A veces nos resulta difícil saber exactamente porque nos sentimos tan mal. ¿Es enojo, tristeza o culpabilidad? A menudo saber a ciencia cierta qué clase de sentimiento negativo estamos experimentando puede ser complicado.
Las personas somos todas diferentes y de la misma manera, definimos las emociones de diferente manera. Algunos hacen una distinción entre las emociones y los sentimientos diciendo que un sentimiento es la respuesta o parte de la emoción y que la emoción incluye la experiencia o situación, la interpretación, la percepción y la respuesta o sentimiento relacionado a una experiencia en particular.
Para algunos expertos en la materia, las emociones sistemas de alerta del ser humano en cuanto a lo que realmente está sucediendo a su alrededor. Las emociones son los indicadores más fiables de cómo van las cosas en nuestra vida. Las emociones nos ayudan a mantenernos en el camino correcto, asegurándonos de que nos estamos guiando por nuestras facultades mentales/intelectuales, pensamientos, percepción, razón y memoria.
Las emociones controlan nuestro pensamiento, comportamiento y acciones. Las emociones por lo consiguiente, afectan nuestros sentimientos e ideas. Las personas que ignoran, rechazan, reprimen o simplemente ventilar sus emociones, se están preparando a largo plazo para resentir alguna enfermedad física.
La emoción es energía que genera nuestro organismo y que por su naturaleza busca expresarse. Ahora la energía, por principio físico, no se destruye sino que se transforma. Así sucede con la emoción cuando la reprimimos evitando que se exprese mediante el llanto, las palabras, la risa, etc…, se transforma en enfermedades como gastritis, problemas digestivos, problemas cardiovasculares, cáncer, entre otras enfermedades
Las emociones que no son sentidas y enterramos en nuestro cuerpo al reprimirlas pueden provocar enfermedades graves, como el cáncer, artritis y muchas otras enfermedades crónicas. Las emociones negativas como el miedo, la ansiedad, la negatividad, la frustración y la depresión provocan reacciones químicas en el cuerpo que son muy distintas a los químicos liberados cuando nos invaden sentimientos positivos como la felicidad, el cariño, la aceptación o la alegría.
De modo que las personas tienden a amoldar su expresión emocional a los cánones socialmente aceptados, lo cual puede implicar reprimir o negar determinadas emociones. Como dice Maickel Malamed: “Parte del manejo emocional tiene que ver con moldes… el hombre piensa, la mujer siente, los hombres no lloran, la tristeza es mala, el miedo es de cobardes… se pierde la emoción en una cuestión moral y la moralidad está en la acción, no en el sentimiento”. Pero nos engañamos al pretender meter las emociones en un molde, y etiquetarlas como buenas o malas, positivas o negativas. Las emociones son, simplemente, expresiones naturales de nosotros mismos que expresan una realidad interna, una necesidad.
Las emociones funcionan de manera directa en nuestro cuerpo. Algunas de ellas, en especial las que están basadas en el miedo, estimulan la liberación de un grupo de químicos mientas que las que están basadas en el amor liberan otro subconjuntos químico en el cuerpo. Si la irrigación de las sustancias generadas por las emociones negativas es a largo plazo o crónica, se ve afectado el sistema inmunológico, endocrino y comienza la aparición de enfermedades raves.
Las enfermedades psicosomáticas aparecen por emociones como la ansiedad, la ira o la angustia. Las emociones positivas nos generan sensación de alegría y de refuerzo, nos hacen fuertes. Las negativas nos debilitan. Es por ello que hoy en día la medicina ha comenzado a tomar en cuenta la relación entre emociones, pensamiento y cuerpo.
Esto trae consigo que desde ahora se deberán tomar en cuenta, como relevantes, los factores psicológicos de las personas enfermas, para así dirigir sus emociones con el objetivo de mejorar la salud.
Todas las enfermedades tienen una raíz psicosomática: nacen en lo emocional pero después pueden quedarse sectorizadas en el cerebro y provocar una patología mental, o pueden desbordar el cerebro y plasmarse en el cuerpo desembocando en fatiga cónica, diabetes o hipertensión arterial.
Para transformar estas emociones negativas, lo primero que debemos hacer es aceptarlas, dejarlas fluir… y así podrán transmutar. Tenemos que canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.