De vez en cuando todos llegamos a un punto en el que nos sentimos fatigados. Pero una vez que nos relajamos, toamos una ducha y un relajante baño, tendríamos que haber recargado nuestras baterías al máximo. Pero cuando no es así, solemos escuchar a menudo el término “fatiga crónica”.
El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una enfermedad compleja que, como su propio nombre indica, se caracteriza fundamentalmente por la presencia de fatiga inexplicable, persistente y muy incapacitante. Se trata de un tipo de fatiga que no desaparece con el descanso y que puede empeorar con la actividad física o mental, y además está acompañada de otros muchos síntomas específicos que varían de una persona a otra.
Pero ¿En qué difiere la fatiga común de la fatiga crónica? Primero que nada, la fatiga crónica requiere de tiempo. Se considera crónica cuando la persona se ha sentido débil, ha dormir poco, se siente irritable o encuentra mucho más difícil lidiar con sus problema durante al menos 6 meses no solo en días de trabajo sino que también durante el fin de semana o incluso durante las vacaciones. Pero por si no fuera poco, la fatiga crónica tiende a empeorar ya que comienzan a presentarse con mayor frecuencia dolores de cabeza intensos, dolores musculares, sobre todo en el área del cuello, mala memoria y cambios en la presión.
La fatiga crónica puede afectar de manera progresiva al sistema inmunitario, el neurológico, el cardiovascular y el endocrino, y se caracteriza por causar una fatiga severa, febrícula o fiebre, sueño no reparador, intolerancia a la luz, al sonido y a los cambios de temperatura, dolor muscular y en las articulaciones, sensibilidades químicas múltiples, sensibilidad electromagnética y a otros factores ambientales, sensación de estado gripal permanente, faringitis crónica, pérdida sustancial de concentración y memoria, desorientación espacial, intolerancia al estrés emocional y a la actividad física, entre otras manifestaciones.
Según la Asociación Americana de Síndrome de Fatiga Crónica y Disfunción Inmune (CFIDS por sus siglas en inglés), el diagnóstico de esta condición es un proceso que podría demorar meses o años ya que conlleva descartar otras condiciones con síntomas similares. Los factores específicos que dificultan el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica (SFC) se encuentran:
-No existe una prueba de laboratorio ni un biomarcador para el SFC.
-La fatiga y otros signos y síntomas del SFC son comunes en muchas otras enfermedades como Lupus, Hipotiroidísmo,enfermedad de Lyme, entre otras.
-El SFC es una condición invisible y muchos pacientes no se ven enfermos.
-La enfermedad sigue un patrón de remisión y recaída.
-Los signos y síntomas son distintos en cada persona en cuanto a tipo, número y gravedad.
Algunas medidas que pueden ayudar a contrarrestar los efectos de la fatiga crónica son:
La reducción del estrés. Las técnicas de relajación y reducción del estrés pueden ser útiles en el manejo del dolor crónico y la fatiga. Sin embargo, no sirven como tratamiento principal para el síndrome de fatiga crónica. Existen muchas técnicas de relajación disponibles, incluyendo:
• Ejercicios de respiración profunda
• Hipnosis
• Terapia con masajes
• Meditación
• Técnicas de relajación muscular
• Yoga
La mejora de los hábitos del sueño. A pesar de que este padecimiento no puede prevenirse, es recomendable llevar un estilo de vida sano, con alimentación balanceada y evitar el estrés, que disminuye la producción de hormonas como el cortisol y, por consiguiente, afecta el sistema inmunitario. Se recomienda también aprender técnicas para dormir con mejor calidad. Una de las características de las personas que sufren el síndrome de fatiga crónica es que siguen sintiéndose cansadas tras dormir suficientes horas. Además muchos pacientes refieren trastornos del sueño. Una buena higiene del sueño puede mejorar la calidad del descanso nocturno. Recuerda que la higiene del sueño hace referencia a todas las medidas que ejercen un efecto positivo sobre el sueño.
Una alimentación más saludable. A pesar de que no existen indicios de que un déficit nutricional sea causa del síndrome de fatiga crónica, una alimentación equilibrada repercute positivamente en la salud y en muchas enfermedades crónicas.
Al acudir al médico las personas que padecen fatiga crónica mencionan sentir mucha fatiga y que aunque duerman no descansan, empiezan a tener fallos de memoria y de concentración y dolores musculares y de cabeza muy fuertes. Uno de los principales problemas para afrontar esta patología es la dificultad del diagnóstico, ya que los médicos suelen hacer descartar todas las enfermedades conocidas que provocan fatiga, como el cáncer, la hepatitis, o la tuberculosis, incluso la depresión. Sin embargo, si crees que podrías estar sufriendo esta condición médica lo más recomendable es recurrir con el médico para lograr su pronto diagnóstico y posterior tratamiento.