La migraña es una condición médica que se caracteriza por la aparición frecuente de un dolor de cabeza intenso, pulsátil y de manera unilateral que afecta a las personas por un período que se puede extender hasta por 72 horas.
Los síntomas de la depresión se pueden tornar en síntomas físicos y viceversa. La depresión es una enfermedad que yace oculta por los síntomas físicos del dolor de cabeza. Ciertos detalles de estos síntomas físicos pueden desenmascarar un caso de depresión. Por ejemplo, el dolor de cabeza que ocurre periódicamente por las mañanas (4-8 a.m.) y por las tardes (4-8 p.m.), especialmente durante los fines de semana, después de exámenes, o durante los primeros días de vacación. No es un dolor pulsante, pero si es firme y adormecedor. Puede afectar cualquier parte de la cabeza, comúnmente el área occipital del cráneo. Los pacientes describen el dolor como si sintieran una presión con sensación de calambre. También aseguran haber padecido los dolores por muchos años o por toda la vida. Los pacientes sienten estos dolores característicamente durante la mañana y la noche.
El diagnóstico del dolor de cabeza depresivo no debe incluir causas orgánicas (artritis cervical, anomalía ósea intervertebral de las articulaciones occipito-cervicales, invaginación o impresión basilar, mastoiditis crónica, mala oclusión en la articulación temporomandibular, lesión de la fosa posterior del cerebro).
Sin embargo, estos trastornos tienen en común algo más que hacer sufrir a sus víctimas.
Como si un dolor de cabeza no fuera suficiente, de acuerdo a un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Brigham and Women’s de Boston, sugiere que las mujeres con antecedentes de migraña tienen mayor probabilidad de desarrollar depresión.
Según otro estudio, esta vez del Sistema de salud Henry Ford, cada uno de ellos aumenta el riesgo de contraer el otro. Los investigadores compararon durante dos años a un grupo de personas no migrañosas con otro de pacientes migrañosos y observaron que éstos últimos eran cinco veces más propensos a la depresión grave, mientras que en quienes padecían depresión al principio del estudio la tendencia a sufrir migraña resultó ser del triple.
La relación no está claro, pero los investigadores suponen que en estos trastornos intervienen factores genéticos comunes. Para ambos hay tratamientos eficaces.