A veces no nos damos cuenta de manera consciente, pero después de estar con determinada persona durante cierto lapso de tiempo nos sentimos sin energía, desanimados, como si hubieran absorbido nuestra vitalidad. Todas las personas en determinado punto de nuestra vida conocemos a alguien que siempre está hablando de cosas negativas, que no acepta opiniones ajenas, que no escucha, que no sabe reconocer tus logros, que puede ser hiriente, actuar con agresividad y que se exalta con facilidad cuando no se le da la razón. Normalmente, después de estar con estas personas nos sentimos con cansancio, con poca energía y de mal humor debido a la toxicidad de estas personas. Pero se puede tratar con gente toxica.
Muchas veces permitimos entrar a nuestro círculo más íntimo a personas chismosas y envidiosas. Las personas toxicas son personas con personalidad autoritaria, orgullosa, mentalidad mediocre o negativa que constantemente evalúan qué dijiste, qué hiciste y por qué hiciste o dijiste algo (o por qué no lo hiciste o no lo dijiste). Se trata de personas tóxicas que potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas y de frustraciones.
Una persona toxica se caracteriza porque:
-Siempre encuentran algo negativo en todo lo que sucede en su entorno
-Siempre tienen la razón
-Son hirientes, agresivas, inflexibles y no aceptan que se les contradiga
-Disfrutan de la humillación del otro o la otra.
-Sólo hablan de sí mismas y no escuchan al prójimo, mucho menos se interesan por los problemas o necesidades ajenas
-Necesitan constantemente la aprobación de los demás, sentirse importantes, ser reconocidos o reconocidas, a pesar de no tener logros relevantes en la vida
-Buscan manipular con mentiras
-Agreden innecesariamente y desvalorizan a la otra persona para sentirse bien.
-Dañan con intención, sin jamás proponer una reparación
-Incomodan con sus imposturas.
-Critican incansablemente a los y a las demás, actúan con envidia y resentimiento.
-Algunas veces son pasivos o pasivas y viven de la lástima ajena, buscando ayuda constantemente y aprovechándose de los demás.
-Se sienten vacíos-as y buscan llenar ese hueco con nuestra amistad, tiempo o compañía, absorbiéndonos por completo, sin dar nada de sí a cambio.
Dentro de esas personas, que nos intoxican nuestra mente, está nuestra propia intoxicación… recordemos que cada uno hace lo mejor que puede en ese momento, y utiliza las herramientas que posee para enfrentar situaciones gratas y non gratas, así que en vez de flagelarnos mejor pensemos, en qué puedo mejorar la próxima vez.
Durante nuestra vida, vamos conociendo personas que nos aportan tranquilidad y crecimiento otras nos complican la vida, porque dejamos que nos las compliquen, nosotros los dejamos entrar y meterse en nuestra cabeza, así que influyen en nuestras decisiones y en nuestro comportamiento
Todas son personas que, como tú y yo, cometen errores. Y como sucede con todo error, lo mejor es que cuando ocurra aprendamos que las relaciones interpersonales necesitan tener un límite. Nadie podrá avanzar sobre ti si no le das autoridad y poder para hacerlo.
Cuando nosotros somos tóxico o estamos con personas tóxicas, se potencian nuestras debilidades, nos sentimos frustrados, con carga emocional, con miedos a qué hará o qué dirán… pues bien, lo que ellos piensen o digan no significa que sea real, ya que lo primero que hacemos o hacen es describirse a sí mismos con la excusa de señalar a los demás… dime como piensas, hablas y te expresas de los demás y te diré qué grado de toxicidad tienes.
La toxicidad nos genera enfermedades, mentales, emocionales y físicas, dicen que de 90 enfermedades, 50 está producidas por la culpa y 40 por la ignorancia. No nos deja pensar claro, nos manejamos por miedos, nos auto intimidamos pensando en qué pasará, no somos libres y la libertad nos la otorgamos nosotros mismos… nos metemos en una cárcel, donde el carcelero somos nosotros, pensando que la llave la tienen otros y no, está en nuestro bolsillo todo el rato, solo que no la vemos, porque la estamos buscando en otro lugar.
Si bien es posible que convivas con personas toxicas, para hacerlo debes aprender a ponerles un límite. El límite muchas veces es entendido por los otros como una actitud antipática de nuestra parte, sin embargo aplicarlo nos evitará muchos malos momentos. Sólo tú podrás decidir quién entrará a tu círculo social más íntimo. Poner límites sanos a tus relaciones personales no sólo te va a ahorrar dolores de cabeza sino que también te proporcionará la libertad que necesitas para tomar aquellas decisiones que te acercarán cada vez más a tus sueños.