Algunos no lo tomamos en cuenta, pero es bien sabido que el resentimiento provocado por una orden violenta puede durar mucho tiempo, aún cuando la orden haya sido dada para corregir una situación evidentemente mala. Todo el mundo puede ser un buen líder pero muchos acaban siendo personas difíciles de tratar. Un líder de verdad es una persona excepcional y extremadamente valiosa.
Conocí al encargado de un departamento el cual, en una ocasión me mencionó que su jefe jamás daba órdenes, sino hacía indicaciones. En lugar de señalar un error, por ejemplo al escribir un comunicado, solía insinuar “quizás si corriges esto de tal o cual modo, suene mejor”.
En lugar de usar frases como “no hagas eso así” o “haz esto o aquello” usaba frases como “ ¿qué le parece si hacemos esto?” o “ ¿cree que funcionará más si procedemos de tal o cual manera?”.
“Errar es de humanos”, o por lo menos eso reza un dicho popular que atribuye al hombre, justamente, una de las características que lo identifica y diferencia de algunas deidades de aparente perfección.
Una técnica así, facilita a cualquiera la corrección de un error.
Los errores siempre han sido vistos como muestras de incapacidad, falta de atención, desconocimiento e inexperiencia, entre otras cosas de corte similar, hasta el punto de generar decisiones terminales que sirvan de ejemplo al común para que eviten a todo riesgo la posibilidad de equivocarse, sin embargo, una técnica así de simple, al mismo tiempo salva el orgullo de cada uno y da la sensación de importancia. Esto podría hacerte desear cooperar en lugar de rebelarse.
Resulta simplista e incluso risible que en circunstancia donde se detecte una falla se recurra a señalar al culpable de manera pública y notoria, sin que la presencia del equívoco sirva como un llamado para revisar el proceso e incluso los elementos de entrada y salida. Además, al momento de reprender o cuestionar a alguien, lo único que realmente se logra es generar un clima de culpabilidad, miedo, resentimiento o angustia entre los demás miembros de nuestro círculo o familia, pues tal situación no evitará efectivamente que se incurra de nuevo en el hecho.
Hacer preguntas no sólo vuelve más aceptables las órdenes, sino que con frecuencia estimula la creatividad de la persona a quien se le pregunta. Es menos difícil que las personas acepten con gusto una orden si ha tomado parte en la decisión de la cual emanó la orden.
Recuerda que a nadie le gusta recibir órdenes. Aprovecha las oportunidades para persuadir y solicitar. Ordena si es necesario pero solo como un último recurso y reconoce esta ocasión como lo que es: una falla en tu capacidad y destreza de utilizar el arte de la persuasión.
Ten siempre presente que recibir una orden es muy poco motivador. Consigue que cada miembro trabaje y aporte lo mejor de sí mismo en la lucha por alcanzar un objetivo común (sea ganar la mejor nota en una clase, mejorar los resultados de la empresa, ganar las elecciones políticas, etc.). Consigue así que las personas se identifiquen con las metas marcadas, que las hagan propias y luchen por ellas con todo el empeño.
Una persona a la que tan sólo le preocupara su bienestar futuro difícilmente podría ser el líder de una organización. Esta terminaría por rechazarlo.