La vida nos depara todo tipo de situaciones inoportunas, inesperadas y francamente, indeseables. A menudo, es la vida la que nos hace arribar a territorios desconocidos. Pero lo más importante que debemos recordar cuando nos vemos obligados a salir de nuestra zona de confort es que estamos equipados con una capacidad increíble para adaptarnos a los cambios.
Poseemos el don de la resiliencia, que es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves. Aunque somos seres de hábitos y costumbres, nuestras verdaderas fortalezas, – nuestro autentico yo – despiertan cuando estamos de cara a circunstancias desconocidas, es decir, cuando nos vemos obligados a abandonar nuestra zona de confort.
La zona de confort es la zona de lo conocido, de aquello que ya hemos aprendido a manejar, sin importar si eso es algo que nos genera felicidad o conflictos. Es todo aquello que nos es familiar, donde nos sentimos seguros, protegidos en nuestra vida actual, donde nos dejamos llevar por nuestro piloto automático, es nuestro camino trillado. Todo lo que está fuera de esta zona, nos incomoda, nos parece difícil, nos genera tensión y ansiedad.
Cada día encaramos la experiencia de los retos y la dificultad para lograr la transición entre las etapas de nuestra vida: un divorcio complicado, la muerte repentina de un ser querido, la pérdida de empleo o tener que mudarse a otra ciudad. Todos estos motivos imprevistos causan angustia, incertidumbre y un sentimiento apremiante de miedo.
Pero entonces ¿Qué debemos hacer cuando nuestros hábitos se ven interrumpidos y nuestra estabilidad emocional se pone a prueba? Hay ciertas “pistas” que debes tener en mente cuando de repente el sencillo camino de la zona de confort se vea accidentada por todos estos imprevistos:
Debes estar preparado. No dejes que un evento inesperado devaste tu vida. Es muy fácil llegar a ser tu propio peor enemigo cuando te has visto a obligado a abandonar tu zona de confort ya que en estar circunstancias se suele ser víctima de falsas comodidades como sustancias adictivas o conductas negativas. Pero si se planifica, con antelación y consciencia de los cambios que estarás obligado a hacer, podrás tomar las medidas necesarias para garantizar tu bienestar.
Debes comprender la razón o motivo principal. Siempre una raíz o motivo principal detrás de cada acontecimiento inoportuno. Lo que puede parece una tragedia en primera instancia, puede llegar a ser una bendición disfrazada. A menudo no solemos entender los contratiempos como tal (de hecho, suele llevarnos tiempo identificar en retrospectiva el lado positivo del mismo), y no nos percatamos que a fin de cuentas, es un cambio o una situación que al final puede traernos un beneficio o enseñanza. Cada cambio en nuestra vida es un catalizar necesario para la mejora de la misma.
Aprovecha las oportunidades. Cada nuevo capítulo en la vida viene con problemas incluidos, sí. Pero también está acompañado de nuevas oportunidades. Por ejemplo, supongamos que terminaste una relación recientemente. Pudiera ser que esa persona no te trataba como querías o te mereces y ahora tienes la oportunidad de conocer a una persona más adecuada para ti. Acepta los desafíos que se te presenta y rompe ese patrón repetitivo de las cosas a las que estás acostumbrado. Permítete la oportunidad de desprenderte de esos viejos patrones que te mantienen atrapados en círculos viciosos.
Piensa en las consecuencias. Cambia tu mentalidad para adaptarte a los cambios. Al igual que un camaleón que modifica su tono para adaptarse a los colores de su entorno, también tú debes camuflarte con tu entorno. Tú, al igual que el resto de las personas, eres multifacético y posees las habilidades necesarias para tener éxito. Utiliza esta amplia gama de talentos para prosperar en cualquier situación. Todo comienza teniendo una mentalidad y una actitud correcta.
Busca ser productivo. La mejor manera de superar cualquier reto en la vida es siendo productivo. Realiza nuevas aficiones que te ayuden a mejorar tu salud física, mental o espiritual, como el ejerció, la lectura o clases en grupo. Ser productivo te ayudará a centrar tu atención en actividades positivas.
Reconoce tus fortalezas. Sin duda, eres mucho más fuerte de lo que imaginas y solo cuando te ves obligado a abandonar tu zona de confort, esas fortalezas surgirán para ayudarte a sobrevivir en ese periodo de pruebas. Es como una parte de ti que permanece dormida hasta que se le requiere. Con el tiempo, tus fortalezas crecerán, al igual que sucede con los músculos del cuerpo cuando se hace ejercicio. Recuérdate a ti mismo todas esas situaciones en las que has tenidos que hacerle frente a situaciones difíciles y/o similares y de las que has salido victorioso.
Permite que el tiempo te sane. Cada vez que te sientas deprimido por las adversidades, recuerda que sólo es un periodo de transición hacia días más felices. Permítete experimentar calma en tu corazón y en tu mente. Cuando los sentimientos de ansiedad o preocupación te agobien, recuerda “con el tiempo se esfumarán”.
Mantén la vista fija en el futuro. Anticipa un futuro cercano en el que te sientas seguro y estable. Visualiza la resolución de tus cuestiones pendientes. Teniendo esto en mente, eventualmente esas cosas que parecen fuera de lugar irán adoptando uno.
Si bien es totalmente comprensible que una persona desee permanecer en su zona de confort por siempre, los cambios repentinos que le obligaran a salir de la misma son inevitables. Pero si aceptamos los retos como parte fundamental de nuestro crecimiento y progreso personal, podemos superar los inconvenientes de estas circunstancias no deseadas.