«Don’t Worry Be Happy» es una de las canciones más optimistas que se han compuesto, por mucho que algunos la hayan parodiado distorsionando su significado profundo alegando que es una manera superficial de encarar los problemas, cuando lo cierto es que es una filosofía profunda ante los problemas vitales.
Los problemas no se solucionarán por mucho que nos angustiemos con ellos; tal y como dice el proverbio chino «Si un problema tiene solución, para qué preocuparse. Si no tiene solución, para qué preocuparse». La clave está en entender la palabra PRE-ocuparse, es decir, tal y como lo define el DRAE: Ocupar antes o anticipadamente algo. Lo que hay que hacer es ocuparse; encararlos con optimismo hasta que un día veamos la luz al final del túnel y vayamos hacia ella. Revolcarse en el suelo del pozo no nos hará subir.
La escribió Bobby McFerrin, compositor de Jazz, inspirado por una frase de Meher Baba gurú de la India que se consideraba un avatar. Baba utilizaba a menudo esta expresión, tanto que en la década de los 60 se imprimió en numerosas tarjetas y afiches para inspirar a la gente. Cuenta Bobby McFerrin que en 1988 vio uno de ellos en el apartamento de la banda Tuck & Patti de San Francisco y le pareció tan sencillo y tan inspirador a un tiempo que decidió escribir la canción.
Fragmento de la Letra
Aquí traigo una pequeña canción que escribí.
Puede que quieras cantarla nota por nota.
No te preocupes, sé feliz.
En todas las vidas, tenemos dificultades.
Cuando nos preocupamos, hacemos que se multipliquen.
No te preocupes, sé feliz ahora.
(…)
Porque cuando estás preocupado, frunces el ceño
y harás que todo el mundo se deprima.
Así que no te preocupes, sé feliz.
No te preocupes, no te preocupes, no lo hagas.
Sé feliz. Pon una sonrisa en tu cara.
No deprimas a la gente.
No te preocupes, pronto pasará, sea lo que sea.
No te preocupes, sé feliz.
Yo no estoy preocupado, soy feliz.
Impacto social
Esta canción también es un hito en la historia de la música ya que fue la primera canción cantada completamente a capella (es decir, sin ningún instrumentos musical) que llegó a los primeros puestos de numerosas listas musicales, incluyendo la famosa lista de los «Billboard Hot 100» en los Estados Unidos. También obtuvo tres Premios Grammy en 1989 en las categorías: Canción del año, grabación del año y mejor interpretación vocal pop masculina.
Tanto gustó que fue usada en la campaña presidencial de Estados Unidos de 1988 del entonces candidato George H. W. Bush hasta que McFerrin se negó: tan ridículo como cuando se usó Born in the USA de Spingsteen en la campaña de Reagan.
Como tantas noticias erróneas que se extienden como un virus en Internet, existe la creencia de que esta canción fue compuesta por Bob Marley; no es cierto, claro, aunque Bob Marley Jr. sí la ha interpretado en algunas ocasiones. La canción también provocó una leyenda urbana sobre el suicidio posterior de McFerrin, algo infundado ya que está, por fortuna, vivito y coleando.
Algo que no podemos decir de una de las personas que salen en el vídeo: Robin Williams, quien sí se suicidó el pasado 11 de agosto.
Robin Williams
No voy a revolcarme en el fango como otros que están sacando los trapos sucios de un actor que nos hizo reír y emocionarnos. Prefiero quedarme con algunos de los logros de su vida como actor y como persona. Ganador de cinco Globos de Oro, tres veces nominado al Óscar, obtuvo la estatuilla con una de mis películas favoritas, el canto a la vida «El Club de los Poetas Muertos».
A mí me fascinaba como actor dramático ya que combinaba el drama con la ternura y el humor aportando un tono agridulce al personaje que lo hacía único y entrañable, aún siendo malvado como en la película «Insomnia» con Al Pacino. Me quedo con su interpretación del doctor «Patch Adams«, «El indomable Will Hunting«, «el Club de los poetas muertos» como ya he dicho y la soberbia «El Rey pescador». No olvidaré su faceta cómica, la más conocida, en películas como «Popeye», «Hook», «Good Morning, Vietnam» o «Mrs. Doubtfire».
Esa faceta cómica que demostró cuando fue a visitar al hospital a su amigo íntimo Christopher Reeve cuando éste sufrió el accidente de caballo y fingió ser un médico ruso que tenía que practicarle una colonoscopia: fue la primera vez que Reeve rió tras la tragedia. Y muchas veces más gracias a Williams, ya que éste se hizo cargo de todos los gastos médicos que no cubría el seguro de Reeve. Y cuando éste falleció y años después su mujer, se hizo cargo de sus hijos.
Éste es el Robin Williams con el que me quedo, el que intentó hacer sonreír a otros a pesar de que a veces lloraba por dentro, el que bailaba como un loco en el vídeo de una canción que muestra el lado amable de la vida y nos impulsa a ser optimistas:
Don’t Worry, be happy