Para muchos de nosotros cuando escuchamos la palabra “emoción” se nos viene a la mente “amor”, “odio”, “felicidad” o “miedo”…todas esas fuerzas emociones que en algún momento de nuestro vida parecieran haber predominado en ciertas circunstancias. Las emociones son las responsables de guiar nuestros comportamientos, ya sean aceptables o no. ¿Pero de dónde vienen exactamente las emociones?
Se cree que el sistema límbico es la parte del cerebro relacionada con las emociones y su regulación. Este sistema está compuesto por varias estructuras interconectadas que son responsables de la memoria y de los diversos estados emocionales. El cerebro es el responsable de enviar respuestas químicas desde el cerebro hacia el resto del cuerpo. Los pensamientos que producen lo químicos en el cerebro permiten a tu cuerpo sentir exactamente de la manera en que justo estuviste pensando. Así que cada pensamiento produce un químico que está emparejado por un sentimiento en tu cuerpo. Esencialmente cuando piensas pensamientos de felicidad, de inspiración, o pensamientos positivos, tu cerebro manufactura químicos que te hacen sentir inspirado, regocijado, y elevado Los pensamientos que producen lo químicos en el cerebro permiten a tu cuerpo sentir exactamente de la manera en que justo estuviste pensando. Así que cada pensamiento produce un químico que está emparejado por un sentimiento en tu cuerpo. Por ejemplo cuando nuestro cerebro detecta un motivo de alarma, (por ejemplo, te percatas de que hay un incendio cerca de ti) el cerebro comienza a producir una mayor cantidad de hormonas del estrés, estas son el cortisol y la adrenalina, las cuales preparan al cuerpo para huir. Por el contrario si nuestro cerebro detecta un motivo para mantenernos tranquilos (como que alguien hace algo agradable para ti) el cerebro comienza a producir dopamina, oxitocina y/o serotonina. Estos son los químicos que nos ayudan a sentirnos bien y nos motivan a continuar con cierta tarea o comportamiento.
No obstante muchas de nuestras emociones se generan de manera inconsciente y no necesariamente debemos estar frente a una posible amenaza para sentirnos nerviosos o temerosos. Si por ejemplo, tuvieras que dar una conferencia frente a un gran grupo de personas podrías desarrollar sentimientos de incomodidad, nervios, miedo, etc. pensando en cómo posiblemente reaccionarán estas personas mucho antes de que lo sepas.
Aunque no se pueden controlar todas las emociones – especialmente las negativas – sí podemos aprender a manejarlas a través del pensamiento consciente. Esto es de suma importancia ya que las emociones juegan un papel fundamental a la hora de enfrentarnos al mundo y en la manera en que percibimos el mismo. Recuerda: “El pensamiento crea el sentimiento, y después el sentimiento crea pensamiento, en un continuo ciclo.” Comprender y regular nuestras emociones, pensamientos y comportamientos nos ayudarán a tener un mayor control sobre nuestro cerebro al momento de ir tras un objetivo o meta concreta.