Cuando intentamos adoptar nuevas ideas o técnicas no es algo que ocurra con facilidad, mucho menos naturalmente sino que estos cambios resultan de trabajo duro, prueba y error. Es importante reconocer cuando tenemos resistencia al cambio para así poder hacer un esfuerzo y desarrollar un plan a seguir a fin de poder realizar dichos cambios.
No obstante cuando deseamos cambiar – o en la mayoría de los casos, nos vemos obligados a adoptar el cambio – esto implica el tener que cambiar también nuestro comportamiento, y por ende la aceptación al cambio. Pero la resistencia al cambio es algo natural que puede deberse a diferentes motivos.
La gente se resiste al cambio cuando:
Cuando el motivo para cambiar no está claro. La ambigüedad, ya sea que se refiera a costos, equipos, tareas – tiende a accionar una respuesta negativa en la persona a la que se le pide cambiar.
Cuando a la persona no se le ha consultado previamente respecto a los cambios – o bien los cambios resultan de un evento inesperado o contratiempo – y se ven obligados a cambiar más por necesidad que por gusto. A la gente le gusta saber que ocurre a su alrededor y el no tener el control de lo que ocurre tiende a molestarles o hacerlos sentir amenazados.
Cuando los cambios amenazan con modificar los patrones o costumbres de la persona. Por ejemplo, cuando la llegada de un nuevo compañero de trabajo modifica inesperadamente su relación con los otros compañeros o bien, afecta de alguna manera la manera en que solía realizar sus tareas.
Cuando los beneficios o la recompensa por realizar el cambio no parece suficiente. La mayoría de la gente quiere cambiar sus vidas, de alguna manera, pero les resulta difícil empezar bien o sostener el cambio por mucho tiempo. Estoy feliz de informar que después de mucho esfuerzo, me he vuelto bastante bueno en adaptarme al cambio. Siento que necesito mejorar mi vida y con el cambio puedo aprender cosas nuevas constantemente.
Cuando las circunstancias comienzan a cambiar nos sentimos tensos para bien o para mal y nuestra mente se empieza a perturbar. Si creemos que los cambios son para bien nos invade y embriaga la euforia y si son para mal nos sentimos indefensos y acorralados. Vivimos en una montaña rusa emocional.
Ten siempre presente que sin importar cuan estructurada esté tu vida y sin importar cuantos buenos hábitos – o malos – practiques, siempre habrá cosas que no puedes controlar y si lo permites, estas cosas pueden llegar a convertirse en una gran fuente de enojo, frustración y estrés. Lo más sencillo que puedes hacer es ir con la corriente, no contra ella.
Por ejemplo, supongamos que con los años has desarrollado una pacífica rutina matutina. Has aprendido a estructurar y manejar tu tiempo de modo que las mañanas sean tu momento de tranquilidad y alegría durante el día. Pero de repente un día sin la menor señal de advertencia la tubería del fregadero se revienta y la cocina comienza a inundarse, así que pasas una mañana bastante estresante intentando limpiar el desastre que dejó la tubería rota y buscando a alguien que la repare o intentando hacerlo tu mismo.
Es obvio que te enojarás y te sentirás frustrado porque tu mañana no fue como hubieras querido. Te sentirás estresado pro todos esos cambios a los que no estás acostumbrado y te seguirás sintiendo molesto el resto del día. Pero ¿te parece que esta es la mejor manera de lidiar con todo esto?
Seamos sinceros, la mayoría de nosotros tenemos problemas, percances como estos que interrumpen la manera en que desarrollamos nuestras rutinas. Pero sin importar si nuestra rutina se ve modificada a causa de algo o alguien, está en tus manos el poder manejar esto.
-Acepta que no puedes controlar todo. Creo que todos estamos conscientes de esto de una manera u otra, pero la manera en que pensamos y actuamos contradice la mayor parte del tiempo este pensamiento tan básico. Nadie controla el universo, es imposible pero a pesar de ello desearíamos poder hacerlo. Y desear esto no nos ayuda en lo más mínimo. Ni siquiera somos capaces de controlar todo lo que nos rodea en nuestro entorno, en nuestro lugar de trabajo ni en nuestros hogares. Quizás no se rompa la tubería de la cocina, como en el ejemplo anterior, pero alguien puede amanecer enfermo, puede que esa noche no hayas dormido bien, te puedes quedar dormido, etc. Esas cosas pasan y pueden cambiar tu rutina. El primer paso para aprender a lidiar con estos inesperados eventos es aceptar que cualquier cosas puede pasar y estas cosas afectarán tu día sin importar cuanta resistencia opongas. Si te niegas a aceptar que los eventos inesperados ocurrirán, prepárate para vivir constantemente frustrado.