Cómo detectar a un mentiroso

Mentir es una conducta universal, tan cotidiana, que comprenderla mejor tiene relevancia en casi todos los asuntos humanos. Pero entonces, ¿cómo podemos saber si otra persona nos está diciendo una mentira, ya sea una pequeña e inofensiva o una grande que nos perjudique? Los expertos aconsejan probar estas cinco técnicas de detección:

Escucha la voz. ¿Alguna vez te ha parecido que el tono de voz de una persona no es normal? ¿Has notado que se le quiebra la voz cuando eso no le ocurre habitualmente? Presta atención a ese tipo de detalles  ya que pueden revelar engaños.

Cuando alguien miente, por lo general a sus palabras les falta alegría y sus manos parecer poco relajadas, incluso tensas. Aunque también resulta útil considerar otro tipo de comportamientos, los cambios en la voz que se apartan de lo normal a menudo revelan engaño, de igual manera puede haber cambios en la velocidad del discurso que sea más rápido o más lento y variaciones en el ritmo respiratorio.

Analizar las palabras. ¿Es también revelador el lenguaje escrito? ¿Podemos identificar a los mentirosos en cartas, documentos, notas, menajes electrónicos e incluso en un curriculum vitae?

En primer lugar los mentirosos tienden a utilizar menos pronombres de la primera persona del singular (palabras como “yo”, “mi”, “me”) que quienes dicen la verdad. Es como si pusieran una barrera psicológica entre ellos  lo que expresan; psicológicamente entre ellos y lo que expresan, no hacen “suyo” el mensaje. Por ejemplo: “Los documentos fueron enviados ayer” en vez de la frase directa y persona “los envié ayer”.

En segundo lugar, los mentirosos usan menos palabras de exclusión (como “pero”, “ni”, “excepto”, “mientras que”) porque se les dificulta el pensamiento complejo.

Ojo con las miradas. Aunque muchos interpretan las miradas furtivas o de reojo como típicas señales de mentira, es importante considerar el contexto en que ocurre esa conducta. (Los jugadores de póquer experimentados por ejemplo, se cuidan de no “decir” mucho con la mirada).

Es normal que una persona mire hacia un lado cuando piensa en algo difícil, pero si lo hace mientras contesta una pregunta que debería ser fácil de responder, debemos preguntarnos el motivo.

El tema de conversación también es crucial. Cuando una persona te miente sobre un asunto del que se avergüenza, difícilmente te mira a los ojos. En cambio cuando se trata de mentiras pequeñas o que no son vergonzosas, incluso puede mirarte más fijamente a los ojos que de costumbre.

Descifra el lenguaje corporal. A la hora de mentir, no hay una sola parte del rostro o del cuerpo (ojos, nariz, orejas o manos) que lo revele todo. El asunto es más complejo. No existen narices de Pinocho, para detectar el engaño con la mayor precisión posible hay que analizar la correspondencia entre gestos, ademanes, voz y contenido del discurso.

Esto significa observar la totalidad de la persona, en la medida de lo posible. Las pistas siempre se deben interpretar a la luz del comportamiento habitual. Hay que estar atenta a los cambios sutiles en los movimientos de las manos y en la frecuencia de los ademanes, así como a encogimientos de hombros que no corresponden a lo que se expresa con palabras. Los cambios de postura corporal en ciertos momentos de la conversación también son significativos.

Debemos estar alertas ante cualquier conducta que se apare de lo normal. Por ejemplo, si una persona reservada empieza a hablar demasiado o lo contrario. Esto no significa forzosamente que la persona mienta, pero es una señal que conviene evaluar.

Capta la “filtración” emocional. Según los expertos, las microexpresiones de nuestros rostros a menudo dejan ver lo que realmente sentimos o pensamos, y no lo que queremos que crean los demás; sin embargo, puede ser difícil detectar esos breves movimientos faciales porque duran una fracción de segundo. Ni siquiera los profesionales de la detección de mentiras (investigadores policíacos  jueces y abogados) logran identificarlos siempre. Además, quienes mienten con premeditación se valen de sonrisas y otras expresiones para disfrazar mejor sus engaños.

También hay delaciones involuntarias. Lo importante es el tipo de sonrisa y no su frecuencia. Las sonrisas auténticas se reconocen en los labios y los músculos que rodean los ojos. Las sonrisas falsas pretenden disimular el miedo, la rabia, la tristeza o la antipatía. Si eres buen observador, podrás percibir alguna de esas emociones.