La necesidad de aprobación no es algo negativo pero lo importante es que no crezca de manera desproporcionada. El problema comienza cuando nos esforzamos en demasía con el único objetivo de lograr la aprobación de los demás. Un problema que a veces tenemos sin percatarnos de que existe, lo cual, obviamente, nos impide avanzar. Antes de analizar la necesidad patológica de aprobación es importante comprender de dónde proviene esta dependencia. Debemos tener presentes que somos seres sociales, que nos construimos a nosotros mismos a partir de las relaciones con los demás y, por tanto, es lógico que las valoraciones de los demás incidan sobre la percepción que tenemos de nosotros mismos.
Para ser sinceros, a todos nos encanta que nos aplaudan y que nos prodiguen palabras de halago, nos hace sentir bien. Sin embargo, cuando supeditamos nuestras decisiones y comportamientos a la opinión de los demás, entonces tenemos un problema.
La aprobación de los demás es imposible tenerla completamente. Si somos de izquierdas nos van a criticar los de derechas y si somos de derechas nos van a criticar los de izquierdas. Es imposible tener la aceptación de todo el mundo. Si que nos gustaría que mucha gente nos aprobara, pero no siempre va a ser así.