La dependencia emocional es un concepto relativamente conocido pero que en ocasiones no entendemos del todo o lo confundimos con un concepto semejante. La dependencia puede definirse como una situación de subordinación a un poder mayor que uno mismo. La dependencia puede producir depresión, ansiedad y sentimientos de falta de libertad, cuando se experimenta una incapacidad para escapar de la situación.
Existen numerosas formas de dependencia emocional:
– La dependencia de procesos tales como el gasto, el juego, o la televisión, también para llenar el vacío y quitar el dolor.
– La dependencia de sustancias, tales como alimentos, drogas o alcohol, para llenar el vacío y quitar el dolor.
– La dependencia al dinero para definir su valor y adecuación.
– La dependencia de conseguir el amor de alguien, aprobación o atención para sentirse digno y adecuado, amable y seguro.
– La dependencia de sexo para llenar el vacío y experimentar sensaciones.
Cuando no tomamos la responsabilidad de definir nuestro propio valor y suficiencia o de crear tu propio sentido interno de seguridad, intentarás sentirte digno y seguro. Lo que no eres capaz de otorgarte tu mismo querrás obtenerlo de los demás o de sustancias y procesos. La dependencia emocional es lo contrario a asumir la responsabilidad del bienestar emocional propio. Sin embargo, muchas personas no tienen idea de que es su responsabilidad, ni tienen ni idea de cómo tomar esta responsabilidad.
¿Qué significa tomar la responsabilidad emocional en lugar de ser emocionalmente dependiente?
En primer lugar, significa reconocer que nuestros sentimientos vienen de nuestros propios pensamientos, creencias y comportamientos, y no de los demás o de las circunstancias que nos rodean. Una vez que entiendas y aceptes que eres tu quien crea sus propios sentimientos y que éstos no vienen del exterior, podrás comenzar a asumir la responsabilidad emocional.
Por ejemplo, digamos que alguien que te importa se enoja contigo.
Si eres emocionalmente dependiente, podrías sentirte rechaza y creer que ese sentimiento de rechazo proviene del enojo de la otra persona. También podrías sentirte herido, asustado, ansioso, avergonzado, enojado, culpado o de alguna otra forma diferente en respuesta al enojo de esta persona. Dicho esto, al ser emocionalmente dependiente intentarás de muchas maneras que esta persona no se enoje contigo con el fin de sentirte mejor.
Por el contrario, cuando una persona es emocionalmente responsable, se siente y responde de manera diferente. La primera diferencia radica en que eres capaz de decirte a ti mismo que la ira de otra persona no tiene nada que ver contigo. Quizás esa persona tuvo un mal día y lo está manifestando contigo. Cualquiera que sea la razón para el enojo de esa persona se trata de una ira ajena y no contra ti. Una persona emocionalmente responsable no adopta esta postura personal a sabiendas de que nadie tiene control sobre los sentimientos y actitudes de los demás y que si se comportan como lo hacen, los únicos responsables de su comportamiento son ellos mismos.
Una persona emocionalmente responsable es capaz de sentir compasión por la persona que está enojada e incluso está abierta a escuchar sobre lo que le ocurre. Por ejemplo, uno podría pensar “ no me gusta que esté enojado pero estoy dispuesto a entender por que lo está” podrías preguntar porque está molesto y si quiere hablar de ello. Si la persona enojada se niega, o de antemano se sabe que la persona enojada no se abrirá emocionalmente, como toda persona emocionalmente responsable puede manifestar una acción cariñosa, como extenderle una invitación al dialogo cuando lo desee. Una persona emocionalmente responsable no intentará cambiar a la otra persona.
En lugar de ser una víctima de la conducta del otro y sentirse sentirte enojado, herido, culpable, con miedo o ansiedad, eres capaz de volver a sentirse seguro y tranquilo.
Cuando te das cuenta de que tus sentimientos son tu responsabilidad, eres capaz de salir de la dependencia emocional. Esto hará una gran diferencia en tu interior y en todas tus relaciones. Recuerda, las relaciones prosperan cuando cada persona se mueve más allá de la dependencia emocional y se instala en la responsabilidad emocional.