Las personas manipuladoras suelen ser personas toxicas y exhiben conductas y cualidades opuestas a las de las personas nutritivas. Por ende, es típico que nos sintamos mal después de cualquier encuentro con alguna de ellas. En efecto, intentan llenar sus vacíos emocionales con detrimento de los demás: los ven como simples medios para obtener sus fines, por lo que abusan de ellos. La persona manipuladora es un especialista en camuflajes, se oculta bajo disfraces diferentes e intercambiables. En esto precisamente radica la dificultad para detectarlos.
Pese a lo que quiere hacer creer, el manipulador no confía en sí mismo, todo lo contrario, es un gran inseguro. Su conducta manipuladora funciona como una defensa muchas veces inconsciente. Actúa como una persona que en un naufragio y ante el temor de ahogarse, en su desesperación, se aferra a quienes tiene al alcance, arrastrándolos en su eventual destino.
El manipulador, utiliza ésta misma como medio de conservación o supervivencia. Es un mecanismo que se automatizó al formarse su personalidad. Quizás no haya sido sujeto de deseo en su familia de origen y al quedar apartado, intentó ser tomado en cuenta. Para lograr esto, trató de imitar la forma en que se vinculaba la persona que él suponía más poderosa en su entorno afectivo, por ejemplo, el padre y que posiblemente no tuviera en cuenta los deseos ni necesidades de los demás.