¿Podemos confiar en la intuición?

Steve Jobs durante el famoso discurso de apertura de la Universidad de Stanford en el 2005 le aconsejó a los estudiantes a “no permitir que las opiniones de los demás ahogasen su propia voz interior” sino que “tuvieran el coraje para seguir su corazón y su intuición”.

Pocos profesionales en la materia niegan que poseamos una mente perspicaz con Steve Jobs durante el famoso discurso de apertura de la Universidad de Stanford en el 2005 le aconsejó a los estudiantes a “no permitir que las opiniones de los demás ahogasen su propia voz interior” sino que “tuvieran el coraje para seguir su corazón y su intuición”.

Pocos profesionales en la materia niegan que poseamos una mente perspicaz con una gran fortalece, una gran alegría u una gran creatividad. Sin embargo, como científicos su tares es la de comprender como es que nuestra mente funciona.

Reconocer la intuición puede ser una gran herramienta para tomar mejores decisiones, libres de prejuicio y sin la carga emocional que por lo general tienen nuestras acciones. Pero aprender a reconocerla no es fácil, primordialmente porque nunca lo hemos practicado.

La intuición es el primer chispazo que se nos viene a la cabeza cuando queremos tomar una decisión. Muchas veces el qué es la intuición se confunde con otro tipo habilidades que poseemos como seres humanos, lo que sin duda nos aleja de poder usarla de manera efectiva en las decisiones que tomamos en el día a día.

Algunas definiciones del diccionario nos dicen que la intuición es: “La facultad de conocer, o conocimiento obtenido, sin recurrir a la deducción o razonamiento”, “Percepción clara, íntima, instantánea de una idea o verdad, como si se tuviera a la vista y sin que medie razonamiento”.

Por tanto nos podemos referir a la intuición como cualidad de los intuitivos, como acción de intuir y también como mensaje intuido.

Tal vez al intentar entender cómo nuestras intuiciones pueden engañarnos es que podríamos aprender a dominar la perspicacia de nuestra mente y así cultivar una mayor fuerza, así como la capacidad creativa y reflexiva.

Te aseguro que podemos encontrar un sin fin que tratan de explicar cómo funciona la intuición y de ellos puedo destacar en particular, que se ha puesto de moda afirmar que los métodos intuitivos para pensar y tomar decisiones son superiores a los métodos analíticos.

Esto es un argumento tentador ya que la intuición a menudo se asume como una manera de elegir cosas de manera rápida sin tener que recurrir a la deliberación racional.

Y, si bien es cierto que la intuición puede tomarnos el pelo muchas veces, – sobre todo cuando nos dejamos guiar por ella en una situación en la cual no tenemos experiencia alguna -.

Sin embargo, muchas personas opinan que mientras mayor es la experiencia que poseemos sobre un tema determinado mayor será la velocidad con la que el cerebro crea ciertas conexiones, lo que agiliza por ende la toma de decisiones.

Es en esas circunstancias en las que la intuición se vuelve la manera más adecuada de dar solución a un problema.

Cuando la intuición es la que lleva las riendas te resultará un tanto más difícil justificar tu respuesta o decisión sobre todo si se trata de una situación que implica a otra u otras personas.

Por ejemplo si quieres iniciar un negocio y tú socio simplemente no está seguro de ello porque te has basado en tu intuición para tomar decisiones importantes.

Soy de la opinión de que no es lo más conveniente mostrarte indiferente hacia alguien con una gran experiencia en su campo que toma una importante decisión intuitivamente, y sin embargo prefieres dejarte aconsejar por interminables razonamientos, discusiones, datos y estudios que, al contrario de lo que se piensa, no hacen más que nublar el horizonte y arruinar las ideas.

Es importante tomar en cuenta que una intuición es como el agua que se evapora y es tan frágil como el recuerdo de un sueño al despertar. A veces el escepticismo, los prejuicios y convencionalismos, hacen que perdamos de vista la idea inicial que nos había traído la intuición.

Es por esta causa que es conveniente anotar inmediatamente lo que se recibe. No es suficiente reconocer una intuición, se la debe comprender y obedecer aunque a veces pueda parecer desagradable.

La gran virtud de la intuición es justamente que surge previa al proceso de enmascaramiento de la realidad. No se saca ningún provecho con ella a pesar del gran beneficio que podría reportarte si te acostumbraras a percibir sus señales o indicaciones.

La intuición ayuda al ser humano a captar una situación, hecho o persona que podría ser perjudicial. A menudo el miedo a que nuestra intuición tenga una justificada realidad nos hace bloquearla, negarla obstaculizando su reflexión.

Una gran fortaleza, una gran alegría o una gran creatividad. Sin embargo, como científicos su tares es la de comprender como es que nuestra mente funciona. Reconocer la intuición puede ser una gran herramienta para tomar mejores decisiones, libres de prejuicio y sin la carga emocional que por lo general tienen nuestras acciones. Pero aprender a reconocerla no es fácil, primordialmente porque nunca lo hemos practicado.

La intuición es el primer chispazo que se nos viene a la cabeza cuando queremos tomar una decisión. Muchas veces el qué es la intuición se confunde con otro tipo habilidades que poseemos como seres humanos, lo que sin duda nos aleja de poder usarla de manera efectiva en las decisiones que tomamos en el día a día.

Algunas definiciones del diccionario nos dicen que la intuición es: “La facultad de conocer, o conocimiento obtenido, sin recurrir a la deducción o razonamiento”, “Percepción clara, íntima, instantánea de una idea o verdad, como si se tuviera a la vista y sin que medie razonamiento”.

Por tanto nos podemos referir a la intuición como cualidad de los intuitivos, como acción de intuir y también como mensaje intuido.

Tal vez al intentar entender cómo nuestras intuiciones pueden engañarnos es que podríamos aprender a dominar la perspicacia de nuestra mente y así cultivar una mayor fuerza, así como la capacidad creativa y reflexiva.

Te aseguro que podemos encontrar un sin fin que tratan de explicar cómo funciona la intuición y de ellos puedo destacar en particular, que se ha puesto de moda afirmar que los métodos intuitivos para pensar y tomar decisiones son superiores a los métodos analíticos.

Esto es un argumento tentador ya que la intuición a menudo se asume como una manera de elegir cosas de manera rápida sin tener que recurrir a la deliberación racional.

Y, si bien es cierto que la intuición puede tomarnos el pelo muchas veces, – sobre todo cuando nos dejamos guiar por ella en una situación en la cual no tenemos experiencia alguna -.

Sin embargo, muchas personas opinan que mientras mayor es la experiencia que poseemos sobre un tema determinado mayor será la velocidad con la que el cerebro crea ciertas conexiones, lo que agiliza por ende la toma de decisiones.

Es en esas circunstancias en las que la intuición se vuelve la manera más adecuada de dar solución a un problema.

Cuando la intuición es la que lleva las riendas te resultará un tanto más difícil justificar tu respuesta o decisión sobre todo si se trata de una situación que implica a otra u otras personas. Por ejemplo si quieres iniciar un negocio y tú socio simplemente no está seguro de ello porque te has basado en tu intuición para tomar decisiones importantes.

Soy de la opinión de que no es lo más conveniente mostrarte indiferente hacia alguien con una gran experiencia en su campo que toma una importante decisión intuitivamente, y sin embargo prefieres dejarte aconsejar por interminables razonamientos, discusiones, datos y estudios que, al contrario de lo que se piensa, no hacen más que nublar el horizonte y arruinar las ideas.

Es importante tomar en cuenta que una intuición es como el agua que se evapora y es tan frágil como el recuerdo de un sueño al despertar.

A veces el escepticismo, los prejuicios y convencionalismos, hacen que perdamos de vista la idea inicial que nos había traído la intuición.

Es por esta causa que es conveniente anotar inmediatamente lo que se recibe. No es suficiente reconocer una intuición, se la debe comprender y obedecer aunque a veces pueda parecer desagradable.

La gran virtud de la intuición es justamente que surge previa al proceso de enmascaramiento de la realidad. No se saca ningún provecho con ella a pesar del gran beneficio que podría reportarte si te acostumbraras a percibir sus señales o indicaciones.

La intuición ayuda al ser humano a captar una situación, hecho o persona que podría ser perjudicial. A menudo el miedo a que nuestra intuición tenga una justificada realidad nos hace bloquearla, negarla obstaculizando su reflexión.