o existe alguien a quien aprecias pero no has podido perdonar por algún error u ofensa cometida, estás y seguirás atrapado en una trampa viciosa que finalmente te destruirá, puesto que todo ese enojo residual continua en ti sin posibilidad de escapar.
– Odio hacia sí mismos. Con frecuencia este odio viene de dolores imaginarios, gente que no se acepta porque es gorda, o porque es fea, o porque hubiera querido ser más alta, más inteligente o porque se experimentan cobardes o perezosos ante ciertas situaciones.
– Odio residual. Muchas personas mantienen frescas las heridas del pasado. Para liberarnos de la pesada carga del recuerdo que lastima y limita debemos primero olvidar y luego perdonar. Olvidar es una de las funciones de la memoria que nos permite liberar de nuestra conciencia, el dolor que acompaña las experiencias penosas. El tiempo para olvidar y perdonar es personal e involuntario. No se pueden cambiar los hechos, pero si la experiencia de los mismos. Es decir, podemos esforzarnos por transformar el recuerdo y acelerar el proceso del olvido.
El que la ira sea una emoción biológica significa que es natural sentirla, y por tanto saludable también, nuestro aprendizaje consiste en saber manejarnos con ella y encauzarla adecuadamente para no hacer daño gratuito a los demás, al entorno o a nos- otros mismos.
Tenemos que tener en cuenta que rabia o enfado no tiene que ser igual a violencia, pero que, si sembramos violencia recibiremos violencia. La rabia, la ira, la cólera, o cualquiera de sus otros sinónimos pueden llegar a dañar la salud física y mental de una persona, por lo que hay que tratar de manejarla de la mejor forma posible. Muchas personas aseguran que si una persona se mantiene alejada de los sentimientos de odio, rencor, cólera y rabia, evita que su cuerpo y su corazón se mantengan limpios.