Todos hemos tenido uno de esos terriblemente horripilantes malos días, cuantas veces has oído o dicho tengo un día de perros. Todo comienza por quedarnos dormidos, llegar mal al trabajo o a la escuela, recibir los resultados negativos de una evaluación o el rechazo de un proyecto. Pero al llegar a casa las cosas no mejoran y te das cuenta de que olvidaste las llaves de tu casa o que el perro o que el perro ha vuelto a hacer de las suyas en el jardín. Más tarde charlando con un amigo te enteras de que la persona que te gusta está saliendo con alguien más, tu madre te llama para darte una mala noticia y por si fuera poco, esa noche la energía eléctrica falla. Ese sin duda es un terrible día.
Sin duda sería todo un alivio poder cambiar todo ese día. Este tipo de días generan malestar y pequeñas crisis, logrando hacernos sentir extraños al no comprender porque toda esa serie de cosas negativas nos ocurren a nosotros. En esos días de insatisfacción con el mundo, lo peor es no hacer nada. El problema es que con ese estado no nos dan ganas de hacer nada. Sin embargo, hay que empezar a cambiar esa mentalidad conformista que te tiene prisionero, esa mentalidad que no te deja ser libre y vivir lo que en realidad quieres.