El afrontamiento es un proceso psicológico que se pone en marcha cuando en el entorno se producen cambios no deseados que generan estrés, o cuando las consecuencias de estos sucesos no son las deseables.
Es la capacidad que tiene un individuo para generar una repuesta adecuada ante un determinado sentimiento negativo. Personas con un amplio dominio de este ámbito poseen niveles de estrés despreciables, no se toman las cosas personalmente y no le temen al fracaso ni a las que no pueden controlar.
Las estrategias de afrontamiento también tienen vías positivas y podemos incluirlas en dos categorías: una que se centra en el problema y la otra centrada en las emociones. El afrontamiento centrado en las emociones tiene como característica regular conscientemente las emociones. Ejemplo buscar el lado positivo de una situación.
El afrontamiento centrado en el problema persigue un fin: que la persona que tiene estrés desarrolla un plan de acción para enfrentarlo, pero tiene que seguirlo.
La mayoría de nosotros empleamos las dos estrategias: centrada en las emociones y centrada en el problema. Cuando creemos que las circunstancias no se pueden modificar empleamos la centrada en las emociones y cuando sentimos que lo podemos modificar utilizamos las centradas en el problema.
Las estrategias de afrontamiento intentan explicar porque ante un mismo suceso potencialmente estresante, las personas reaccionamos de formas dispares.
Según Lazarus y Folkman existen dos tipos generales de estrategias de afrontamiento:
Estrategias de resolución de problemas que son las directamente dirigidas a manejar o alterar el problema que está causando el malestar.
Estrategias de regulación emocional orientadas a aliviar el malestar que produce la situación. Son los métodos dirigidos a regular una respuesta emocional ante el problema.
Antes incluso de consultar con un especialista la persona ha desarrollado sus propias presunciones sobre lo que le acontece, calculado posibles consecuencias en diferentes órdenes, y muy posiblemente, ha tomado iniciativas tendentes a recuperar la normalidad. Esos actos, u omisiones según el caso, esa determinada caracterización de la enfermedad, no son simples accidentes.
En tanto en cuanto influyen en el curso de la misma, en la propia concepción de la persona como sujeto enfermo, son parte integrante del proceso de sanar o enfermar. No son, por tanto, aspectos que hayan de quedar fuera de la terapéutica, fuera del estudio y la consideración de los propios especialistas, más atentos por lo común a aplicar sus soluciones partiendo del conocimiento objetivo que tienen de la enfermedad, y su curso.
Además del afrontamiento otro factor unido a la experiencia del dolor, y uno de los más estudiados en la actualidad, es el catastrofismo. Este se define como la tendencia a exagerar la apreciación de la amenaza del dolor, la valoración negativa de la propia habilidad para afrontarlo ,el establecimiento de expectativas negativas sobre el futuro y la aparición de sentimientos de impotencia y pesimismo. Cabe destacar que, por lo general, no se concibe como una estrategia de afrontamiento en sí misma.
El papel del catastrofismo es notable en la valoración de la situación y la experiencia del dolor: a niveles altos está relacionado con un aumento la sensibilidad , la intensidad y la incapacidad que este produce, con un empobrecimiento del estado emocional asociado a la ansiedad y la depresión , de forma que todo ello dificulta la respuesta al tratamiento.
Las estrategias de afrontamiento nos ayudan en situaciones de cuidado, la manera en que organiza su tiempo, sus redes de apoyo social, etc., para, en última instancia, mejorar su calidad de vida. Cuando esta relación se vaya repitiendo en el tiempo (uso de estrategias de afrontamiento activas-buenos resultados), aumentará en ti la sensación de sentirte efectivo en tu tarea, aumentando de esta manera tu percepción de autoeficacia.
Los resultados del afrontamiento son las consecuencias adaptativas del mismo, que aparecen en el ámbito del trabajo y de la vida social, en el de la satisfacción moral o vital y el de la salud del organismo, pudiendo cruzarse de diferentes formas entre si y en diferentes plazos. La atención se centra pues en la identificación de lo que hacen los que salen airosos, para que pueda transmitirse a otros que se encuentran en apuros en parecidas circunstancias y puedan también hacerlo.