La honestidad como valor y la integridad como valor van de la mano, pero hoy en día, pareciera que la gente es tan perezosa que estas características se han ido volando por la ventana. De hecho, si le pregunta a la mayoría de los jóvenes hoy en día “¿Qué es la honestidad?” seguramente responderán que es decir la verdad y probablemente no serán capaces de dar una definición mucho más amplia.
Aunque la mayoría de la gente entiende que la honestidad es “decir la verdad”, ¿realmente entiende lo que “decir la verdad” implica? Por ejemplo, si está mal mentir ¿También está mal no decir toda la verdad o no contar toda la historia, por así decirlo? Mucha gente cree que retener parte de la verdad también es mentir y si eres de esas personas que no dicen toda la verdad, no estás siendo honesto.
La honestidad no consiste sólo en franqueza (capacidad de decir la verdad) sino en asumir que la verdad es sólo una y que no depende de personas o consensos sino de lo que el mundo real nos presenta como innegable e imprescindible de reconocer.
Pero, retomando lo que dije sobre los jóvenes y su concepto de integridad hoy en día, la mayoría no tiene idea de lo que está hablando. Esta es solo una palabra que sabe cómo se escribe. Tienen una ligera idea de lo que implica pero no tienen una comprensión real de lo que significa tener integridad mucho menos honestidad.
Cuando se tiene integridad, significa que vives que vives con moral y ética. Moral, es todo aquello que en determinado momento, se considera que tiene características en favor de la supervivencia. Una acción en favor de la supervivencia es una acción moral. Se considera inmoral lo que se considera que va en contra de la supervivencia.
La honestidad se refiere a encubrir una mentira, pero la integridad aparentemente abarca todos los demás ámbitos de nuestra vida.
Una vez que crecemos y nos vemos obligados a enfrentarnos a la realidad, nos enteramos de que el mundo puede ser un lugar frio, duro y cruel. A medida que trabajamos nuestro camino por la vida, muchas veces despojamos a nuestros propios valores de su sitio.
Hoy en día, todo el mundo lucha por lograr pagar las cuentas, criar hijos bien educados, cuidar de nuestros padres ancianos, tratamos de mantener un matrimonio sólido y estable e intentamos vivir lo suficiente como para llegar a jubilarnos y llegar a ver a nuestros nietos; pensando en esto – aparentemente la mayor parte del tiempo – no es difícil perder de vista nuestros valores, que a su vez, afectarán nuestra honestidad e integridad, aún cuando no nos propusimos que eso sucediera.
Antes de poder vivir una vida con honestidad e integridad, primero tenemos que tener un buen sentido de lo que son y de lo que implican en nuestras vidas. Todos tenemos puntos de vista firmes sobre ciertos temas, como el aborto, las armas de fuego y cosas de esa naturaleza. Pero mientras más grandes es la discusión de estos temas, más nos apegamos a nuestros valores.
Antes de que pueda vivir su vida con honestidad e integridad, primero tiene que tener un buen sentido de lo que son y lo que significan en la vida. Todos tenemos sentimientos fuertes sobre ciertos temas, como el aborto, armas de fuego, y cosas de esa naturaleza. Pero tan grande como estos temas son, estas son las más fáciles. Aquí están o en un lado de la valla, o el otro.
Pero ¿Qué tanto te apegas a tus valores? Por ejemplo, hablando de la honestidad y la integridad, supongamos que la cajera del supermercado te dio mal el cambio y te das cuenta ¿le devolverías el dinero extra que te dio? Tu honestidad e integridad entran en juego y lograrías una buena acción al hacer posible que la cajera recupere ese dinero.
Lo correcto y lo incorrecto forman una fuente común de disputa y lucha. Lo que es correcto y lo que es incorrecto no es necesariamente definible para todo el mundo. Esto varía de acuerdo a los códigos morales y disciplinas existentes.
Para vivir una vida basada en la honestidad y la integridad, debe saber qué son y lo que representan, y también debes vigilarlas día a día, para garantizar que no estés haciendo nada que te haga entrar en conflicto con tus propios valores o código moral.