Enciendo la tele y veo a un grupo de, vamos a llamarlos, famosos que juegan y se ponen verdes en una isla hondureña. Se supone que se encuentran en una situación de supervivencia, como si de náufragos en una isla desierta se tratara (y lo está, si no fuera por ellos, los cámaras, técnicos de sonido, electricistas, médicos, productores, personal de apoyo, pilotos, conductores… Que hay más gente ahí que en metro de Tokio en hora punta, vaya.
Cambio de canal y me topo con un exmilitar experto en técnicas de supervivencia que abandona cualquier atisbo y se enfrenta (ahora al menos de forma aparentemente real) a la naturaleza y cuantas dificultades y peligros arrostra. En esta misma cadena, hay al menos otros dos programas de este tipo (en uno de ellos, los protagonistas han de afrontar el peligro (ojo) desnudos…
Sí: has tecleado optimistas.es en la barra de direcciones. Y sí: este artículo está pensado para este blog. Ahora verás por qué.
¿Ficción inconsciente?
Todos estos espacios en los que los protagonistas renuncian, de modo más o menos real, a todo y se exponen a situaciones extremas en las que arriesgan o no su vida tienen algo en común. Más allá de las sensaciones de haber superado peligros del tipo que sea, todos los protagonistas salen afirmando que necesitan muy pocos bienes materiales para vivir y ser felices…
… Ahora bien, y vamos a dejar las preguntas abiertas porque no creemos que haya una respuesta clara o universal, ¿de verdad hace falta tan poquito para ser feliz? Si estas personas se vieran obligadas a renunciar a todo lo material y a sobrevivir de lo que recolectan, cazan y pescan para el resto de su vida y lo supieran, ¿serían igual de felices?
Preguntas difíciles de responder
De acuerdo, determinadas personas viven en tales condiciones, afrontando incluso más duras (pienso en yanomamos o en bosquimanos, por ejemplo), sobreviven y son tan felices o infelices como cualquier otro –o más felices, visto como nos los presentan en los documentales-. Pero se trata de pueblos que no han vivido (ni necesitan) ciertas comodidades que, de hecho, supondrían un estorbo más que una ayuda en su día a día.
Por eso, y para concretar, la pregunta no es si seríamos felices con casi nada material: la cuestión es si seríamos felices renunciando permanentemente a cualquier tipo de comodidad y sobreviviendo en las condiciones que la caprichosa Naturaleza decida que lo hagamos. Desde luego, nosotros no tenemos una respuesta clara. De hecho, ni siquiera quien escribe esto sabría responder por sí mismo.