Seguramente a ti también te ha ocurrido que tras dar vueltas una y otra vez sobre la cama, terminas dándote cuenta de que son ya las tres de la mañana ¡y tú sigues sin poder dormir! Pero dormir no tiene porque ser una odisea y de hecho, voy a mostrarte cómo es que el verdadero sueño reparador está estrechamente ligado con el aspecto físico y mental de tu organismo.
Cuando no dormimos es normal sentirnos cansados y un tanto lentos, pero esa no es la única consecuencia para el cuerpo por la falta de sueño. Un periodo de sueño demasiado corto incrementa las posibilidades de padecer presión arterial alta, ataques cardiacos y aneurismas.
Para algunas personas dormir tranquilamente como un bebé no es tan simple como parece.
En algunas ocasiones simplemente no puedes sacarte de la cabeza los pendientes que tienes que terminar al día o siguiente; otras noches simplemente no lograr sentirte cómodo en la cama por más que cambies de posición y en otras ocasiones, logras dormirte al primer intento pero tiendes a despertar cada quince minutos, quizás creyendo haber dejado algo pendiente o bien, simplemente estás pensando en lo que tienes que hacer por la mañana. Si bien es cierto que no hay un método exacto para poder dormir – salvo el poco recomendable uso de somníferos – puedes mejorar la calidad de tu sueño a través de simples cambios en tus hábitos.
- Desarrolla un ritual de relajación para antes de ir a la cama. Quizás no lo recuerdes, pero desde que eras pequeño la hora de dormir conllevaba una rutina. Seguramente recuerdas cuando tus papás te daban un baño con agua tibia, te contaban un cuento, te daban un vaso de leche tibia y te cobijaban en tu cama. Todas esos, hábitos con los que buscaban procurarte un buen sueño. Ahora que eres adulto puedes desarrollar una misma rutina, ya sea tomando un poco de té antes de ir a la cama, tomando un baño de burbujas, haciendo yoga antes de dormir, etc. Pero por supuesto, existen ciertas cosas que deberás evitar en tu rutinas tales como la ingesta de alcohol, tampoco es recomendable que hagas ejercicio en un lapso de dos horas antes de irte a la cama.
- Desarrolla un horario de sueño. Es imposible que te vayas a la cama a las diez y a las siete de la mañana, mágicamente te despiertes sin siquiera haber escuchado la alarma del reloj. Lo que sí es cierto, es que si te vas a la cama a la misma hora seis veces por semana tu cuerpo comenzará a habituarse a este horario y pronto el ciclo del sueño será permanente ya que tu reloj interno se habrá regulado.
- Crea un ambiente propicio para el sueño. Muchos estudios clínicos han arrojado que se puede dormir en ambientes mucho más oscuros y silenciosos. Así que puedes hacer ciertas modificaciones en tu habitación, como cambiar las cortinas por persianas oscuras, cambiar las luces por unas más tenues, usar el aire acondicionado en lugar de un ruidoso ventilador o incluso puedes usar tapones para los oídos. Te recomiendo que también hagas de tu habitación un lugar “libre de tecnología”. Sé que esto puede sonar descabellado y difícil, pero de acuerdo a los estudios los aparatos electrónicos interfieren con el sueño debido a que fácilmente podemos distraernos con ellos, interfiriendo con nuestras horas de sueño. Así que antes de irte a la cama, desconecta la televisión, revisar tu mail y baja el volumen de tu celular o si es posible, apágalo.
Intenta apegarte a estos tres simples consejos y verás como paulatinamente, tus hábitos de sueño comenzarán a mejorar.