Desde el comienzo de la historia el hombre ha utilizado el arte para provocar diferentes sentimientos y sensaciones. Puedes notar como te inunda cierta sensación de paz y de relajación observando uno de los famosos retratos de Manet o por el contrario percibir una cierta inquietud que te posee ante la impresionante experiencia de contemplar una de las escalofriantes imágenes de El Bosco.
La música también es capaz de despertar sentimientos diferentes en quién la escucha, como bien ha sabido aprovechar la industria del cine que la ha utilizado desde sus comienzos para potenciar las emociones que transmiten las imágenes, ya sea miedo, inquietud o la pasión expresada con una romántica escena.
Cualquier persona medianamente sensible es capaz de percibir diferentes matices en una misma obra, ya que ésta se filtra a través de los ojos de quien la mira y es contemplada con la influencia de toda la carga emocional que ese ser humano transporta en su interior. Con la pintura eso ocurre a un nivel muy íntimo que algunos pintores, especialmente mujeres, han sabido plasmar en los últimos tiempos en un movimiento conocido como arte de la energía o arte energético.
¿Y si pudiera ser al revés?
Hemos visto que el arte puede influir en las emociones de las personas, pero ¿podría esta influencia ser recíproca? Me refiero a ¿y si una obra de arte fuera capaz de plasmar el ánimo de una persona, bien fuera su autor o una tercera persona a través del artista? Es más, ¿y si se pudiera retratar su alma? Es evidente que hay gente con una especial sensibilidad que es capaz de percibir la esencia misma de otros seres humanos y entre estos existen unos pocos privilegiados pueden plasmarla en un lienzo.
Quizás incluso la posibilidad de verte a través de los ojos de alguien con tan exquisita sensibilidad pudiera hacerte descubrir algo nuevo de ti mismo y orientarte en un momento difícil. Roser Nogueraes una de estas personas especiales capaces de lograr que un cuadro sea el espejo de lo más profundo de ti mismo. A través de sus combinaciones de colores y su peculiar visión de las cosas emanada de su filosofía humanista y vital, sus cuadros pueden modificar el estado de ánimo de aquellos que los observan ayudándoles a variar positivamente su energía interior.
Los antiguos chamanes utilizaban las imágenes con fines curativos porque conocían el poder de la energía que podía llegar a contener. Desde la prehistoria a través de las pinturas rupestres y los Tótems con los que muchas culturas nos transmitieron parte de sus creencias más profundas. Este tipo de pinturas recogen el testigo de estos antiguos mediadores entre las energías de la naturaleza y el hombre.
Una energía casi mágica
Estamos comenzando un nuevo milenio en el cual cada vez más personas se unen en una filosofía que aboga por un mundo mejor, más equilibrado y más espiritual. Una corriente que nace en contra del materialismo y el individualismo que han estado marcando el final del siglo veinte y con éste del segundo milenio y que tantos disgustos y sufrimientos ha traído al ser humano.
Esta filosofía más acorde con la naturaleza y en comunión con el alma humana defiende que la energía se puede plasmar en las imágenes y transmitir a través de ellas, por lo que el arte puede tener una influencia muy marcada en el estado de ánimo de la persona que lo observa.
Si alguien se siente confuso, desorientado y en un momento complicado de su vida contemplar una pintura de la artista puede ayudarle mediante la energía que transmite a coger fuerzas, ordenar sus pensamientos y acometer con ilusión y optimismo una nueva etapa renovado interiormente. Muy especialmente si dicha pintura se ha realizado especialmente para esa persona y es capaz de tocar aquellos puntos específicos e íntimos de su subconsciente.
La energía puede transmitirse a través de las pinceladas y la correcta elección de los colores. Éstos a su vez tienen contacto directo con el estado de ánimo estableciéndose una relación de transferencia mutua. Es decir, el pintor puede representar su estado interior mediante la elección de colores concretos para su obra, pero también puede tratar de causar un estado determinado en quien lo observa mediante colores y formas determinadas.
Los estados de ánimo son energía
Un estado de ánimo es, en definitiva una carga de energía ya sea positiva o negativa y cómo todas las energías es posible modificarla, transmitirla y percibirla si se tiene la suficiente sensibilidad. Una sensibilidad con la que se nace, si, pero que también se puede educar y desarrollar mediante estudios filosóficos y meditación.
Esta mezcla de transferencias energéticas, filosofía y arte da lugar a algo que es todo eso, pero llevado un paso más allá. Una evolución del arte del nuevo milenio capaz de cambiar la vida de quien es capaz de tener la suficiente amplitud de miras para aceptarlo.