La tendencia de la procrastinación puede afectar muchas áreas de tu vida. Y es que claro, cuando dejamos las cosas para después no podemos esperar más que consecuencias negativas. Al final terminamos preguntándonos el motivo por el que pospusimos las cosas aunque ni así aprendemos la lección de que dejar las cosas para otro momento no nos trae ni un solo beneficio.
En el mundo laboral, la procrastinación tiene un precio bastante alto e invisible. La persona, como decíamos, conscientemente, elige evitar actividades de cualquier grado de importancia en su vida en forma innecesaria. Por ejemplo, un ejecutivo que aplaza a diario una reunión para evitar situaciones conflictivas o un estudiante universitario, que sistemáticamente posterga preparar sus exámenes. Esta mala costumbre no tiene nada que ver con la noción de gestión del tiempo. Esta profundamente vinculada con criterios psicológicos como la autoestima débil (después de todo, la procrastinación es un mecanismo en el cual nos impedimos realizar lo que dijimos querer realizar), la búsqueda de objetivos o la reacción al trabajo
La procrastinación no se trata solo de dejar las cosas importantes a un lado para hacer algo más divertido o interesante, sino que también puede ser aplicada en nuestro trabajo. Quizás ya te ha ocurrido que tienes algo muy importante y específico que hacer, pero en ese preciso momento alguna otra tarea o pendiente resulta mucho más atrayente.
En ocasiones esta tendencia puede resultar productiva. Quizás pudieras no tener terminado ese reporte tan importante para el final del día pero tu oficina está limpia, terminaste de archivar los papeles en tu escritorio y te ocupaste de todos esos emails que no habías eliminado.
El problema es que ese tipo de procrastinación te permite ser productivo pero no de la manera en que debieras y ese reporte o el pendiente que tanto precisa sigue incompleto o peor aún, ¡ni siquiera has empezado!
Para evitar caer en este tipo de procrastinación debes comenzar a ser más honesto contigo mismo sobre las tareas o pendientes que verdaderamente precisan, es decir, los que necesitan de tu atención lo antes posible. Posponer una tarea importante por un periodo breve, porque te sientes particularmente cansado no es dilación, siempre y cuando no demores el inicio durante más de un día o dos, y siendo esto un evento ocasional. Si tienes una buena razón para reprogramar algo importante, entonces no estás necesariamente en una actitud de procrastinar. Pero si estás simplemente buscando “una excusa”, porque realmente no quieres hacerlo, entonces si lo estás haciendo. Debes aprender que el trabajo también es una forma de procrastinación y por ende debes estar más alerta de este tipo de comportamiento. Si tu prioridad es terminar un reporte, no te entretengas con tareas de menor importancia y urgencia.
La mayoría nos dan plazos para entregar los trabajos asignados, y aunque en esta sociedad posmoderna mediada por la inmediatez nos han acostumbrado a cumplir desde la escuela misma, en ocasiones fallamos en alguna entrega, debiendo improvisar una solución y llegando a salir bien librados de la situación; suele pasar. La procrastinación no es una costumbre que nazca de la noche a la mañana, de hecho para ser un costumbre tiene que ser una actividad que se repite cada vez más con mayor frecuencia. Eventualmente este comportamiento se vuelve algo tan común y constante que dejamos de ser conscientes de ello.
Si te has encontrado a ti mismo posponiendo tareas importantes una y otra vez, déjame decirte que no estás solo. De hecho, muchas personas posponen hasta cierto punto. Pero algunas se encuentran tan afectadas por esta característica, que se podría decir que sufren de una dilación crónica, que los frena inclusive para alcanzar su potencial total y puede incluso alterar la ejecución de sus carreras. Recuerda, la procrastinación tiene ventajas: no, la gestión del tiempo y de las planificaciones tiene ventajas, pero la procrastinación no presenta ventaja porque es una costumbre negativa y desvalorizante.
La clave para controlar este hábito destructivo, es reconocer cuando comienzas a postergar las cosas, entender por qué sucede (incluso al mejor de nosotros), y tomar medidas de acción para administrar tu tiempo y obtener mejores resultados.