¿Eres de las personas que tienen un sueño anhelado o algún deseo que rara vez te empeñas en lograr? Si es así, debes saber que no eres la única. La mayor parte de las personas no emprenden ninguna acción para lograr sus sueños ya que la imagen mental de dicha meta les resulta abrumadora y temen al fracaso.
Este debilitante temor al fracaso impide que la gente al menos intente lograr el éxito. Para volver las metas y los deseos una realidad, debemos dividirlos en tareas más pequeñas que sean razonables y fáciles de concretar. Cada paso – por pequeño quesea – es un pequeño logro que nos motiva a dar otro y otro más. Pronto, el temor que nos había estado persiguiendo disminuye y nuestra confianza en nosotros mismos aumenta.
Conocí a una persona que a sus veinte años tartamudeaba y no podía comunicarse con fluidez. Evitaba pedir direcciones, contestar el teléfono, hablar con los empleados de las tiendas, incluso hasta cuando se trataba de pedir un simple café. Las tareas cotidianas más simples que la mayoría de la gente da por sentadas le resultaban insoportables. Estaba frustrada, temerosa y enojada. Llegó a comentarme que las palabras que rondaban su mente y no podía expresar le resultaban agobiantes. Quizás la peor parte de su caso era que la gente tiende a hacer suposiciones incorrectas de lo que le ocurre a la gente y que tartamudear no es sino señal de incompetencia.
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La extenuante labor que tenía por delante parecía abrumadora, pero estaba decidida a hablar sin problemas y a comunicarse con eficacia. Después de obtener algunas habilidades de fluidez gracias a un programa de terapia del habla, decidió enfrentar sus miedos y comenzar a hacer las cosas simples que evitaba hacer. Sabía que no lograría ser una excelente oradora de la noche a la mañana, pero también sabía que con esfuerzo y constancia podría llegar a hacerlo un día. Su plan de acción consistió en:
– Dividir su deseo en tareas razonables.
– Practicar diariamente la fluidez que había adquirido en la terapia.
– Visualizar un resultado positivo
– Tomar cartas en el asunto
Eligió tareas que eran mucho más fáciles y que le daban menos miedo. Parte de la práctica diaria involucraba fingir que pedía instrucciones a alguien para llegar a algún sitio e imaginaba que lo hacía con bastante fluidez. Fue ese sentimiento el que la llevó a ponerse en marcha.
Rápidamente aprendió que el comprometerse a hacer lo que temía había sido el primer paso para desvanecer su miedo.
Una y otra vez trabajó en esta tarea hasta que llegó a sentirse cómoda y el miedo ya no era quien dominaba. Con el tiempo se dio cuenta de que no estaba sola, y que la creencia que limitaba su capacidad de comunicación estaba siendo reemplazada por creencias de empoderamiento. Nada es mas fácil que mirar al futuro y ver todo el trabajo que deberás hacer para llegar a tu meta y desanimarte por completo en la realización de tu meta. Entonces para evitar ésta caída potencial, solamente debes enfocarte en tus metas diarias.
Si ya era capaz de hacer cosas que estaban hasta abajo en su escala de miedo, podía terminar de hablar con fluidez cuando lo deseara sin tener que preocuparse por la tartamudez. El teléfono podía convertirse en su amigo y no tener que pesar 100 kilos cuando desease contestar. Podía incluso hacer una presentación frente a un público e incluso llegar a hacerla reír. Estas dudas señalaron la necesidad de un reto, por lo que se retó a ir más allá en la escala de sus miedos.
Dividir nuestros sueños en metas más pequeñas es esencial, porque la mente consciente sólo puedo procesar 7 a 9 piezas de información a la vez. Si aprendemos a distribuir nuestras metas, nuestro carga de trabajo será más ligera puesto que a cada meta podremos ponerle un plazo, según se considere para cada una, y tratar de ser persistente en cada meta que nos fijemos. Las metas pequeñas suelen ser más asequibles para el cerebro en comparación con las grandes, por lo que no corremos el riesgo de que el miedo nos detenga. Debemos tratar de no desanimarnos con el primer obstáculo que se nos presente, recordemos que sólo si somos perseverantes alcanzaremos el éxito que tanto anhelamos. Con cada meta que alcanzamos aumenta nuestra autoestima y nuestros temores disminuyen. Cada pequeño éxito nos enseña a creer en nosotros mismos y en la consecución de un sueño que anhelamos y perseguimos.