Todas las personas somos seres sociales, al menos en esencia. Desde nuestro nacimientos, las personas que están a nuestro alrededor se encargan de nutrirnos, alimentarnos, protegernos, educarnos, hacernos crecer, brindarnos protección, compañía, reconocimiento, aprecio y sobre todo amor. Parece que a pesar de los prodigiosos avances de la tecnología y de los medios masivos de comunicación, el hombre moderno se siente cada vez más solo y abandonado. Así mismo, es muy natural que la amenaza de la soledad y el abandono nos causen temor.
Tanto a mujeres como a hombres, desde que somos pequeños, nos inculcan que lo mejor es estar en pareja, tener una familia, estar acompañados. Aunque consideres que esto es lo que más deseas en tu vida, si tienes miedo a la soledad, puedes llegar a tomar decisiones francamente contraproducentes para tu bienestar emocional.
Posiblemente, el tener pareja y familia, sea una buena forma de vivir y de ser felices, pero muchas veces el miedo a no conseguirlo, el miedo a quedarnos solos nos lleva a tomar una serie de decisiones en la vida que van a terminar repercutiendo muy negativamente en nosotros mismos.
Por un lado, las personas que continúan en relaciones infelices por no perder ese rol. Sienten más tristeza por dejar de formar parte de una pareja que por perder a esa persona con la que comparten sus vidas. No se echa de menos a esa persona, sino todo lo que suponía formar parte de un “equipo”, tener a alguien al que contarle tus cosas del día a día y compartir un objetivo común. Este sentimiento, lo que en realidad hace es prolongar una agonía, además de impedir que la persona rehaga su vida y encontrar el bienestar que desea.
Hoy en día sentirse solo es algo muy común, somos seres creados para vivir en sociedad, por lo que la soledad nos resulta incomoda incluso en ocasiones nos asusta. Te animo a no sentir la soledad como una enfermedad, aprended de ella, los momentos de soledad aunque desagradables son necesarios, porque nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos, nos ayudan a aclarar esas ideas que no acabamos de asimilar, nos permiten oír lo que realmente importa, nos invita a ver aquello que normalmente no nos detenemos a observar. La soledad es algo que obviamente no debe durar, pero es necesaria de vez en cuando, y no lo olvides, aunque en alguna ocasión estemos o nos sintamos solos, estamos unidos por nuestra soledad, hay que aprender de ella.
Al final de todo, un poco de soledad no nos cae mal, pero cuando nos sintamos solos, comencemos a ver a las personas que están a nuestro alrededor, hablemos con ellas, compartamos momentos con ellas, vivamos nuestra vida con ellas, así nos podremos cuenta que realmente nunca estamos solos. Puede ser que en algún momento y por circunstancias que no podemos controlar esas personas se alejen un poco, pero eso no quiere decir que no estén ahí, así como uno debe de estar ahí para ellos.
El miedo es difícil de superar, pero una vez tomada la decisión, todo será un proceso lento y con logros pequeños que poco a poco encauzarán tu vida hacia un momento más pleno y gratificante. Sólo tienes que coger fuerzas y comenzar desde cero, poco a poco y sin prisa. Plantéate objetivos pequeños día a día sin pensar en lo que te gustaría conseguir al final de todo el proceso, así obtendrás gratificaciones más rápidas y cada día por los logros conseguidos y no focalizarás tu atención en lo que todavía te queda por hacer.