Los malos hábitos son como la mala hierba

Tener buenos hábitos constituye una manera de organizarse para lograr objetivos, hacer las cosas de manera ordenada y lógica, establecer maneras prácticas que faciliten la ejecución de los deberes, y aprender a trabajar de manera autónoma e inteligente, pues una forma habitual y ordenada de hacer las cosas permiten encauzar la energía.

Los malos hábitos no deben definir a una persona, así que puedes liberarte de los malos vicios, y sustituirlos por otros quehaceres más adecuados para tu vida.

En definitiva, para formar nuevos hábitos, que puedan sustituir a otros no tan buenos, se practicar  la auto-disciplina, entrenándote para lograr las metas propuestas, teniendo siempre presente la recompensa a largo plazo y no sucumbiendo ante los premios inmediatos. Con esas realizaciones en el tiempo se habrá formado un buen hábito.

Los malos hábitos son bastante parecidos a la mala hierba que crece en nuestros jardines. Cuando arrancas uno, pareciera que brotan uno o dos más, o al menos así sucede en ciertas ocasiones. Por ejemplo, las personas que deciden dejar de fumar, comienzan a comer más debido a la ansiedad, generando así un problema de peso; Dejan de morderse las uñas, pero comienzan a arrancarse el cabello o a rechinar los dientes para contener el estrés. Solemos dejar para después muchos pendientes, porque nos sentimos atestados de trabajo y más tarde, nos sentimos aún más presionados porque hay muchas cosas aún por hacer.  Pero eso no es todo, podría mencionar varios ejemplos más de cómo una cosa nos llevar a otra. Aunque esto no tiene porque ser así siempre. Para superar un hábito, hay que ocuparnos de la misma manera en que nos ocupamos de la mala hierba.

Para comenzar, debemos tomar la decisión de deshacernos de éste hábito. Esto es muy importante ya que,  necesitamos hacer un compromiso con nosotros mismos antes de poder dar el siguiente paso.  Una vez tomada esta decisión, podemos:

Trazar un plan. ¿Cuál es la mejor estrategia para superar éste mal hábito? Comienza a investigar al respecto. Lo que puedes comenzar a hacer para dejar de comer tanto no te funcionará para dejar de postergar tus pendientes o para dejar de fumar o para dejar de morderte las uñas. Así que dependiendo de cuál sea tu mal hábito, debes indagar un poco más al respecto y de ser posible,  informarte tanto como te sea posible con publicaciones reales, no con las opiniones que los demás te dan respecto a lo que ellos hicieron para cesar este u aquel hábito.

Consigue las herramientas necesarias.  Para retirar la mala hierba de tu jardín necesitas de una buena azada y algún eficiente herbicida.  Para dejar de fumar, por ejemplo, podrías requerir hipnosis, parches de nicotina, pastillas o una férrea determinación; para dejar de morderte las uñas a lo mejor necesites una de esas pinturas de uñas que saben horrible,  o quizás una manicura o comenzar a usar uñas de acrílico para no estropear las tuyas.

Haz consciencia de lo que activa éste hábito.  Otra vía de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que una persona emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa. Acaba comunicándose a través de alguna mala costumbre. Puede ocurrir entre los adolescentes que no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres. Acaban adquiriendo un mal hábito para llamar la atención. Muchos de los hábitos también están relacionados con el estrés. De manera que se tiene que hacer algo para controlar el estrés. Estos hábitos, además de no ser placenteros, no se ven bien. Estamos hablando de comernos las uñas, mordernos los labios constantemente, mover la rodilla, tocarse la nariz y otros más.

Usa las palabras para modificar tu manera de pensar.  La repetición es una herramienta muy útil en estos casos.  Usando las nuevas palabras o sugestiones que dicten en forma positiva lo contrario del mal habito, por ejemplo si queremos dejar de fumar podemos usar la sugestión «me gustan los lugares libres de humo de cigarro» o «mis pulmones se encuentran sanos libres de humo de cigarro». Podemos hacer repeticiones verbales de estas afirmaciones a todas horas y entre más veces las hagamos mayor impacto tendrán en nuestro comportamiento.

La mayoría de lo que hacemos en la vida es producto de nuestros hábitos. Hacemos las mismas cosas que hicimos ayer, el día anterior y cada día del último mes. Esto significa que de los miles de actos realizados, nuestro cerebro sólo procesa consciente mente una minúscula parte. Los hábitos, buenos o malos, nos hacen tal como somos. No trates de cambiar varios hábitos a la vez. Con el cambio de un solo hábito puedes enfocarte en hacerlo realmente realidad. Enfrentar más de un hábito a menudo significa nada. Si supiéramos cómo cambiar un hábito por otro, entonces un pequeño esfuerzo podría crear grandes cambios. La clave es tener control sobre los hábitos.

Tips para manejar y administrar el estrés

Día a día ¿buscas ingeniártelas para hacer frente al ritmo acelerado de tu vida?  ¿A menudo te sientes estresado, frustrado y cansado? No es algo para sorprenderse y tampoco eres el único. La vida de hoy en día puede llegar a ser tan trepidante y frenética que a menudo más y  más personas experimentan episodios regulares de estrés crónico. Ya sea por estrés laboral o familiar  u otro tipo de situaciones, todos y cada uno de nosotros tiene que lidiar con el estrés en nuestras vidas.

La mala noticia es que es imposible eliminar por completo la tensión en nuestras vidas, ya que cualquier cosa puede desencadenar el estrés y hay muchos otros factores en nuestra vida que nos hacen sentir estresados. La buena noticia es que podemos aprender a lidiar mejor con el estrés y a manejarlo de manera más eficaz.

De hecho, aprender a lidiar con el estrés y ajustar la manera en que reaccionamos ante el mismo es de suma importancia ya que así podemos evitar el efecto perjudicial en nuestro estado mental que a su vez puede afectar nuestro bienestar físico.  Si no aprendemos a aplicar simples técnicas para el manejo del estrés, podríamos estar permitiendo alteraciones en nuestro cuerpo, tales como aumento de la presión arterial, problemas cardiacos, trastornos alimenticios e incluso otras condiciones físicas vinculados a los mismos, como la diabetes y el insomnio. De ahí que sea tan importante buscar algún medio para manejar el estrés. No permitas que el estrés se maximice y afecte tu bienestar general. Las siguientes son algunas pautas que puedes poner en práctica a fin de mejorar y manejar el estrés.

Comienza identificando las causas de tu estrés. ¿tiendes a preocuparte por casi todo, todo el tiempo? Esta es una de las causas más comunes de estrés y la mayoría de las personas lo ven como algo normal a lo que terminan acostumbrándose.  Podemos comprobar que existen innumerables agentes externos e internos capaces de producir un impacto en nuestro sistema nerviosos y hormonal.  Debes identificar qué puntos dentro de tu entorno son los que te causan el estrés, puede ser el ritmo de trabajo constante que puedes solventar descansando 10 minutos cada hora o un vecino o compañero de trabajo  que te resulta desagradable que puedes solventar hablando seria y diplomáticamente con él.

Todo lo que te causa estrés tiene solución pero no se detendrá si no identificas ese punto y lo eliminas o cambias para que no siga produciéndote estrés.

Cada vez que comiences a sentirse estresado, intenta hacer un balance y pregúntate qué es lo que te hace sentir de esta manera. Puede que termines dándote cuenta que lo que te hace sentirse estresado y agobiado, puede ser algo trivial que podrías evitar o minimizar.  Realmente es necesario que te tomes un tiempo para identificar lo que te provoca estrés y ansiedad puesto que la comprensión de esto es el primer paso para una eficaz gestión del estrés.

Priorizar labores: Reflexionar por un momento qué tareas se debe realizar con mayor urgencia y cuáles son de mayor importancia, para de esa manera poder organizar nuestra agenda. Es fácil sentirse abrumado cuando pasan demasiadas cosas al mismo tiempo y uno no sabe por dónde empezar a resolver sus problemas. Es imprescindible aprender a priorizar los temas en danza para, luego, encarar las cosas de a una por vez. Poco a poco, las cosas empezarán a acomodarse

Relajate. Es importante saber “poner el freno” en nuestras situaciones diarias. No hacer todo de forma apresurada y no alterarse si en un comienzo no se ven resultados.

Pide ayuda. No todo lo puede hacer uno solo. El trabajo se hace más llevadero y sencillo si se comparten las tareas y se pide consejos a los compañeros. Aún sin hablar específicamente del problema, estar con alguien con quien uno se siente cómodo es, sin lugar a dudas, una buena idea.  Haz un esfuerzo para delegar y pedir ayuda siempre que sea necesario. Como seres humanos todos tenemos limitaciones, por lo que es imposible tener la capacidad para saber y hacer todo. No quieras abarcar más de lo que te es posible.

Establece un estilo de vida sano: haz ejercicio, aliméntate sanamente, duerme lo que necesitas para descansar (recuerda que la calidad de sueño es más importante que la cantidad), etc. Recuerda que si el estrés es muy intenso o te ha durado por un largo tiempo y no lo has podido manejar, siempre es recomendable consultar a un especialista.

 

Rodéate de personas positivas

El optimismo, al igual que el resto de las emociones positivas permiten el florecimiento de las personas y desde ahí, el aporte que ellas realizan en su entorno incrementa enormemente. Nada te hace sentir más negativo que rodearse de otras personas negativas. Todos hemos oído la frase «los iguales se atraen». Todos los sentimientos son contagiosos. Las personas que gran parte del tiempo tienen mentalidad negativa,  se la pasan siempre quejándose de lo mal que es la vida,  sin embargo nunca hacen  nada al respecto. Muchas investigaciones han demostrado que nuestro grupo de amistades de referencia suponen un factor clave para determinar si una persona tendrá o no éxito en la vida. Buscar un grupo de referencia de personas positivas y tranquilas es vital si queremos evitar caer presa del desánimo que producen los comentarios negativos.

En este tipo de personas  prevalecen los sentimientos de furia, coraje, resentimiento y falta de amor hacia la vida  Pase tiempo con algunas personas de pensamiento positivo y  podrá ver  el efecto que tiene sobre su estado de ánimo.

Las personas optimistas disfrutan la vida llenas de energía, se sienten capaces de dar un giro a su propia vida y son la mejor influencia al momento de buscar un cambio en la nuestra.  Aquellos que no temen dar rienda suelta a sus sueños ni abandonar el grupo en busca de nuevas aventuras. Estas personas son fácilmente identificables. Por lo general sus palabras vienen cargadas de practicidad, libres de recelos y egoísmos, no juzgan ni envidian, por el contrario, aportan mucho crecimiento de los demás.

Todos necesitamos relaciones que nos ayuden a vivir, que nos impulsen a ser nosotros mismos, que nos inviten a la madurez y a la autonomía. Necesitamos estar rodeados de personas que practique la jardinería humana, puesto que el contacto con ellas nos enseñará a través de sus experiencias de vida el apoyo y la comprensión que al mismo tiempo, debemos brindarles a los demás.

Este tipo de personas no se limita a  escuchar, sino que impulsan y enseñan, y cuando menos lo esperas ya están estableciendo metas y objetivos a lo que en su mente era una simple idea, esto gracias a que entienden el riesgo como la única garantía para el crecimiento personal.

La actitud positiva se transmite, por eso, es indispensable  rodearse de personas que tienen una visión de la vida más optimista, sobre todo en el trabajo.  Los ambientes positivos abren espacio a la creatividad y generación de ideas nuevas, haciendo más eficientes los  tiempos de trabajo.

Quienes constantemente se quejan o están atacando a los demás, contribuyen  a generar un ambiente negativo que impide, entre otras cosas, ser productivo y eficiente.  Esto es muy común en los espacios de trabajo o estudio, pero puede evitarse teniendo mayor cercanía con aquellas personas que transmiten una actitud más alegre y entusiasta, y logrando enfocarte en los propios recursos para hacer frente a situaciones de este estilo.

Si bien no podemos huir por siempre de los acontecimientos negativos, podemos reducir la compañía de las personas que no nos aportan nada. Pasar el tiempo junto a personas negativas sólo servirá para reforzar tus propios pensamientos negativos. No es necesario tampoco que te aísles, pero te será de gran ayuda el rodearte de personas positivas y optimistas que sepan animarte. Pasa más tiempo con quienes te hacen sentir aceptado y lleno de energía, al resto toléralos e intenta que no te afecte su negatividad, pero no les cedas demasiado terreno ni atención.

Intenta rodearte y compartir tu tiempo con personas tranquilas, alegres y satisfechas, porque eso te ayudará a sentirte mejor y a aumentar tu nivel de satisfacción con la vida.

Las barreras que limitan nuestro éxito

¿Alguna vez te has preguntado porque pese a que te esfuerzas por cambiar tu vida pareciera que esto no sucede? Quizás sientas que corres dentro de una rueda para hámster y sin importar que tan rápido corras o cuanto te esfuerzas, no pareces llegar a ningún lado. Hay varios  posibles motivos por lo que esto sucede:

Las barreras que limitan nuestro éxitoTemor al éxito. Muchas personas suelen temer a las responsabilidades que conlleva el hecho de conseguir una meta. Supongamos que tu meta inicial era conseguir otro puesto para la empresa en que laboras. Al lograrlo, podrías comenzar a temer no cumplir con las expectativas de los demás o temer que no puedas realizar satisfactoriamente todas las tareas que tu nuevo puesto implica.

No obstante, es indispensable que  antes de proponerte una meta, consideres las nuevas responsabilidades que vendrán y a continuación, te mentalices para mantener el éxito obtenido tras la obtención de tu meta.

Creencias limitantes.  Las creencias no tienen vida propia… son pensamientos y sentimientos de certidumbre que «viven” dentro de cada de nosotros, y se refieren a una persona, situación o cosa. Por referencias culturales, por usos y costumbres, los seres humanos desarrollamos, con más frecuencia, experiencias  sufridas limitadoras tóxicas y dolorosas. En el camino para conseguir nuestro éxito y nuestra felicidad nos encontraremos con obstáculos tanto externos como internos, siendo estos últimos los más peligrosos para nosotros. Peligrosos porque estos auto saboteadores funcionan de manera inconsciente y enmascarados en forma de estados emocionales negativos y creencias limitantes que nos pueden impedir conseguir nuestras metas. Como dijo Sócrates, todos tenemos en nuestro interior las respuestas no solo para conseguir nuestros objetivos, sino también para superar los baches que nos podemos encontrar por el camino.

Dinero perdido.  La gente suele tener  tanto miedo a perder… que termina perdiendo. Ganar implica no tener miedo a perder. El motivo por el cual no se gana financieramente, es porque el miedo a perder es muchísimo más grande que su entusiasmo por ganar. Todos quieren irse al cielo, pero nadie quiere morirse. Muchos sueñan con ser ricos, pero están aterrorizados con perder dinero. Siempre se puede transformar una pérdida en un éxito financiero. Ese fracaso sólo lo hará más fuerte y más astuto. El mundo real lo está esperando para hacerse rico. Son las dudas las que mantienen pobre a una persona. No escuche a la gente pobre o temerosa. Una de las cosas más difíciles de la adquisición de riqueza, es ser fiel a uno mismo y no dejarse llevar por la multitud.

Identifica tu misión en la vida. Es importante comprender tu función de creación, cada persona debe hacer aportaciones al universo únicas y maravillosas, este es un ingrediente fundamental para tener éxito, porque hay que encontrar una idea que nos apasione, así acumularemos mucha energía a través del trabajo y se traducirá en ganancias o la obtención de esa meta por la que nos esforzamos tanto.

Si tienes claro qué es lo que verdaderamente te importa, te resultará más fácil tomar medidas para que tus  prioridades no se vean muy afectadas. Ten muy claras tus prioridades, que no pasen los años y te des cuenta de que has empleado tu tiempo y energía en cosas que, en realidad, no te importaban.

No ganas nada con lamentarte,  con quejarte,  con decir no soy capaz, no puedo, no tengo, pobrecito yo, la vida ha sido cruel conmigo,  nadie me ama, con ser víctima, con pensamiento derrotista. Cambia tus pensamientos, convertirlos en victoria, empieza por ver tus fortalezas y tus dones, tus habilidades.

Procrastinación: impedimento de la eficiencia

El tiempo es como un gran ecualizador. Todo el mundo tienen al día la misma cantidad de horas para trabajar y realizar nuestras demás actividades. Sin importar quien seas, donde vivas y cuanto tienes, el día sigue durando solo veinticuatro horas por igual por lo que es de suma importancia aprender a administrar este valioso elemento.

Procrastinación: impedimento de la eficiencia  Para esto necesitas reorganizar mentalmente la manera en como empleas las horas del día y crear un sistema para la optimización del mismo.  Para ello, necesitamos aprender a evitar elementos distractores, por ejemplo, evitando el uso de   Messenger, Chat, redes sociales, entre otros estando en la oficina. Trata de centrarte en tu objetivo y dedícate a ello principalmente ya que todas estas distracciones nos llevan directamente a la procrastinación.

El verbo procrastinar equivale a posponer, aplazar, diferir: estamos ante un curioso cultismo que define a la perfección la acción de aplazar una tarea u obligación que, sin embargo, no se debería postergar; Procrastinar no es simplemente «perder el tiempo»: es ocultarse, evadirse, provocar retraso sin justificación, no querer actuar a tiempo, aplazar la ejecución de un acto, más bien es el equivalente a «robar el tiempo».

No es malo hacer cosas que nos resulten más placenteras en lugar de otras tareas. El problema con la procrastinación es que nos provoca un sentimiento de culpa, pasado el rato sentimos que en lugar de disfrutar del tiempo lo hemos perdido. La falta de acción puede hacerte sentir arrepentido por hacer las cosas importantes a un lado y no estar siendo productivo, lo cual conlleva a sentirse estresado y por lo consiguiente, se vuelve una excusa para posponer tus acciones aún más.

Quizás no te has percatado de que la procrastinación  produce un sentimiento de baja autoestima, nos hace sentirnos poco confiables así como incrementar la preocupación de no estar cumpliendo con las expectativas que se tienen de nosotros. Esto se debe a que, cuando dejamos las cosas para otro momento, estás sobreestimando el alcance y tiempo que te tomará   un proyecto o tarea, por lo que es posible que cuando te propongas terminarlo, te abrume y no sepas ni por donde comenzar. A menudo se dice que los indecisos son con frecuencia perfeccionista que esperan demasiado de sí mismos, lo quee los aleja de sus metas y sueños.

Existen varias motivos de alejar el éxito en nuestra vida y uno de éstos es la procrastinación. Quienes dejan todo para después, se debilitan a sí mismos, ponen obstáculos en su propio camino, perjudicando a su vez el propio desempeño.

Encontrar los motivos para no hacer las cosas. Existen motivos por los que no deseas hacer las cosas que tienes que hacer. De modo que lo primero que se hace en estos casos es hacer una lista de razones por las que no estás haciendo lo que debes para que puedas evaluar a conciencia que tan válidos son estos motivos. Podrías identificar si lo que te retienen es miedo a hacer las cosas. Tras haber terminado esta lista, puedes comenzar a tomar medidas o pequeños pasos que resuelvan los mismos. Cuando se ponen las cosas por escrito, es más sencillo comenzar a tomar cartas en el asunto.

Trabajar en la planificación. La procrastinación no tiene porque ser un problema siempre y cuando se trabaje en la planificación de tus pendientes. Esto no será tarea fácil. No puedes darle una agenda a alguien que suele postergar las cosas y creer que dará resultado. Sin embargo, puedes comenzar fijándote pequeñas metas para lograr planificar tu agenda con eficacia más adelante.

Los expertos deducen  que las tareas que menos posponemos son aquellas que disfrutamos y que nos sentimos capaces de hacer de manera correcta; No sólo postergamos las cosas  porque encontramos la tarea tediosa, pero porque tememos fracasar, no cumplir nuestras expectativas, porque sentimos inseguridad o amenazada nuestra identidad.

Las metas indefinidas  te llevan a resultados indefinidos. Por ello, es esencial definir tus metas (grandes y pequeñas) claramente. Estudios demostraron que la tendencia a procrastinar es menor si se plantea la tarea en términos muy concretos y específicos.

Tampoco hay necesidad de sobrecargarse con el trabajo.  No tengas más de tres prioridades por semana. Si estás tratando de hacer demasiado te sentirás abrumada. Es mejor completar una cosa, en lugar de hacer un de todo un poco. El sentimiento es muy diferente.