Para comenzar, quizás deberíamos definir a que me refiero con “gente difícil”. Cuando interactúas con alguien, el proceso va esencialmente en los dos sentidos. Tal como tu responderás a las palabras y acciones de la otra persona, ésta hará lo mismo contigo.
Comprenderte a ti mismo realmente requiere coraje porque siempre hay cosas que no nos gustan de nosotros mismos y que preferimos ocultar en las evaluaciones de nuestras fortalezas y debilidades. Desde el día en que nacimos, todos llegamos a aprender que lo que se espera de nuestros patrones de conducta es que obtengamos las mejores respuestas de aquellos con los que sostenemos una conversación.
Cuando hablo de tratar con gente difícil, en realidad me refiero a tratar con un comportamiento difícil. Al aprender a entender qué es lo que causa que alguien se comporte y hable de un modo difícil, estamos en una mejor posición, no sólo para encargarnos de la situación, sino también para ayudar a la otra persona a resolver los conflictos que en primer lugar lo convirtieron en alguien “difícil”.
Lo cierto es que, la gente difícil está por todas partes y como todos, debes aprender a tratarlas. Sin importar si compañeros de trabajo subordinados o compañeros de clase, las personas difíciles y sus conductas frustrantes pueden adoptar varias formas: una negatividad persistente, como resistirse a cambios necesarios o rebatir ideas nuevas, no dejar de quejarse y descuidar los compromisos; cualquiera que sea la forma que adopte la conducta difícil, representa un reto en cuanto a la convivencia.
Aunque las conductas difíciles pueden resultar de una personalidad innatamente fastidiosa o de problemas de salud física o mental, en la mayoría de los casos surgen emociones fuertes. Estas emociones incluyen ansiedad, ira, miedo a la pérdida, un deseo de ganar en las discusiones y de tener siempre la razón, así como una necesidad de sentirse competente, simpático e importante en su entorno.
La única manera de superar los problemas que esta gente nos acarrea, sin por eso dejar el trabajo, claro, es desarrollar algunas habilidades que beneficien a ambas partes, ya que de nada servirá el enfrentamiento directo, donde ambos perderán tiempo y concentración en el trabajo, lo que afectará tu productividad.
En estos casos hay una serie de consejos que pueden ayudarte a sobrellevar la situación minimizando al máximo su impacto negativo sobre ti:
– Acepta su estilo. No puedes cambiar a la gente, así que no malgastes tu energía ni arriesgues tu estabilidad emocional intentándolo
– No te lo tomes como algo personal
– No malgastes tu tiempo quejándote de esa persona
– Minimiza al máximo el tiempo que interaccionas con esa persona. Define por anticipado qué es lo que necesitas de ella e intenta conseguirlo dedicando el menor tiempo posible, preferiblemente por email
– Aprende lo que puedas de ella. Las personas difíciles con frecuencia suelen destacar en algo y no ser reconocidas por ello, lo cual es en parte causa de su difícil comportamiento
Antes de tratar de identificar si estamos rodeados de gente difícil es conveniente identificar primero el cuestionamiento más complicado: nosotros mismos. ¿Somos gente difícil?, existen algunas razones físicas comprensibles que nos hacen ser personas difíciles en algún momento de nuestra vida, por ejemplo hay personas que si no comen a su debida hora o si no duermen lo suficiente, se ponen de muy mal humor, pero en general no tienen muchos conflictos con las demás personas.
También debemos identificar si en realidad somos maduros, ¿pero qué es ser maduros? Según el autor, maduro son las personas que controlan sus emociones, emociones ya sea de ira, alegría,… una persona madura no se dejará afectar por la forma en la que lo traten los demás.
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