Es importante confiar en uno mismo ya que la falta de confianza en uno mismo puede manifestarse como sentimientos de impotencia, inoperancia y una abrumadora sensación de inseguridad. Es un rasgo de la personalidad fácil de detectar, pues se manifiesta en la manera de comportarse. La falta de confianza en uno mismo impide tomar iniciativas e ir hacia adelante, por lo que se pierden muchas oportunidades para desarrollarse y lograr metas de nuestra vida.
Si bien la ansiedad y la depresión son dos trastornos emocionales complejos, que implican también problemas en pensamientos y conductas. Aunque son distintos, presentan ciertas similitudes que pueden ocasionar confusión al intentar distinguirlos.
Uno de los factores que contribuye a que seamos más propensos a padecer desórdenes de ansiedad o depresión es la falta de autoestima y de confianza en uno mismo. Cabe señalar que por sí solas no pueden conllevar a este tipo de desordenes. Sin embargo, pueden agravar en gran medida la inclinación hacia pensamiento, visualizaciones y figuraciones negativas.
La confianza en uno mismo actúa como una habilidad para confrontar los miedos, retos y obstáculos en la vida, pero la falta de la misma podría ser el indicador por el que las experiencias de fracaso nos afectan como un corto circuito en lugar de poder verlas como una experiencia de aprendizaje significativo.
Los sentimientos generados, como la decepción y la desesperanza pueden ser peligrosos factores que disminuyen nuestro entusiasmo por la vida. Los repetidos episodios erráticos en nuestra vida así como una falta de progreso medible pueden derivar en una sensación de estancamiento, en el que dejemos de lado la búsqueda constante del éxito o logro de las metas que teníamos planteadas.
Los desórdenes de ansiedad pueden comenzar a manifestarse desde temprana edad. La edad promedio en los que éstos pueden aparecen es a partir de los 25 años. Por lo general, esta es la edad en la que la mayoría de los jóvenes adultos lidian con mayor frecuencia con sus temores y situaciones estresantes a diario. Sin una autoestima y confianza en sí mismos bien cimentada, este periodo puede ser en el que se comienza a dudar sobre las habilidades propias para tener éxito y manejar satisfactoriamente los retos de una vida – casi siempre – cruda y presurosa. Los desordenes mentales pueden entonces comenzar a manifestarse cuando se deja atrás la adolescencia para pasar a una vida adulta llena de responsabilidades.
Hay que destacar el estrés como el factor más relevante en la aparición de los trastornos de ansiedad. Se caracteriza pos sentimientos de malestar, preocupación, hipervigilancia, tensión, temor, inseguridad, sensación de pérdida de control, percepción de fuertes cambios fisiológicos.
La ansiedad se manifiesta con inquietud motora, hiperactividad, movimientos repetitivos, dificultades de comunicación (a veces tartamudez), consumo de sustancias (comida, bebida, tabaco u otras drogas), llanto, tensión en la expresión facial, etc.
Por otro lado, la depresión se caracteriza por un cambio en el estado de ánimo, en el comportamiento o en la forma de pensar. Generalmente se asocia la depresión con un sentimiento de tristeza o vacío; sin embargo existen personas que no tienen este sentimiento y se encuentran deprimidas. Esto ha ocasionado que muchas personas no se den cuenta de su depresión.
Los desórdenes de depresión y ansiedad también pueden ocurrir como resulta de constante estrés y situaciones como la falta de interacción social, desempleo, falta de educación, enfermedad y divorcio. Los desórdenes de ansiedad y depresión también pueden contribuir al desempleo debido a la inestabilidad para funcionar como es requerido en el entorno de trabajo. Por lo tanto, el desempleo y la falta de ingresos propician la tendencia a pensamientos negativos como la falta de esperanzas y presión.
Según la concepción que se tiene tanto de la ansiedad como de la depresión, éstas aparecen como sentimientos que se encuentran íntimamente relacionados, llegando a considerar que los trastornos de ansiedad anteceden casi siempre a un episodio depresivo. De esta manera se piensa que la depresión termina siendo la culminación de un estado de ansiedad previo.