Todo el mundo sabe lo mucho que detesto la negatividad. Es tan terrible como destructiva. Toda negatividad es resistencia. A menudo, la negatividad va desde la irritación o la impaciencia a la rabia furiosa, de un humor depresivo o un resentimiento sombrío a la desesperación suicida.
La negatividad se transmite y se contagia a distintos niveles y se permea al resto de nuestras vidas como una idea nociva que limita nuestras capacidades.
Algunos de los métodos más útiles para lidiar con la negatividad son:
1) Meditar: El meditar nos permite conectarnos con nuestra esencia y nuestra verdad interna y mientras más la practiquemos, más fácil se nos hace el poder volver a ese punto en el día a día y en cualquier situación.
2) Ser conscientes de la conversación: El estar atento a lo que la otra persona nos dice, y no estar pensando automáticamente en qué le responderemos a nuestro interlocutor, nos permite el poder reemplazar la idea negativa por una positiva, y nos permite elegir las emociones que queremos sentir mientras interactuamos con la persona, equilibrando nuestra vibración y no cayendo en la energía de la negatividad y reducir el estrés.
Quiero testimoniar que la negatividad es muy peligrosa para el ser y el hacer. Para el ser por la energía que consume y que permite que ella se conserve en el tiempo. Por ello, ejercicios rutinarios tales como la oración, la meditación o cualquier actividad que nos contacte con nosotros mismos y la belleza, adquiere mucha importancia a la hora de prevenir su incremento en nosotros.
La mente humana es un instrumento complejo y poderoso. Si no se usa adecuadamente genera malestar, ineficacia y, en definitiva, resultados pésimos, tal como estamos viendo hoy. Se sabe que nuestro cerebro es experto en crear patrones de pensamientos rutinarios, casi mecánicos. Pero no es muy bueno cambiándolos. Por eso nos cuesta tanto gestionar las crisis, que son tan necesarias para introducir cambios y poder así evolucionar. La negatividad es comúnmente creada en uno mismo por un individuo. Pensamientos, sentimientos, palabras e incluso una actitud negativa puede desarrollar la energía negativa en ti y a tu alrededor.
La buena noticia, es que podemos transformar nuestra actitud para convertirnos en personas optimistas, positivas y entusiastas por la vida. Una actitud positiva, animada y vital siempre nos impulsa a actuar, a disfrutar, a compartir y a vivir plenamente cada momento; Además, nos da una visión y una interpretación mucho más optimista de cada evento que se presenta en nuestro día. Nos protege de la afectación que nos puedan causar las demás personas y las circunstancias difíciles de la vida.