Saber perdonar. Al perdonar, renovamos el amor incondicional y la confianza y purificamos nuestro corazón. Además, derribamos un obstáculo que impide a otros cambiar, porque cuando uno no perdona, se interpone como una barrera entre las personas y su conciencia. En vez de que éstas inviertan su energía en tratar de reconciliarse y recobrar la paz, la desperdician defendiéndose y justificando una conducta.
Perdonar no es justificar comportamientos negativos o improcedentes, sean propios o ajenos. El maltrato, la violencia, la agresión, la traición y la deshonestidad son solo algunos de los comportamientos que pueden ser totalmente inaceptables. ¿Se puede perdonar a un trabajador incompetente y despedirlo por no hacer bien su trabajo? No es preciso ir y decirle: Te perdono, aunque a veces esto puede ser una parte importante de perdonar. El perdón solo requiere un cambio de percepción, otra manera de considerar a las personas y circunstancias que creemos que nos han causado dolor y problemas.
Como todos sabemos, la rabia y el rencor son emociones muy fuertes que desgastan nuestra energía de muchas maneras. Cuando nos quitamos las capas, probablemente se descubrirá que esa rabia en realidad es un sentimiento superficial. No en el sentido que sea trivial o falso, sino en el de que hay muchos sentimientos y dinámicas por debajo de él. Cuando nos perdemos en la rabia nos volvemos sordos a nuestros sentimientos más profundos. Hemos aprendido a escuchar solo aquellos que saben gritar más fuerte.
Cumple tus promesas. Muchas veces me han preguntado si conozco una fórmula que ayude a enfrentar los problemas, a aprovechar las oportunidades y volver más grata la vida. He aquí mi respuesta: “hay que hacer promesas y cumplirlas”.
Incluso si se trata de algo trivial, cumplir con lo prometido es beneficioso para nuestras relaciones. Cada vez que hacemos lo que decimos que vamos hacer, ganamos en credibilidad y confianza a los ojos de otros.
Y también vamos ganando en autoestima. Nos sentimos bien porque notamos esa confianza en los demás y nos alegramos de haber sido fieles a nuestra palabra. Todo lo contrario ocurre cuando no se cumple con el compromiso.
A veces faltamos a nuestra palabra porque lo prometido nos parecía poco importante, porque nos arrepentimos a última hora o, quizás, porque no nos fue posible cumplir. Sea cual sea la causa, supone un daño para nuestra reputación y para nuestra autoestima.
Siempre que desees hacer algo por tu familia, recuerda el milagro del bambú chino: una vez sembrada la semilla, va apareciendo brotes cada vez más largos hasta que la planta alcanza una gran altura. Pero el mayor crecimiento se produce debajo de la tierra, donde las raíces forman un intrincado sistema de interconexiones que el bambú utiliza a manera de cimientos para alcanzar una altura de más de 36 metros.
Al utilizar estos consejos es posible que te lleve tiempo ver los resultados, pero ten por seguro que te sorprenderás de los cambios.