¿A veces te cuestionas las cosas del pasado o del futuro que estás haciendo en el presente? Si es así, te estás perdiendo muchas de las maravillosas cosas que la vida tiene para ofrecerte. Tal vez, no están cumpliendo con tus tareas diarias de la manera más eficiente y productiva, pero date cuenta de que una vez que termines todos los pendientes en tu lista de “cosas por hacer”, tu día comienza a sentirse como un completo torbellino.
Trabajar en “piloto automático” a veces puede ayudarte a tener éxito; logrando una mayor tranquilidad, satisfacción, felicidad y auto-conocimiento que puede provocar de manera intencional que comiences a restar importancia a las demás cosas que ocurren a tu alrededor.
La atención plena o “mindfulness”, es estar consciente de tu mente y cuerpo en un determinado momento, lo cual puede ayudarte a aumentar tu vigilia aquí y ahora. Los estudios demuestran que la incorporación de ésta en tu vida diaria puede reducir los niveles de estrés y ayudarte a funcionar a un nivel máximo de rendimiento.
La práctica de la atención plena consiste en despertar en nosotros todo el potencial de un don que la mayoría infravaloramos: la sensibilidad.
Sin embargo, no hay que entender que mindfulness significa tener los cinco sentidos en la carretera (o lo que hagamos). Lo más parecido a la atención plena es no estar distraído, pero por otra parte la conciencia no tiene cinco canales, sino seis (el sexto sería el pensamiento) y no existe conciencia que esté desaferentizada de todos sus canales. Y este último es el más importante porque es al mismo tiempo juez y parte: ha de ser parte (sentido) y juez (dar la orden de permanecer quieto).
Las técnicas de mindfullness proceden en realidad de la tradición oriental y recientemente han adquirido importancia para los terapeutas occidentales desencantados por las limitaciones de los procedimientos verbales y sobre todo de aquellos basados en la introspección, la modificación de la conducta, el insight o la narrativa, es decir en las terapias basadas en lo racional.
Se trata de técnicas llamadas de tercera generación que vienen a sustituir a las terapias conductuales de exposición y condicionamiento operante, a las técnicas dinámicas de logro de insight, a las terapias humanistas y a la puramente cognitivo- conductuales. Se trata de técnicas que practican una cierta integración entre todas sus antecesoras y que trabajan con un paradigma bien distinto a ellas: no se trata tanto de limpiar de síntomas al sujeto sino de modificar su experiencia subjetiva y la conciencia que tenemos de ella de tal modo que los síntomas resulten superfluos u obsoletos,
El minfulness se define por prestar atención intencionadamente en el momento presente y sin prejuicios; es decir, tomando conciencia y prestando atención de un momento actual a otro. La adopción de una postura interior en la que los acontecimientos, siempre presentes, son observados sin valoración ni juicio, permitiría la objetivación de los mismos (sentimientos y pensamientos serían vivenciados como objetos emocionales o mentales). Las terapias basadas en el minfulness o atención consciente tienen entre sus objetivos la detección de dichos contenidos desde una actitud de aceptación (no valoración) de los mismos, tal y como son.
Con sus raíces en el budismo, la atención plena (que es una rama muy importante del Budismo) ha existido desde hace miles de años, ya que funciona!