El tiempo es como un gran ecualizador. Todo el mundo tienen al día la misma cantidad de horas para trabajar y realizar nuestras demás actividades. Sin importar quien seas, donde vivas y cuanto tienes, el día sigue durando solo veinticuatro horas por igual por lo que es de suma importancia aprender a administrar este valioso elemento.
Para esto necesitas reorganizar mentalmente la manera en como empleas las horas del día y crear un sistema para la optimización del mismo. Para ello, necesitamos aprender a evitar elementos distractores, por ejemplo, evitando el uso de Messenger, Chat, redes sociales, entre otros estando en la oficina. Trata de centrarte en tu objetivo y dedícate a ello principalmente ya que todas estas distracciones nos llevan directamente a la procrastinación.
El verbo procrastinar equivale a posponer, aplazar, diferir: estamos ante un curioso cultismo que define a la perfección la acción de aplazar una tarea u obligación que, sin embargo, no se debería postergar; Procrastinar no es simplemente «perder el tiempo»: es ocultarse, evadirse, provocar retraso sin justificación, no querer actuar a tiempo, aplazar la ejecución de un acto, más bien es el equivalente a «robar el tiempo».
No es malo hacer cosas que nos resulten más placenteras en lugar de otras tareas. El problema con la procrastinación es que nos provoca un sentimiento de culpa, pasado el rato sentimos que en lugar de disfrutar del tiempo lo hemos perdido. La falta de acción puede hacerte sentir arrepentido por hacer las cosas importantes a un lado y no estar siendo productivo, lo cual conlleva a sentirse estresado y por lo consiguiente, se vuelve una excusa para posponer tus acciones aún más.
Quizás no te has percatado de que la procrastinación produce un sentimiento de baja autoestima, nos hace sentirnos poco confiables así como incrementar la preocupación de no estar cumpliendo con las expectativas que se tienen de nosotros. Esto se debe a que, cuando dejamos las cosas para otro momento, estás sobreestimando el alcance y tiempo que te tomará un proyecto o tarea, por lo que es posible que cuando te propongas terminarlo, te abrume y no sepas ni por donde comenzar. A menudo se dice que los indecisos son con frecuencia perfeccionista que esperan demasiado de sí mismos, lo quee los aleja de sus metas y sueños.
Existen varias motivos de alejar el éxito en nuestra vida y uno de éstos es la procrastinación. Quienes dejan todo para después, se debilitan a sí mismos, ponen obstáculos en su propio camino, perjudicando a su vez el propio desempeño.
Encontrar los motivos para no hacer las cosas. Existen motivos por los que no deseas hacer las cosas que tienes que hacer. De modo que lo primero que se hace en estos casos es hacer una lista de razones por las que no estás haciendo lo que debes para que puedas evaluar a conciencia que tan válidos son estos motivos. Podrías identificar si lo que te retienen es miedo a hacer las cosas. Tras haber terminado esta lista, puedes comenzar a tomar medidas o pequeños pasos que resuelvan los mismos. Cuando se ponen las cosas por escrito, es más sencillo comenzar a tomar cartas en el asunto.
Trabajar en la planificación. La procrastinación no tiene porque ser un problema siempre y cuando se trabaje en la planificación de tus pendientes. Esto no será tarea fácil. No puedes darle una agenda a alguien que suele postergar las cosas y creer que dará resultado. Sin embargo, puedes comenzar fijándote pequeñas metas para lograr planificar tu agenda con eficacia más adelante.
Los expertos deducen que las tareas que menos posponemos son aquellas que disfrutamos y que nos sentimos capaces de hacer de manera correcta; No sólo postergamos las cosas porque encontramos la tarea tediosa, pero porque tememos fracasar, no cumplir nuestras expectativas, porque sentimos inseguridad o amenazada nuestra identidad.
Las metas indefinidas te llevan a resultados indefinidos. Por ello, es esencial definir tus metas (grandes y pequeñas) claramente. Estudios demostraron que la tendencia a procrastinar es menor si se plantea la tarea en términos muy concretos y específicos.
Tampoco hay necesidad de sobrecargarse con el trabajo. No tengas más de tres prioridades por semana. Si estás tratando de hacer demasiado te sentirás abrumada. Es mejor completar una cosa, en lugar de hacer un de todo un poco. El sentimiento es muy diferente.