Sin importar el tipo de pensamiento que tengamos en determinadas situaciones, si les prestamos la suficiente atención, estaremos reforzándolo. Si es positivo, no habría porque haber problema alguno pero si por el contrario es negativo, estamos cometiendo un grave error al hacer más fuerte una afirmación que puede perjudicarte. No podemos menospreciar el poder del pensamiento ya sea positivo o negativo.
Nuestros pensamientos están correlacionados con nuestra vida de entorno, hasta el punto que pueden condicionar nuestra salud o nuestra enfermedad. Es por ello que debemos aprender a manejar correctamente nuestra atención, es decir, a ser un poco más selectivo con respecto al tipo de pensamientos a los cuales debemos prestarle atención.
Para ello, inicialmente debemos aprender a reconocer si un pensamiento es dañino para nosotros mismos. Este tipo de pensamientos por lo general destacan por su connotación pesimista, es decir, aquellos que nos hagan pensar en que solo nos ocurrirán cosas negativas y que las cosas positivas nunca (o casi nunca) nos ocurrirán. Los pensamientos negativos también se caracterizan por maximizar los problemas y daños y minimizar nuestras capacidades para hacer frente a estas adversidades. Además, los pensamientos negativos también suelen hacer que no reconozcamos nuestros esfuerzos, haciéndonos pensar que las cosas positivas ocurren al azar y que solo somos responsables de nuestros fracasos.
La mayor parte de nuestros pensamientos son mecánicos, automáticos, por lo que no nos damos cuenta de aquello en lo que pensamos. Al principio puede resultar excesivamente difícil ser conscientes de lo que pensamos cuando estamos pasando por un mal momento (ya sea de unos minutos, horas o días).
Para hacerle frente a los pensamientos negativos, también debemos aprender a encarar sus efectos colaterales. Muchas veces, estos pensamientos vienen acompañados de conductas tales como, huir de la situación, gritar, o simplemente permanecer en silencio. Debes comenzar a trabajar con estos pensamientos, controlarlos de forma tal que no generen en ti esas reacciones.
Como dice el adagio, “hay que cortar las cosas de raíz”. Por ello, es importantes que intentes determinar el origen de estos pensamientos negativos. Cuando reconoces la raíz de cada uno de esos pensamientos, puedes decidir arrancar esa raíz y conscientizarte de lo que realmente está bien y lo que no.
Una vez que tengas identificado el origen así como el desencadenante de cada pensamiento negativo, podrás prevenirlos. Trata de sustituirlos por pensamientos positivos e intenta ver la realidad desde otra perspectiva.
No te concentres en acabar con tus pensamientos negativos porque lo que verdaderamente lograrás es atraerlos. Empieza a enfocarte y ocuparte en implantar el positivismo dentro de ti, en volverte cada día más un mejor ser humano y en crecer como persona.
Muchas veces nuestros pensamientos pueden ser nuestros peores enemigos porque estos son los que nos impulsan a alcanzar nuestras esperanzas pero también nos alejan de nuestra superación personal si no advertimos a tiempo lo dañino que estos pueden ser. Es de suma importancia aprender a controlar nuestras emociones para tener una vida optima, y esto es posible al entrenar nuestra mente a diario para que nuestro sistema nervioso, junto con nuestro cerebro aprendan nuevas formas de vivir en bienestar y así obtener los resultados que estamos buscando en nuestra vida.