Las personas manipuladoras suelen ser personas toxicas y exhiben conductas y cualidades opuestas a las de las personas nutritivas. Por ende, es típico que nos sintamos mal después de cualquier encuentro con alguna de ellas. En efecto, intentan llenar sus vacíos emocionales con detrimento de los demás: los ven como simples medios para obtener sus fines, por lo que abusan de ellos. La persona manipuladora es un especialista en camuflajes, se oculta bajo disfraces diferentes e intercambiables. En esto precisamente radica la dificultad para detectarlos.
Pese a lo que quiere hacer creer, el manipulador no confía en sí mismo, todo lo contrario, es un gran inseguro. Su conducta manipuladora funciona como una defensa muchas veces inconsciente. Actúa como una persona que en un naufragio y ante el temor de ahogarse, en su desesperación, se aferra a quienes tiene al alcance, arrastrándolos en su eventual destino.
El manipulador, utiliza ésta misma como medio de conservación o supervivencia. Es un mecanismo que se automatizó al formarse su personalidad. Quizás no haya sido sujeto de deseo en su familia de origen y al quedar apartado, intentó ser tomado en cuenta. Para lograr esto, trató de imitar la forma en que se vinculaba la persona que él suponía más poderosa en su entorno afectivo, por ejemplo, el padre y que posiblemente no tuviera en cuenta los deseos ni necesidades de los demás.
¿Cómo detectar a una persona manipuladora?
En el fondo esa persona es muy triste, es una persona con muchos vacíos, con falta de cariño, de amor sincero en casa. Por lo general se detectan manipuladores en las empresas, son esas personas que están buscando hacer zancadilla al compañero.
Un manipulador se detecta en la forma como habla, quiere llamar la atención, por eso utiliza una entonación más alta. Se puede decir que un manipulador usa una máscara para que nadie se dé cuenta que en el fondo está solo.
Por lo general se da la manipulación de sentimientos con frases como si tú no haces esto, yo no hago aquello, todo lo ponen en una balanza a su favor.
La persona manipuladora usa la relación afectiva, de necesidad o de autoridad para presionar y obtener lo que quiere de su entorno. Y puede llegar al extremo de amenazar con suicidio (novio: “si me dejas, me mato.”). Pueden llegar al intento de suicidio – tratando de asegurarse ser encontrados a tiempo para ser rescatados. Y después ya nadie se va atrever a negarles algo. Aunque es más de una oportunidad mueren, porque los cálculos les salieron mal.
El perfil de una persona manipuladora suele ser el de alguien que impone su autoridad porque no ha aprendido a tener relaciones más saludables con los demás. Detrás de su máscara se esconde una persona muy desdichada a quién le viene muy grande el personaje que se ha creado para defenderse de su propio miedo ante la vida y ante la posibilidad de ser rechazado. La persona manipuladora nunca reconoce sus faltas o sus fracasos sino que los refleja en sus víctimas a las que hace responsables de sus desgracias personales. En definitiva, se cree sus propias mentiras y ante el miedo reacciona con agresividad chantajeando a sus víctimas de una forma enfermiza, infantil, egoísta y cobarde.
Un buen truco para detectar la manipulación y saber quién te manipula es analizar lo que sientes cuando estás con esa otra persona. ¿Miedo? ¿Culpa? ¿Vergüenza? ¿Aprensión? ¿Inseguridad? ¿Repulsión? ¿Pensar que eres un imbécil o un inútil? ¿Intenso afecto inmotivado? Una relación normal no debe producirte emociones negativas, todo lo más neutras, y sentimientos demasiado positivos (no de enamoramiento) con alguien a quien acabas de conocer son sospechosos.