Tengo varias amistades que pasan por dificultades económicas y otros a los que por el contrario, les va bastante bien. Cuando la gente suele tener problemas de dinero su excusa más frecuente es “No tengo suficiente dinero”. Y cuando la gente pasa por buenas épocas económicamente hablando suelen decir “No tengo suficiente tiempo”.
Todo el mundo es capaz de dar una excusa que se adecuen a su situación a fin de evitar el emprender las acciones necesarias para salir de esa situación, aunque sus excusas siempre suenan bastante válidas, como habrás escuchado otras veces el que quiere puede.
La diferencia entre aquellas personas que emprenden acciones y aquellas que no lo hacen radica en la manera en que dirigen sus excusas. La gente no suele hacer el esfuerzo para eliminar esa carencia de dinero para eliminar las excusas del tipo “No me alcanza el dinero”, y tampoco buscan hacerse más tiempo solo para eliminar excusas del tipo “No me alcanza el tiempo”.
La única manera de poder lidiar con estas excusas es dándose cuenta de que están creando y alimentando estas excusas y que solo hasta que ellos mismos lo decidan, dejaran de seguir engendrándolas y alimentándolas. Una persona que suele tener una excusa para todo, debe analizarse y darse cuenta de que mientras siga alimentando esas excusas siempre habrá un motivo para que estas permanezcan en su vida. Y es que analizarse consiste (tan sólo) en preguntarnos cómo van las cosas: si están yendo bien o mal, si es lo queremos o lo que necesitamos; y, en último caso, pensar si lo que estamos haciendo es lo que hay que hacer. Las excusas simplemente sirven para resaltar lo negativo.
Jamás vamos a tener suficiente tiempo en nuestro día y jamás vamos a tener tanto dinero como soñamos si no hacemos algo al respecto y mucho menos si no dejamos de quejarnos por ello todo el tiempo. Nos convertimos en aquello en lo que pensamos con intensidad. Nuestra actitud crea el ambiente que hay a nuestro alrededor, y viene determinada por nuestra manera de pensar y de sentir, siendo un puente de comunicación con las demás personas. Por tanto, es muy importante crear una actitud positiva, llena de buenos pensamientos y sentimientos.
Todo lo que estemos pensando influye de forma negativa o positiva sobre nuestras acciones, ya que de ahí nace nuestra predisposición a hacer o no algo y de determinada manera.
Soñar significa identificar quienes somos realmente y qué queremos en nuestra vida, y luego bajar esa visión a la práctica diaria para ser esa persona. Tenemos que obligar a nuestra realidad a responder a nuestros sueños. Creo que para ser felices y realizarnos debemos seguir soñando hasta romper la frontera entre lo ilusorio y lo tangible. ¿Tiene sentido pasar más tiempo quejándote por no ser feliz que intentando hallar la manera de serlo?
Las excusas son ideas que nos forjamos para sostener nuestros miedos. Sin ellas, estos se disiparían, pero lo que hacen es alimentarlos, fortalecerlos y convertirlos en fantasmas que nos persiguen todo el tiempo. Las excusas son tan destructivas como alimentarnos mal o tener una adicción, y para acabar con ellas hay que trabajar en la raíz del problema: nuestros pensamientos. Mucha gente piensa que el éxito viene de la buena suerte o de un talento enorme, pero muchas personas de éxito alcanzan sus mayores logros de una manera más sencilla: a través de la autodisciplina, a través de vivir sin pretextos.
No importa de qué área de la vida se habla: relaciones, carácter, salud, éxito personal, condición física, negocios, gestión del tiempo, amistad y familia, liderazgo, consecución de objetivos, ventas, finanzas, solución de problemas. la autodisciplina siempre es la clave. Basada en el dominio de sí mismo o autocontrol, es realmente la respuesta para conseguir lo que una persona se propone.
Las excusas, en ocasiones, actúan como si de un virus mental se tratara. Estamos formados por multitud de hábitos, ideas aferradas como huellas en la mente, y actos imitados de otros que desde muy pequeños hemos ido recogiendo en nuestra personal biblioteca de la mente .La gente no suele poner manos a la obra repentinamente, sino cuando se percatan del verdadero obstáculo que representa el no tener suficiente dinero ni suficiente tiempo. Por ende, es preciso dejar de quejarnos y usar ese tiempo para pensar en la forma en cómo vamos a resolver lo que nos aqueja.