Para muchas personas, el nerviosismo puede ser una sensación incapacitante que los aterra y llega de golpe cuando requieren estar concentrados y tener un pensamiento claro. Es muy difícil impresionar a tu futuro jefe en una entrevista de trabajo o inspirar a una audiencia si tienes las manos sudorosas y temblorosas, si tu mente se queda en blanco o si tienes que tomar aire para poder retomar la palabra. Para estas situaciones hay que saber como controlar el nerviosismo.
El nerviosismo suele ser un padecimiento ligado no muy a menudo con algún otro trastorno grave. De cualquier manera, existe ayuda disponible para lidiar con éste y si se trata adecuadamente, el nerviosismo se puede controlar.
Algunos de los síntomas y signos del nerviosismo que podemos encontrar muy frecuentemente en las personas cuando se sienten nerviosas son:
Malestar estomacal y náuseas, aceleración del ritmo cardiaco, mal aliento (halitosis), tics nerviosos y temblores, resequedad en la boca, manos sudorosas, dificultad para respirar, oleadas de calor o frío, dificultad para concentrarse, tensión muscular, sentirse agitado o mareado.
Pero ¿Qué ocasiona el nerviosismo?
Sentirse nervioso puede ser una reacción normal ante circunstancias estresantes, desconocidas o intimidantes. Es muy normal sentirse nervioso ante una entrevista de trabajo, una cita con el doctor o la presentación final de un proyecto.
Mientras que las situaciones que dan lugar a la sensación de nerviosismo son los factos desendenantes, los cambios o síntomas en el cuerpo se producen debido a un aumento de las hormonas del estrés que son liberadas en la sangre por las glándulas suprarrenales como respuesta a la situación que está provocando ansiedad.
El nerviosismo se pone de manifiesto de diversas maneras, más evidentemente quizás cuando una persona se vuelve una pila de nervios emocional, es decir, alguien que salta constantemente de un pensamiento a otro y no puede quedarse con un solo pensamiento en la cabeza, menos aún llevarlo a su conclusión.
La manera en cómo podemos hacer frente a ese sentimiento de nerviosismo es la que marca la diferencia; Ponerse nervioso es la reacción natural al ser el centro de atención. Lo que se hace con ese nerviosismo es lo que determina si se es capaz o no de actuar. Intentar ignorar el nerviosismo es engañarse a sí mismo y con esto se empeoran las cosas.
Tomarlo de una forma agresiva y decirse, «no me pondré nervioso, no puedo estar nervioso» es igualmente erróneo, por tanto se debe que aceptar el nerviosismo y trabajar con él. Es necesario canalizar la energía nerviosa hacia una energía constructiva, y aprender a relajarse. La relajación es una técnica, y es tan importante cultivar esta técnica como cualquier otra que se aprenda sobre el instrumento. Si uno no puede relajar los músculos conscientemente durante el estudio, tampoco podrás hacerlo en el escenario. Los ejercicios de relajación progresiva pueden darnos un control consciente sobre nuestro cuerpo.
La relajación mental y corporal. La respiración lenta, profunda y rítmica provoca un estímulo reflejo del sistema nervioso parasimpático. Esto produce una reducción en los latidos del corazón y una relajación de los músculos. Como el estado de la mente y el cuerpo están muy relacionados entre sí, estos dos factores producen a su vez un reflejo de relajación de la mente. Además, una mayor oxigenación del cerebro tiende a normalizar la función cerebral, reduciendo niveles excesivos de ansiedad.
Muchos autores han descrito técnicas muy válidas para inducir de forma autodidacta estados de relajación física. Se destacan los métodos de Jacobson, Shultz, y la sofrología. Sobre todos estos, y muchos más, podemos encontrar libros que nos ayuden a conocer su metodología. Debemos ser conscientes del trabajo que supone la iniciación en estas técnicas, así como la práctica continua.
El control de los nervios es una característica importantísima de la personalidad y es un factor clave en la consideración que los demás tienen de nosotros. Gran parte de la valoración que se hace de las personas no se funda en sus habilidades y capacidades para actuar, sino en su ánimo y forma de responder -equilibrada y tranquila, o por el contrario, sobresaltada y colérica- ante situaciones en las que existen imprevistos, contratiempos o contrariedades.