Cómo cultivar la curiosidad hacia los demás

Mostrar genuina curiosidad por las personas es por mucho, la mejor manera de fortalecer nuestras relaciones inter personales. La curiosidad nos lleva a hacer preguntas y escuchar las historias que nos comparten. Nos hace preguntarnos sobre las posibilidades de conectarnos realmente con esa persona. Nos ayuda a pensar de forma creativa y tener una visión más profunda.

Si solo nos interesa lo nuestro, nuestra sabiduría se ve muy limitada. Las personas que saben de algo, por lo general, suelen transmitir con pasión aquello que dominan, y con deseo de aprender y un poco de humildad, podemos aprender mucho de la convivencia con los demás, y también enseñar.

Uno de los errores más frecuentes que tenemos  al comunicarnos  con las personas es precisamente ese, que no nos comunicamos. Probablemente tú tampoco lo hagas. Precisamente ese es el problema, que algunos hablamos mucho. Otro problema es “escuchar”,  hacer como si uno escuchara, pero realmente sin hacerlo. El secreto es tan sencillo que a veces no lo creemos. El secreto es: Interésese sinceramente por los demás.

Interésate  sinceramente por los demás. Cuando digo sinceramente deja de pensar en lo que vas a ganar. Escucha atentamente, da si puedes dar, sirve, ayuda, y deja de esperar algo a cambio, porque cuando realmente necesites algo, puedes estar seguro de que alguien lo hará por ti.

Piensa en alguno de los reporteros más destacados; ellos utilizan la curiosidad para permitirse indagar más en los demás, logrando llevar a su audiencia las  ideas  concretas de sus entrevistados: lo que los motiva, lo que los inspira, lo que los forja y los influencia.

De la misma manera puedes utilizar  las mismas técnicas al tratar con la gente que te rodea. Al mostrar una curiosidad respetuosa, demuestras que estás interesado en lo que tengan que decir. Evidencias tu interés por ellos, haciéndolos sentir valorados e importantes.

Algunos ejemplos de esta manera de mostrar curiosidad, incluyen:

Las preguntas que piden “porqués”. Nuestras vidas pueden ser una serie de experiencias digeridas, lo que quiere decir que, si bien a menudo podemos narrar nuestras experiencias vividas, no necesariamente procesamos el significado de esas experiencias. Al preguntar “porqué” podemos ayudar a la persona que está hablando a lograr una mayor comprensión acerca de por qué se tomaron ciertas decisiones o llegaron a ciertas conclusiones.

Es muy importante y necesario que sepamos escuchar a los demás cuando nos tienen que contar algo, sin interrumpirles ni juzgarles. Sin embargo, esto cada vez se hace menos porque todos queremos llevar el protagonismo de la conversación y que nos escuchen.

Hay que escuchar de forma activa, prestando atención a lo que nos cuentan los demás y a cómo se sienten. Escuchar activamente supone captar todos los mensajes del otro interlocutor para que se desahogue o nos transmita todo lo que tiene que decir sobre un tema, sin interrupciones de ningún tipo, a no ser que os pregunte algo sobre ese tema. Cuando finalice, podrás dar tu  opinión sobre ese asunto porque además conocer  el sentir de la otra parte que te permitirá poder posicionar sin juzgar a la otra parte.

Por supuesto, escuchar de forma activa lleva implícito respetar las opiniones de las otras partes sin intentar convencerles cuando puedas hablar vosotros de tu  punto de vista. En caso de que las posturas sean muy distintas, deberás  intentar llegar a un consenso adecuado para ambas partes. Cada parte tiene su opinión, igualmente aceptable y respetable que la del resto.

En conclusión, escuchar de manera efectiva implica algo más que el simple acto de evitar el hábito de interrumpir a los demás cuando hablan, o acabar sus frases. Implica sentirse complacido con escuchar la totalidad del pensamiento de alguien, en lugar de aguardar impacientemente una oportunidad para responder.