A pesar del trajín cotidiano, de las largas jornadas laborales y las tareas tanto dentro como fuera de casa, es posible mantenernos sanos y felices a través de sencillos pasos o hábitos, tales como:
Aprender algo nuevo o aceptar un reto cada día. La vida es un aprendizaje constante. Cada mañana la persona se enfrenta a nuevas actividades, nuevas interacciones, nuevos desafíos que lo prueban como persona, en la vida familiar, la vida social y su propia personalidad.
Pese a la inmensidad de conocimientos y saberes que hoy día son muy especializados en todas las ciencias, artes y oficios, el individuo corre el riesgo de no renovar sus conocimientos y conformarse con una gama de conocimientos específicos. Es importante que no te vayas a la cama sin la satisfacción de haber hecho algo que realmente valga la pena y te haga sentir bien contigo mismo.
Aprender a combatir el estrés con respiraciones profundas. La respiración es la más importante de todas las funciones corporales. En realidad la damos por un hecho pues respiramos de manera automática todo el tiempo, sin embargo la mayoría lo hace de manera muy deficiente, y ese es el problema. Si aumentáramos nuestra cuota de oxígeno estaríamos en la posibilidad de quemar más grasa, derrocharíamos vitalidad, aliviaríamos las tensiones, podríamos evitar enfermedades como el cáncer, rendiríamos más y mejor, y produciríamos la energía suficiente para vivir más plenamente.
Ten siempre a la mano frutos secos. Este grupo alimenticio reúne innumerables propiedades nutritivas y energéticas . Son ricos en proteínas, fibras, minerales como el hierro, calcio, zinc, cobre, fósforo, potasio y selenio, vitaminas como la E, B1 (tiamina), B2 (riboflamina) y B6 (piridoxina), los frutos secos agregan a sus propiedades, la particularidad de aportar al organismo ácidos grasos insaturados (mono y poliinsaturados), ideales en la prevención de afecciones cardiovasculares. Además, son de gran utilidad para aquellas personas con grandes esfuerzos intelectuales, anemias y para mejorar el metabolismo, deberían tomarlos asiduamente los niños y los jóvenes.
Aprovecha las oportunidades para charlar con tu familia. La base para conocerse, entenderse y ayudarse dentro de una familia es la comunicación entre todos los miembros que la componen. Es necesario dedicarse tiempo, escucharse y transmitirse mutuamente cómo nos sentimos, qué hemos hecho, qué nos gustaría hacer… Pero esta comunicación no debe ser unidireccional, es decir, los padres preguntan y los hijos responden, sino que también los padres deben transmitir cómo se sienten. A los hijos les gusta saber de sus padres y tienen que conocerles. Además, los padres enseñan a los hijos a comunicarse al transmitir sus experiencias y sentimientos, puesto que la comunicación familiar también se trabaja y se educa.
Respeta los horarios de sueño. Para dormir bien también es fundamental respetar el horario de descanso y crear un hábito de horarios en la rutina diaria no sólo en relación con la hora de ir a dormir sino que también, debemos poner el despertador a la misma hora. Además, para dormir bien también es fundamental mantener una vida activa, hacer ejercicio, realizar un paseo diario, estar en contacto con los demás, hacer planes sociales, disfrutar del trabajo diario reforzando la motivación… Además, una forma excelente de iniciar el descanso cada noche es hacer balance de los buenos momentos vividos cada día, es decir, hacer una reflexión interior.