Seguramente tú también has escuchado sobre esa regla de que hay que tomar ocho vasos de agua al día. Pero ¿Sabías que la cantidad de agua que ingieres también te hace un persona más agradable con la cual estar?
De acuerdo con dos estudios realizados por la universidad de Connecticut publicados en Febrero en el Journal of Nutrition, basta con que el cuerpo humano presente un mínimo signo de deshidratación para modificar el humor de la persona, el nivel de energía así como la capacidad para pensar con claridad. El estudio se realizó en dos grupos (de hombres y mujeres) con integrantes sanos y activos físicamente, desde personas que eran atletas hasta los que tenían vidas más sedentarias, es decir aquellos que realizan actividad física tan solo entre 30 y 60 minutos por día.
Según este estudio, cada uno de los participantes realizó tres actividades que conducirían a la deshidratación. Después, se les aplicó un examen en el que medirían su capacidad de concentración, reacción, aprendizaje, memoria y razonamiento. El examen demostró que sin importar que la persona hubiera caminado tan solo por 40 minutos, el grado de deshidratación tuvo como consecuencia una pérdida de aproximadamente 1.5 % del volumen de agua en el cuerpo. Es decir, que de acuerdo con este estudio, en cuanto te sientes sediento ya has comenzado a deshidratarte.
Además, el estudio arrojó que la deshidratación (por mínima que fuese) puede ocasionar dolores de cabeza, fatiga y dificultad para concentrarse. También notaron que las mujeres con un leve grado de deshidratación tenían mayor dificultad para realizar las tareas, aunque no había disminución substancias en sus habilidades cognitivas.
El estudio que involucraba a los hombres (publicado en el British Journal of Nutrition en noviembre del 2011) arrojó resultados similares, en los que una mínima deshidratación provoca algunas dificultades para realizar tareas mentales, en especial aquellas que involucren vigilancia y la memoria. Aunque los hombres también experimentaron fatiga, tensión y ansiedad debido a la deshidratación, los cambios de humor fueron más notorios en las mujeres que en los hombres, tanto durante como después del ejercicio.
Antes de que se realizaran estos estudios, ya se sabía que la deshidratación compromete el desempeño físico de las personas. Los estudios no solo arrojan las consecuencias que la deshidratación ocasiona en los atletas de alto rendimiento, sino también en aquellas personas con una vida sedentaria que están demasiado ocupadas como para beber suficiente agua a diario. Cuando el nivel de deshidratación es superior al 2% disminuye la capacidad de memoria a corto plazo y puede afectar por igual a adultos jóvenes y a personas mayores. Por último, se considera severa cuando la deshidratación es superior al 5%, aunque esta situación no es habitual entre la población general.
Los efectos de la deshidratación en la actividad física diaria son bien conocidos, pero no así las consecuencias que puede tener el bajo consumo de líquidos para la buena respuesta del cerebro en el desarrollo de una actividad neuronal. Una correcta hidratación influye en el buen funcionamiento del cuerpo y de la mente. El conjunto de procesos mentales que intervienen en la inteligencia y el pensamiento sufren alteraciones como consecuencia de la deshidratación. La memoria, el aprendizaje, la capacidad de atención, etc. pueden disminuir por la falta de líquidos, sobre todo cuando el cuerpo sufre pérdidas de más del 2%. Si se pierde más del 3% de los líquidos corporales pueden aparecer fuertes dolores de cabeza, alteración en la destreza, y desorientación. Y, cuando las pérdidas superan el 6% es frecuente que se produzcan delirios y/o alucinaciones, disminuye drásticamente la memoria a corto plazo y la capacidad de concentración.
La deshidratación leve o moderada se caracteriza por sed, inquietud o irritabilidad, ojos normales o ligeramente hundidos y, en los lactantes, depresión de la fontanela. Los signos de deshidratación grave son letargo o pérdida del conocimiento, escasa ingestión de líquido o incapacidad de beber, ausencia de diuresis, extremidades frías y húmedas, tensión arterial baja o indetectable y pulso rápido y débil.
Tomar líquidos generalmente es suficiente en casos de una deshidratación leve. Es mejor tomar pequeñas cantidades de líquido frecuentemente en vez de tratar de forzar una gran cantidad de líquido de una sola vez. La ingesta de grandes cantidades de líquido de una sola vez puede producir vómito. Los expertos recomiendan consumir aproximadamente 2-2,5 litros de líquido al día, proviniendo un 20-25% de los alimentos y un 75-80% de las bebidas, es decir, esta cantidad debe ser aportada a través de la dieta diaria.