La caminata es un excelente ejercicio así como una manera de integrar la actividad física en tu vida cotidiana. Pero también se ha practicado como una técnica de meditación desde hace miles de años.
En la vida cotidiana la caminata es generalmente una acción establecida como una costumbre que requiere poca concentración. Debido a esto, es fácil realizarla casi en automático. Además facilita un estado semi-consciente al estar en marcha puesto que las piernas siguen andando pero la mente puede estar pensando en algo completamente diferentes.
Cuando meditamos, podemos divagar un poco fuera de nuestras mentes, lejos de esas experiencias y pesares que pueblan nuestra mente en el tiempo presente. A veces podemos llegar a sentirnos tan ocupados en recordar, planificar y analizar las cosas en nuestra vida que nos olvidamos de disfrutar de la misma.
Si bien la caminata puede servir como un momento de meditación, el solo hecho de realizarla durante un periodo determinado de tiempo (lo ideal son 30 minutos) como parte de nuestra rutina, también trae consigo beneficios a nuestra salud mental como a la corporal.
Algunos de estos beneficios son:
Reduce el riesgo de sufrir un ataque cerebral, de acuerdo con una investigación de la universidad del Sur de Carolina. Las personas que tenían niveles más altos de actividad física asociada con caminar rápidamente, tenían 40 por ciento menos riesgo de sufrir un ataque cerebral que aquellos que tenían niveles más bajos de actividad física.
Reduce el riesgo de infartos cardiacos, cáncer, diabetes y problemas de vejiga.
Ayuda a al liberarse del estrés que es un factor muy importante para el desencadenamiento de varias enfermedades. Algunas variedades de cáncer podrían aparecer con más frecuencia en individuos expuestos a niveles muy altos de estrés.
Aumenta la quema de grasa corporal. Caminando 30 a 60 minutos a una velocidad que lleve tu ritmo cardíaco a un 60% o 70% de su capacidad quema un 85% de calorías en forma de grasa.
Caminando a un paso moderado por 30 – 60 minutos no solo quema grasas acumuladas sino que construye músculos que aumentan tu metabolismo.
Beneficia el sistema cardiovascular. Genera una menor frecuencia de infartos de miocardio, diabetes del adulto, accidentes cerebrovasculares e hipertensión arterial.
Se utiliza para combatir la depresión. La práctica de ejercicios muchas veces es recomendada por el médico como una solución alternativa y divertida. Además, hacer deporte al aire libre, la caminata mejora la salud mental porque nos distrae de los problemas, generando una sensación de control y liberando las hormonas del buen humor.
Mejora la digestión. Hacer ejercicio fortalece los músculos abdominales y estimula el paso de los alimentos por el intestino. Caminar una hora diaria, evita el estreñimiento y caminar diez minutos después de almorzar, ayuda a mejorar la digestión.
Recarga tus niveles de energía. Estar sentado demasiado tiempo tiende a hacerte sentir cansado y perezoso, entonces hazte el propósito de levantarte y caminar un poco después de haber estado sentado durante 30 a 60 minutos para que aumentar tus niveles de energía.
Mejora la capacidad respiratoria
Fortalece y tonificar los músculos
Mejora la eficiencia del sistema cardíaco y la circulación de sangre por todo el cuerpo
Aumenta el número de glóbulos rojos
Mejora la postura y flexibilidad del cuerpo
Relaja la mente
Es importante que recuerdes que al caminar no trates de enfocarte en ningún propósito en particular. Disfruta simplemente el hecho de caminar. Date el permiso de disfrutar y observar intensamente si ningún juicio a cada paso que des.
Para lograr meditar mientras caminas, debes desprenderte de tus preocupaciones y ansiedades. Al entrar en esta dinámica de caminar conscientemente, no hay cabida para ningún otro pensamiento que no sea el de estar atento al presente. Date permiso de simplemente caminar unos 15 a 30 minutos simplemente por el hecho de caminar.
Y recuerda respirar, puesto que éste es uno de los ingredientes más importantes de esta práctica. Respirar conscientemente significa estar presente en cada inhalación y en cada exhalación. Presta atención a tu respiración mientras caminas.
No existe el momento perfecto para caminar conscientemente. No te limites a programar “un espacio” para meditar caminando. No tiene que ser forzosamente una actividad que tengas anotada en la agenda, bien puede ocurrir en cualquier intervalo de tiempo libre que se presente durante el día.