Vencer la procrastinación es una especie de arte que esencialmente requiere el dejar de aferrarnos a ella. Yo era de esas personas que han vivido mucho tiempo aferrándose a la procrastinación, y digo “era” porque al menos durante los últimos años he prescindido de ella. Yo era de esas personas que suele dejar todo para el último minuto porque a fin de cuentas sabía que podía lograrlo. Cuando iba a la escuela solía ponerme a trabajar en mis ensayos un día antes de la fecha límite de entrega, solía hacer mis trámites administrativos apenas una hora antes de que cerrara la oficina y como esos ejemplos tengo muchos más.
Pero entonces, como era de esperarse en alguna ocasión procrastinar tuvo consecuencias fatales y por ende no fui capaz de entregar a tiempo algo que se me había pedido con bastante anticipación. Pero como si eso no fuera suficiente, mi rendimiento poco a poco comenzó a empeorar, al grado de que no llegaba a ser aceptable. Esto no solo tuvo repercusiones en mis notas sino que a nivel personal me sentía bastante decepcionada de mí misma.
No obstante, a pesar de eso no me rendí y comencé a intentar una serie de cosas a fin de deshacerme de la procrastinación sin embargo los programas de establecimiento de metas y semejantes no me llenaban y tan solo parecían dar resultado mientras duraran.
El problema era que no estaba trabajando en la raíz del problema y no me había percatado de que para poder ahuyentar la procrastinación tenía que desarrollar ciertas habilidades. Una de estas habilidades, por no decir la más importante, es la de dejar de aferrarse al mal hábito de la procrastinación.
Debemos dejar de aferrarnos a los malos hábitos para poder deshacernos de ellos eficazmente. Por ejemplo, la persona que desea dejar de fumar tiene que deshacerse de la “necesidad” de fumar, dejar de usar los efectos del cigarrillo como un medio para olvidarse del estrés y los problemas.
Es necesario aprender a deshacernos de esas falsas necesidades que nos ocasionan problemas: la comida chatarra, el alcohol, el tabaco, las redes sociales, y cualquier otro vicio. No me refiero a que no podamos volver a hacer o disfrutar de nuestros malos hábitos nuevamente, pero debemos dejar de verlos como una necesidad. El apego a todas estas cosas además de no ser muy sano, siempre va de la mano con la procrastinación.
En mi caso, aprendí que el navegar por la red y pasar mucho tiempo revisando las redes sociales era una distracción, una falsa necesidad que me estaba ocasionando muchos problemas en la escuela debido a que éstas cosas eran las causantes de mi procrastinación. De modo que, para no caer nuevamente en ese círculo vicioso en el que entregaba trabajos de mala calidad en el último minuto tuve que aprender a deshacerse de mis falsas necesidades.
Deshacerse de las falsas necesidades es un proceso que podría resumirse de la siguiente manera:
1.Reflexioné sobre la frustración y los problemas que me causaron en lugar de pensar en el placer o confort temporal que me habían dado.
2. Me puse a pensar en la clase de persona que quería ser y la clase de vida que quería realmente tener. De modo que así tuve una verdadera y constante motivación para ponerme a trabajar en esta meta y tener algo con lo cual paliar la procrastinación cuando sintiese que estaba perdiendo la fuerza de voluntad.
3.Presté más atención a la cantidad de tiempo que invertía en los pasatiempos y las distracciones que me llevaban a la procrastinación. Si bien es cierto que estás cosas nos brindan instantes de escape al tedio y el estrés, no debemos permitir que este confort que nos proporcionan sea mucho más fuerte que nuestro sentido de la responsabilidad.
4. Acepté que no siempre necesito ese confort. Quizás no sea muy agradable tener que hacer lo que debemos en lugar de dedicar ese tiempo a nuestros pasatiempos o distracciones preferidas, pero lo cierto es que nadie se ha muerto por no hacerlo. De hecho, si la tarea en la que debemos dedicarnos no resulta muy de nuestro agrado, el querer terminarla lo antes posible nos facilita el enfocarnos en la misma sin sufrir tanto la carencia de esos distractores.
Ten presente que la procrastinación es un hábito que se puede modificar si se aplican los principios que gobiernan la conducta; es una forma de evitación (simplemente evitas hacer aquello que sabes que tienes que hacer y, en su lugar, haces cualquier otra cosa), así que cada vez que sientas que tu fuerza de voluntad flaquea, recuerda la satisfacción y el tiempo libre que tendrás para dedicarlos a tus pasatiempos o distracciones una vez que hayas concluido satisfactoriamente con tu tarea.