En el ámbito de la salud, el enojo, al igual que cualquier otro sentimiento negativo nos hace daño repercutiendo en nuestro bienestar físico ya que la química de nuestro organismo pierde el equilibrio. Cuando nos enojamos, el cuerpo reacciona de manera agresiva: aumenta la presión sanguínea, el corazón bombea sangre con mayor rapidez y la envía a los músculos de las piernas y de los brazos por si hay que correr o defenderse.
El enojo o la agresividad de una persona causa efectos directos al corazón. Cuando estamos muy enfadados, las células cargadas de los lípidos liberan grasa en el flujo sanguíneo para hacer uso de ella en caso de necesitar energía extra de emergencia. Pero donde esta presión sanguínea crece, las paredes de las arterias se deterioran y esa grasa acumulada se transforma en colesterol malo.
Algunas de las enfermedades que el enojo puede ocasionar son:
– Aritmias
– Colitis
– Gastritis
– Hermatitis
– migraña
– Dolores musculares
Cuando nos enojamos el cuerpo activa un mecanismo de combate o pelea, te pone alerta y es entonces cuando se liberan hormonas como la adrenalina y el cortisol, se aceleran los latidos del corazón, la respiración se hace más agitada y sientes una descarga de energía. Los vasos sanguíneos se contraen y la presión sube. Cuando esta reacción ocurre con demasiada frecuencia, el sistema cardiovascular se sobrecarga y se gasta.
El cortisol hace que nuestro cuerpo produzca energía para manejar el estrés. Si nuestros niveles de cortisol son elevados por varios meses o años esto produce daños a nuestro cuerpo. Afecta el sistema inmunológico, la fertilidad y los huesos. Nuevos estudios también demuestran que niveles altos de cortisol producen perdida de la memoria y diabetes de ciertos tipos.
Para resolver el problema del enojo, es importante que reconozcas cómo se manifiesta el mismo. Si no has evaluado tu tipo de enojo, probablemente no lo resolverás.
Si sientes que te enojas con mucha frecuencia o te desesperas a menudo o si tienes problemas de ansiedad o nerviosismo, puedes empezar a practicar alguna actividad que te ayude a canalizar esta energía emocional para evitar que dañe tu cuerpo. Por ejemplo, el Yoga y Tai-chi son actividades especialmente efectivas. Si por el contrario prefieres algo más dinámico, cualquier ejercicio para descargar la energía del enojo.